Arnaldo Rodríguez: El agradecimiento necesario
Este 19 de abril de 2023 ha sido un día histórico. Junto a valiosos compañeros, y en consecuencia con el cargo para el cual hemos sido electos, hemos ratificado nuestro juramento de servirle a la patria, a la Constitución, y la defensa de los intereses del pueblo cubano.
Entre tantas emociones y pensamientos que fluyen por mi cabeza, aparece la familia, especialmente mis padres.
Hoy en el Parlamento Cubano sentí que ellos estaban a mi lado, y a ellos dedico este mérito. A mi madre Blasa Romero López, una negra de “piso e tierra” y “techo e guano” en las lomas de Baracoa, que salió a “buscar vida” en medio del fervor revolucionario de los sesenta.
Aquella muchacha que ante las miles de oportunidades que se abrían para la gente pobre de este país, con la llegada de Fidel y los barbudos, no dudó en alistarse en cualquier tarea y convertirse en una profesional y trabajadora de bien.
A aquella jovencita del pelotón de tractores “picolinos” en las tierras de Ceballos. A esa dirigente cederista por más de 30 años. A esa miliciana que me arrastraba de la mano a mis 8 años, por cuanta marcha miliciana se convocara en los entrañables ochenta. A ti mamá este reconocimiento.
Lo extiendo también hasta mi padre Arnaldo Rodriguez Valdés. Dirigente comunista, capaz, inteligente, de carácter recto, pero muy humano. A aquel mulato joven y rumbero que salió de los solares de Luyanó a raíz de la naciente Revolución Cubana, y se propuso echar pa´lante pa sacar a su familia de aquellos cuartos amontonados y hambrientos de la “próspera Cuba” de Fulgencio Batista.
A mi papá, aquel joven fundador de la Columna Juvenil del Centenario, al económico de diversas empresas, al del contingente del pedraplén en Cayo Coco, a mi patrón de Héroe.
Este reconocimiento es para ustedes por guiarme por el camino correcto, por enseñarme los más hermosos y nobles valores de la vida. Por inculcarme los sentimientos de lealtad, honestidad, y humildad. No soy perfecto. A lo mejor no fui todo lo que ustedes se propusieron conmigo. Pero sepan que soy un hombre inmensamente orgulloso de mí mismo, de lo que aprendí de ustedes, y del enorme legado que ustedes forjaron con su esfuerzo, constancia, y fidelidad.