Una carta a Antonio Arias García
Sr. Antonio Arias García
Respetable Doctor:
He leído de Usted. Varias calles y muros de este pueblo recuerdan el andar de sus pasos. Su impronta se multiplica y son tantos en esta Villa que lo inmortalizan por el ardor y entusiasmo que sintió por su terruño.
Dicen que Usted se graduó de Medicina en el lejano 1917, estimado por sus compañeros y alumnos como médico humanitario y compasivo. No por gusto para Usted la profesión era sinónimo de misión, nunca interés personal.
¡Quién hubiera podido presenciar las tertulias de ciencia, arte y conocimientos universales en su casa! Daba gusto escucharlo como hombre de pueblo, educador y reformador social.
O cuando fundó la primera biblioteca pública de Caibarién. Cuentan que por esos días de 1926 llenaba estantes de libros de historia, ciencias, filosofía y temas locales gracias a su colección privada y la ayuda de amigos y funcionarios oficiales. Así la literatura universal entró en la órbita de la población cangrejera.
Con Usted la masonería cubana escribió capítulos brillantes por su proceder social patriótico y martiano. Y hemos de recordar las primeras señoritas bachilleres de nuestra Villa a raíz de su labor como Concejal del ayuntamiento y miembro de la junta de Educación. Sus métodos laicos matizaron el plantel de enseñanza de la época, su ímpetu y vasta cultura arrastraba a todos.
Aquel dinamismo fervoroso y su amor a la escuela tuvo tal cooperación de las Asociaciones de padres, vecinos y maestros que Caibarién llegó a ocupar el primer lugar entre los distintos distritos escolares de nuestra provincia. Buen gesto el de ayudar a los más necesitados, cuando distribuyó zapatos y uniformes a los alumnos, cuyos padres no podían pagarlo.
Quizo el destino que no peinara canas, al fallecer el 9 de septiembre de 1936 a la edad de 42 años. Usted, que tanto hizo por Caibarién, el agradecimiento infinito porque no pertenece al pasado; Usted vive perennemente en su ejemplo inspirador.
Benefactor, muchas gracias.
Desde nuestra Patria chica, una admiradora.
Imagen: tomada de Ecured.