Agramonte todavía anda, espada en alto, por toda Cuba
En la que constituye una hermosa tradición popular, los camagüeyanos, en representación de toda Cuba, le rindieron merecido tributo de recordación a El Mayor con una peregrinación que se extendió desde la Casa Natal del insigne patriota hasta el céntrico parque que lleva su nombre
CAMAGÜEY. — La figura del Mayor General Ignacio Agramonte Loynaz como paradigma para la nación cubana por la vigencia de su pensamiento, su acción revolucionaria y su grandeza humana fue resaltada aquí con motivo de conmemorarse, este 23 de diciembre, el aniversario 181 de su natalicio.
En la que constituye una hermosa tradición popular, los camagüeyanos, en representación de toda Cuba, le rindieron merecido tributo de recordación a El Mayor con una peregrinación que se extendió desde la Casa Natal del insigne patriota hasta el céntrico parque que lleva su nombre.
«Por esta casa se inicia la historia», proclamó ante los presentes el historiador José Fernando Crespo Baró, quien remarcó que por allí comenzó la unidad familiar, la disciplina, la vergüenza, el respeto, la fineza en el tratamiento, el comportamiento educado, el servir a los demás y el que todos fuesen iguales.
Al exponer su visión acerca de uno de los líderes indiscutibles de la Revolución de 1868, el especialista declaró que aquel niño, ya con 27 años, sin noción alguna de caballerías, de ejércitos, de tácticas y estrategias, se va a la manigua, levanta la bandera de Cuba y se abraza al ideal independentista.
Sin experiencia bélica alguna al comienzo de la contienda, Agramonte llegó a conformar una caballería imbatible, con la cual protagonizó en poco más de cuatro años, hasta su muerte en Jimaguayú, alrededor de 135 acciones combativas de diverso alcance contra las huestes colonialistas españolas.
Si bien resultaron famosas sus cargas mortales en los llanos de Camagüey, colmadas de un valor temerario, otro tanto asombran a quienes se acercan a la personalidad del prócer, sus virtudes patrióticas, elevada cultura, sentido de la ética, capacidad de cambio para servir mejor y respeto irrestricto a la legalidad.
Cada una de estas aristas de Ignacio Agramonte, quien en pocos meses se elevó a jefe político y militar siempre al servicio de los intereses supremos de la Patria, merece estudiarse a fondo, ante la necesidad de que las figuras señeras del pasado cubano sean conocidas a la luz de su auténtica estatura histórica.
En sus palabras, Crespo Baró expresó que El Mayor «todavía anda, espada en alto, por Camagüey y camina por las calles de nuestra ciudad. Agramonte no se ha ido, como no se han ido ninguno de los hijos insignes de la Patria; sembrados están en Cuba, en el corazón y en el alma de todos nosotros».