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El regreso

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Cuba entera ha estado al lado de Pinar del Río, no por mandato, sino por un sentimiento natural que nos distingue a los cubanos

Ahora que la vida comienza a parecerse a lo que era antes de que el huracán Ian golpeara, de una manera brutal, el occidente de Cuba, parte de las fuerzas de otras provincias que durante alrededor de cuatro semanas han apoyado la recuperación en Pinar del Río, emprenden la retirada.

Detrás dejan un territorio marcado por el devastador fenómeno meteorológico al que, a veces, le cuesta reconocerse entre tanta destrucción; pero la Vueltabajo de finales de octubre tampoco es la misma que dejaron ocho largas horas de vientos huracanados.

Sus calles y carreteras ya no están cerradas por los árboles o por los miles de postes que no soportaron la feroz embestida. Sus comunicaciones no están colapsadas. Sus niños han vuelto a clases y cada vez son más los hogares con electricidad.

Con la telefonía fija restablecida en más de un 92 %, y la móvil en su totalidad, las vías despejadas y la mayoría de los espacios públicos liberados de las montañas de escombros y de ramas, parte de las tropas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Grupo Azcuba que apoyaron la higienización, y de los trabajadores de Etecsa que ayudaron a levantar más de 2 300 postes, vuelven a sus territorios.

De Pinar del Río se marchan con el cansancio de jornadas interminables, pero también con el cariño y la admiración de una provincia que vio en los soldados y oficiales de verde olivo, los motoserreros, los camiones y las alzadoras cañeras, las grúas y escaleras de los linieros, una inyección de luz durante aquellas horas amargas en las que muchos acá aún no salían del shock.

Dicen que es normal, cuando pasa un desastre de este tipo, que la gente se quede ensimismada en medio de la impresión y el desconcierto por lo que el viento le llevó.

Por ello, el apoyo invaluable de los cubanos de todas partes que, de manera solidaria, han laborado en Vueltabajo, no puede medirse únicamente en los cientos de miles de metros cúbicos que han retirado o en todos los clientes a los que han vuelto a conectar.

Su ayuda también ha significado esperanza y aliento cuando más falta hacía, y la certeza de aquello que nos dijera muchas veces Fidel, de que en Cuba nadie quedará desamparado.

Yamilé Ramos Cordero, presidenta del Consejo de Defensa Provincial (cdp), asegura que su presencia «nos ha permitido tener la seguridad de que es posible recuperarnos.

«En un momento tan complejo, hemos sentido que Cuba entera ha estado a nuestro lado, y que eso no ha sido por un mandato de la dirección de la Revolución, sino por un sentimiento natural que nos distingue a los cubanos».

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