Pancha plancha con cuatro planchas»
En casa María trabaja todos los días, para ella no hay días de descanso incluso, no existen ni sábados ni domingos. Su jornada laboral es a tiempo completo, el día corrido, como si fueran turnos dobles, el día y la noche corridos, su mente y físico se pasan en funciones más de 12 horas al día.
Pensarán algunos en el trabajo a distancia, o teletrabajo, la modalidad que la informatización y el internet ha posibilitado llevar a cabo en todos estos meses de pandemia, y de cuarentena que obligó a miles a permanecer y resguardarse dentro de sus hogares para evitar el contagio.
Sin embargo, cuando María toma su celular es para abrir un momento el WhatsApp, revisar las últimas publicaciones en el Facebook, y quizás si el día la lleve suave, tenga chance de ver un capítulo de la novela turca que le hace imaginar otro mundo fuera de sus cuatro paredes.
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No son pocos los comentarios demeritorios o el poco reconocimiento a quienes se dedican a cuidar de la casa, y también de padres, abuelos, personas en condición de discapacidad, muchos, además de cuidadores son amas de casa al ciento por ciento.
Es cuando le toca a alguien en primer plano o en la familia alguien asumir la responsabilidad, el momento en que los más allegados chocan y reconocen la sacrificada y agotadora faena que puede transcurrir entre días, semanas, meses o años de dedicación.
Asimismo, las amas de casa, quienes se encargan de lava, plancha, cocina, limpiar, buscar los mandados, ir al mercado, la farmacia, llevar y recoger a los más pequeños a la escuela merecen igual reconocimiento que quien trabaja en la calle, o mantiene su puesto de trabajo dentro del propio hogar.
Si bien la efeméride pactada el 30 de marzo de 1988 es como el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, en otras palabras, trabajadoras domésticas, tanto estas como las amas de casa ha sufrido a lo largo de los años por una fuerte discriminación.
Las domésticas, por su parte, a pesar de que son contratadas para hacer las tareas de un hogar ajeno, padecen de salarios bajos y quedan sometidas bajo lagunas legales, sin leyes que las protejan y velen por sus derechos como cualquier otro trabajador.
Numerosos materiales en texto y producción audiovisual han recogido a lo largo de la historia las injusticias y abusos que estas féminas, como gran mayoría han sufrido por estereotipos desacertados. Sin embargo, hoy día en pleno siglo XXI el fenómeno persiste, recae en millones de inmigrantes ilegales, latinos, negros discriminados y algunos, sometidos a una especie de esclavitud moderna.