«¡Yo soy Cecilia Valdés!
Este es uno de los hitos de la música cubana de todos los tiempos. Más que de la música, de la cultura cubana toda: Cecilia Valdés, la zarzuela inmortal del maestro Gonzalo Roig. En la obra de Gonzalo Roig se concreta un extraordinario valor simbólico, hasta el punto de que uno la escucha y enseguida piensa en Cuba.
La inspiración es otro de los monumentos del acervo cubano: la novela de Cirilo Villaverde, que para muchos es el texto más emblemático de la narrativa cubana del siglo XIX. El maestro Roig honró la creación literaria, pero su zarzuela también tiene todas las credenciales para ser considerada un clásico.
Noventa años se cumplirán el 26 de marzo del estreno en el Teatro Martí de esta obra, y justamente en ese teatro se escenificará desde el próximo 24 una puesta de Daniel Noriega, con dirección musical de Igor
Corcuera, al frente de la Banda Nacional de Conciertos. Y que sea precisamente la Banda es también un homenaje a Roig, gran animador de ese formato musical en Cuba.
Intérpretes consagrados se unirán a jóvenes figuras para representar la zarzuela. Se sumarán el coro del Instituto Cubano de Radio y Televisión y la Compañía Laura Alonso del Centro Prodanza. La puesta en escena rescata el libreto, fragmentos y piezas musicales de la original.
Varias instituciones se han sumado al empeño: la Oficina del Historiador de la Ciudad, el Centro Nacional de Música de Conciertos, el Teatro Lírico Nacional de Cuba, la emisora CMBF y el Centro Prodanza. Las funciones también rendirán tributo al aniversario 140 de la publicación de la novela de Villaverde y a los cien años de la radio cubana.
90 años de Cecilia Valdés. Tomado de Cubaescena.
La zarzuela cubana Cecilia Valdés, del maestro Gonzalo Roig, arriba en 2022 a sus primeros noventa años de existencia. La celebración de esta efeméride reviste una especial importancia por cuanto se trata de un título emblemático del arte lírico nacional y una de las obras más importantes de todo el teatro cubano.
Estrenada en el icónico Teatro Martí de la capital cubana, el 26 de marzo de 1932, acumula desde esa fecha «junto a la novela de Cirilo Villaverde que le sirve de inspiración»una gloriosa historia pletórica de significados que sobrepasan el marco estrictamente escénico musical, al adoptar otros géneros, asumir otras manifestaciones artísticas e incluso proyectarse en planos histórico-sociales.
Cecilia Valdés sobrepasa con creces el millar de representaciones tanto en Cuba como en el extranjero. A excepción de su congénere María la O, ningún otro título del repertorio nacional «lírico o no» ha acumulado tanta presencia en nuestras tablas con esa salud escénica que se empeña en ostentar.
A lo largo de nueve décadas, ha representado el nombre de nuestra patria en disímiles épocas y naciones de Europa «Alemania, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Unión Soviética, España, Andorra» y América «Estados Unidos, Canadá, México, Colombia, Nicaragua, Santo Domingo». Ha ocupado escenarios de tanto prestigio como el teatro Stanislavsky, de Moscú, la Ãpera de Leipzig, en Alemania, el Palacio de Bellas Artes, de México, el Teatro de la Zarzuela de Madrid, el Carnegie Hall y el Lewisohn Stadium, ambos en Nueva York, el último con la compañía del neoyorquino Metropolitan Opera House.
El título ha prestigiado eventos oficiales de la importancia de la IX Cumbre Iberoamericana, celebrada en La Habana en 1999 y en eventos protocolares ante la visita a Cuba de importantes jefes de Estado durante toda la década de 1970.
Por último el personaje central de la obra y los números musicales a ella encomendados han sido objeto de la atención esmerada de cuanta intérprete del patio pueda asumirlos dignamente. Perviven en nuestra memoria las cinco primeras sopranos que cantaron el papel (1932-1936) «Elisa Altamirano, Caridad Suárez, Rita Montaner, Luisa María Morales y Maruja González», las dos que estrenaron la versión definitiva (1961) «Gladys Puig y Ana Julia» y las que han interpretado los tres registros sonoros comerciales de la obra «Marta Pérez, Blanca Varela y Alina Sánchez».
Toda esta vital trascendencia se debe en particular «en el caso de la zarzuela» a la música que le sirve de vehículo descriptivo, la cual ha pasado a formar parte en muchos de sus fragmentos del universo sonoro de nuestra nacionalidad.
Nos atreveríamos a afirmar que es ella la responsable en gran medida de la popularidad de que gozan aún en la actualidad los personajes literarios que habitan la novela de Cirio Villaverde, publicada coincidentemente hace 140 años. El maestro Gonzalo Roig (La Habana, 1890-1970), desplegó su inspiración en esta partitura, sobre el libreto de Agustín Rodríguez y José Sánchez Arcilla, recreando ritmos tradicionales y asignándolos magistralmente a las distintas situaciones y personajes de una trama que se revela en la ficción panorama social de nuestro siglo XIX, donde conviven desde el capitán general de la siempre fie Isla de Cuba, hasta el más humilde esclavo de barracón.