Buena Fe acompaña al» «pagador de promesas», en El Cobre de Santiago de Cuba
Omar Quintero Montes de Oca,» «el pagador de promesas», está en El Cobre, en Santiago de Cuba. Cumpliendo también su promesa, el cantautor cubano Israel Rojas lo acompaña.
«En el Cobre de Santiago de Cuba. Con Omar, un hombre que nos ha unido en la fe del amor a la vida. Un hombre valiente», se lee en un post de Facebook de Buena Fe.
En el video publicado por la agrupación, Israel Rojas canta a capella Valiente, canción convertida en himno de lucha contra la pandemia y en un canto a la solidaridad del personal médico cubano que presta su colaboración en varias naciones del mundo.
Omar, «el pagador de promesas» de 56 años de edad, partió el pasado 15 de enero desde su casa en Marianao, La Habana, hacia la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, en Santiago de Cuba, para cumplir una promesa por la salud de su hijo.
Desde que su historia saltó a las redes sociales a inicios de febrero, su peregrinar suscitó la atención pública.
El pasado 26 de febrero, Buena Fe comunicó en su cuenta en Facebook que, a solicitud de Omar, estarían junto a él en El Cobre y cantarían «Valientes».
Foto: Captura de pantalla.
A propósito, compartimos entrevista publicada en el diario Escambray a Omar Quintero Montes de Oca, el pagador de promesas.
Cuando la ciencia se cruzó de brazos y en cada parte médico el diagnóstico no encontraba la luz, Omar Quintero Montes de Oca corrió a una esquina del hospital oncológico de La Habana para pedir un milagro. Fueron 14 días de un duelo desigual con la muerte. Y ya han pasado 10 años.
«Mi promesa de ir caminando desde La Habana hasta El Cobre, en Santiago de Cuba es por la salud de mi hijito «cuenta a quienes se tropieza por la carreta e, incluso, a quienes lo llaman al celular para darle aliento». Si ella me lo salvaba yo iba y aquí estoy. Sobrevivir a un tumor en el mediastino, luego que lo operaron, no le pudieron hacer nada y hoy el tumor está en el mismo lugar, sin hacer metástasis, creo que es poco común».
Partió de su casa en Marianao a las 5:50 de la mañana del 15 de enero con la bendición de su madre y los abrazos de dos hermanos y un vecino. Lo vieron salir junto al carrito blanco con cuatro ruedas y techo rojo, donde protege a la imagen hecha de calamina de la Patrona de Cuba, su acompañante desde hace más de 20 años.
«La adoro. Me levanto y duermo con mi virgencita. También, llevo en mi corazón a Yemayá».
No ha pasado un día en que no le rece. Y desde que empinó su camino le guía. Cada cierto tiempo, se sostiene en las fotos de su hijo Lázaro Quintero Bermúdez con 36 años, que guarda en el celular. Sus cambios físicos y la maldita cicatriz en el medio del pecho le redoblan las fuerzas para seguir hasta la búsqueda de sus raíces espirituales.
«Mi hijito era un muchacho fuerte, bello. Le gustaba hacer ejercicios y un día comenzó con un dolor. Pensamos que era propio de esas actividades. Al hacerle la placa le encontraron el tumor. Y ahí comenzó todo.
«Apenas puede caminar porque se cansa mucho. Duerme sentado. Me da lástima conversar con él porque sé que siente mal. Tose y las flemas son constantes. En ocasiones necesita ir al policlínico por oxígeno y va, según los turnos, al hospital. Se ha seguido dando radiaciones, pero quimioterapia, no. Además, él tiene también sus santos que le ayudan.
«Me llama constantemente para saber por dónde voy y cómo estoy. Ya tengo 56 años, soy hipertenso y sufro de una hernia discal que ni se ha enterado de mi andar. Mi preparación para enfrentar la travesía es solo psicológica. Las fuerzas están, tanto es así que fumo desde los 14 años y ahora me doy cuenta que estoy entero. Subí las lomas de Matanzas como si nada. Claro, yo sé que en eso está mucho mi fe»…
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