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«¡Transfermóvil!

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La mayoría, y sin temor, pudiera decir que todos los que usan Transfermóvil se han librado de tener que padecer los inconvenientes asociados a pagos de servicios como la electricidad y el agua.

Afortunadamente ya va quedando para contar como cosas del pasado llegar a una cola y al preguntar ¿quién es el último?, ser recibidos con la pesadez del chistoso: «€œUsted que llegó ahora»€, algo imposible porque nadie puede ser último, penúltimo ni primero o segundo si no está ubicado ya en un opuesto en esa fila para esperar que le corresponda su turno.

Por suerte, también van aumentando quienes para no perder la ubicación toman fotos de cinco que están delante, pero al cabo de varias horas, igual quedan perdidos porque los susodichos abandonaron el lugar sin avisar, lo cual provoca que uno pueda ser víctima de linchamiento porque los que van detrás reclaman y nos acusan de ser culpables aunque les mostramos los retrasos.

Y también se va reduciendo la cantidad de personas que acuden desde mucho antes de la apertura del local donde pagamos la electricidad y el teléfono para estar entre los primeros con el fin de poder realizar luego otras gestiones de la vida cotidiana, donde también hay que soportar todo tipo de calamidades como el trato de la empleomanía dedicada al cobro, cuyo comportamiento casi siempre demuestra que están haciendo un favor en vez de cumplir un trabajo por el cual cobran un salario.

Ahora hemos incorporado a los desagradables recuerdos expresiones de quienes nos han dicho abiertamente que no hay nada más malo que tratar con público, o que ellos tienen tales incomodidades en su trabajo porque tienen que permanecer en su puesto laboral tanto tiempo, y anuncian una larga lista de demandas como si los clientes tuviéramos la culpa de sus situaciones.

No fueron pocas las veces en las cuales hubo que soportar el mal carácter de alguien que descargó contra las personas a las cuales debe servir, toda la ira contenida en una discusión conyugal hogareña poco antes de salir hacia su trabajo.

Además de la extensa lista de percances en la cola, se suman los inconvenientes del traslado hacia las oficinas dos veces al mes solo para pagar deudas de electricidad, que es inevitable, y telefonía fija, en el caso de estar entre los beneficiados con ese servicio.

Pero el disfrute de no ser víctimas de esos maltratos va más allá de esos dos pagos que cada vez una mayor cantidad de clientes no tienen que hacer de manera presencial, pues ya tampoco hay que acudir a los cajeros automáticos o unidades habilitadas para extraer dinero con el cual se realizan determinados pagos.

Sin tener el dinero físicamente, ya también Transfermóvil facilita el pago al comprar en unidades donde existe la infraestructura para cobrar a través de esa aplicación, para pagar el dinero contenido en tarjetas magnéticas, cuya existencia creciente ha aliviado las faenas de los encargados de entregar los salarios.

El escenario actual parecía de ciencia ficción pocos años atrás, y no faltaron quienes afirmaron absolutamente que en las condiciones de indigencia tecnológica es totalmente imposible aplicar esos procedimientos de la modernidad tan presentes en otras naciones, incluso no desarrolladas, pero sin que una gran potencia les obstaculice el desarrollo de ciertas áreas.

Recuerdo que en un lugar un cliente le dijo a la empleada: «€œ»¡Qué ganas tengo de no verlos más a ustedes y poder reservar un pasaje desde mi casa!»€, a lo cual no le dieron respuesta, pero en cuanto salió de la oficina los empleados conversaron entre sí en voz alta: «€œAquí van a tener que venir a morir durante mucho tiempo»€.

Tal vez los participantes de aquel suceso ocurrido hace seis años lo hayan olvidado, pues de malos recuerdos no se suele vivir, y el paso a la comodidad puede borrar tales percances, pero ello no debe impedir que les digamos a los creadores de Transfermóvil:

Muchas gracias por lograr lo que muchos consideraron imposible.

Muchas gracias por demostrar que con los recursos informáticos existentes se pueden crear productos como Transfermóvil.

Muchas gracias por contribuir a reducir los espacios donde se propicia el mal trato al consumidor, al cliente, al usuario, a la población, al ciudadano, a ti, al otro, a mí…

Muchas gracias por merecer el premio a la innovación «¡y a la popularidad!

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