Rusia-USA: ¿Diálogo o monólogo?
- Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN): Tiene sus orígenes en 1949 cuando diez países de ambos lados del Atlántico (Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal y Reino Unido) se comprometieron a defenderse mutuamente en caso de agresión armada contra cualquiera de ellos. Esta organización internacional política y militar agrupa a 29 países y posee un gran arsenal nuclear.
Posiblemente cuando aparezcan estas líneas, y a consecuencia de la diferencia horaria, las delegaciones de Rusia y los Estados Unidos estén reunidas en Ginebra para debatir la tirantez que generan el expansionismo desembozado de la OTAN hacia el este y los inadmisibles peligros que ello comporta para la seguridad del gigante euroasiático.
Uno quisiera creer que la cordura, la decencia y la objetividad primarán al fin en este encuentro donde, junto a la mala racha bilateral, se juega en mucho el futuro de nuestra especie. Rusia no va a ceder (como tampoco China) por mucho que los instigadores gringos del «retorno» al hegemonismo global Made in USA imaginen que es factible deshacerse de ambos y clavar la lanza de vencedores sobre los despojos de los enemigos.
En esa masacre, por supuesto, no cuentan para Washington (como nunca lo han hecho) las «municiones gastables y desechables» que conforman el coro eurooccidental dentro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Y es que en el esquema político estadounidense no hay más poder que el propio, no existen más prerrogativas y presuntos derechos que los suyos, y no valen ninguna seguridad ni integridad territorial que no sean las que se autoatribuyen»¦; solo que al frente no hay ripios de naciones, sino colosos con toda la capacidad de respuesta como para hacer añicos tales trajines ilusionistas.
De manera que, a estas alturas de la historia, en pleno siglo XXI, como humanidad y única «especie pensante» en la maltrecha naturaleza, estamos todos en el filo de respirar tranquilos o persistir en la zozobra ante el riesgo incrementado de ser convertidos en cenizas sin voz ni voto.
Rusia acude a Ginebra con puntos claros y públicos. Su interés es establecer un equilibrio racional entre poderes de alto nivel destructivo en materia militar, a la vez que limar todo aquello que incremente el resquemor y ahonde las asimetrías en materia de seguridad y estabilidad internacionales. Es casi, al decir de expertos, la exigencia rusa a la Casa Blanca para que de una vez cumpla realmente con los postulados de la Carta de la ONU y el compromiso de resolver las diferencias mediante el diálogo y el sepelio de la violencia, con la característica especial que detrás de la buena voluntad existe un cada vez más sofisticado poderío defensivo del que los agresores no podrán escapar por mucho que lo intenten. En otras palabras, las puertas de la debacle universal»¦
Y lo amargo es que las señas que llegan de Occidente previas a la cita de Ginebra no han sido halagadoras. A Ucrania, sobre las fronteras rusas, siguen llegando armas y tropas de la OTAN para «defenderla de una invasión rusa» que solo existe en los espacios mediáticos hegemónicos, al tiempo que en otros predios aledaños se instalan misiles y centros de espionaje con la mira puesta en Moscú.
Por demás, la subversión y el uso de terroristas se ejercitan sobre el espacio que integran las ex repúblicas soviéticas (caso concreto: Kazajistán por estos días), así como la labor de zapa para desviarles el rumbo hacia el seno otanista.
Rusia es clara y diáfana, al igual que China: en la mesa y con respeto mutuo, cordura y decencia política, todo es posible. Sobre el terreno, el pulseo, las presiones y las amenazas no tendrá nunca respuestas timoratas, figurativas o carentes de la potencia necesaria para hacerse valer.
Quede pues en manos de los trasnochados del oeste lo que pueda suceder en lo inmediato y la total responsabilidad por la suerte global.