Por una humanidad más condescendiente y menos inhumana
¿Y si todos los países de este mundo cumplieran con el derecho a la solidaridad? ¿Cómo sería este presente? ¿Más utópico que real? Estamos viviendo en una era casi nula de ella, una escasez casi generalizada de ese ademán amistoso, fraternal, de generosidad, modestia y unión.
Tal pareciera que solo quedaran huellas en los libros de cuentos para los más pequeños, guiones de algunas películas y si fuera así, estaríamos hablando de una sociedad (padres) incapaz de interpretar y llevar a cabo las buenas moralejas, de educar bien a nuestros hijos.
De seguro, si fuéramos a indagar qué cosa o hecho tan adverso hoy existiera y más afectaría al hombre, su hábitat y la flora y fauna que le rodea, muchos rápidamente pensarían primero en la pandemia, después en el calentamiento global, y por consecuencia el cambio climático.
Sin embargo, debajo de muchas páginas, allá por el principio, en el prólogo, está bien definida la causa. El origen de todos los males de la época actual, la primera y segunda guerras mundiales, el bombardeo intencionado con bombas atómicas es la inhumanidad del propio hombre.
Una crueldad y egoísmo multiplicados tantas veces como tan negativo pudiera sería ese resultado. Es la desigualdad entre ricos y pobres, universitarios y analfabetos, saludables y desnutridos, afectivos y apáticos, privilegiados y mendigos, blancos y negros, hombres y mujeres.
Diferencia de pensamientos e intereses. De cómo llevar la vida, afrontar y solucionar los problemas. Por mayoría de votos, la Covid demostró que más que un Foul somos un Strike bien grande y en mayúscula, pues los puntos positivos son pocos contra los negativos.
Pero ello no significa que esos números no pudieran cambiar, la vida y sus desafíos no están como para irse con la marea, cumplir con estereotipos o darnos por vencidos. Este mundo necesita de un cambio, más allá de lo político o ideológico, uno más bienhechor, humanitario, solidario.
Como expresara y nos diera a entender nuestro presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, cuando conversara con los médicos internacionalistas cubanos, brigada Henry Reeve, a raíz del Día Mundial de los Derechos Humanos, se necesita de más corazones en este planeta Tierra.
Hay que defender «los derechos humanos, el derecho a la vida y a la salud», pero también hay que luchar por más «humanismo, sacrificio, entrega y altruismo; ejemplo de solidaridad y colaboración» como lo han hecho nuestros profesionales en múltiples ocasiones y escenarios.
No es otra cosa que cambiar el peso de la balanza y ponérsele por arriba a la «incertidumbre, la vanidad y el egoísmo que da muy pocas posibilidades de inclusión a las mayorías pobres y desamparadas», reflexionaba el Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba.
Hay que limar discrepancias, ser más tolerantes y comprensivos, echar hacia un lado malos sentimientos de odio y venganza. Un mundo mejor es posible cuando se viva y trabaje el día con el corazón en la mano, cuando se fomenten puentes de amor y se alcance la armonía.