Cultura

Carlos Acosta lleva el latido de Cuba al Teatro Real de Madrid

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El bailarín y coreógrafo cubano Carlos Acosta, criado en el barrio marginal de Los Pinos en La Habana y convertido en leyenda internacional de la danza a base de tesón, ha presentado en el Teatro Real su compañía, Danza Acosta, que durante tres días mostrará en Madrid el alma de Cuba con danza clásica, contemporánea y folclore cubano.

«El trabajo me da mucho regocijo, he tenido la suerte de contar con personas que me han ayudado a cumplir mis sueños, entre ellas mi esposa, quien también me ayuda a aterrizar de mis sueños», ha explicado este miércoles Carlos Acosta, quien ha recordado que la primera vez que vino a España fue en el 90 para hacer «Giselle» en el Albéniz.

Acompañado por Ignacio García-Belenguer y Kostantin Petrowsky, director general y director de coordinación artística del Teatro Real, respectivamente, Carlos Acosta, por primera vez en el Real, ha presentado en rueda de prensa su compañía, «solo tiene seis años» y nació con la vocación de «compartir con el mundo el talento cubano».

Su objetivo es mostrar «la diversidad y esencia cubana», además de buscar en las raíces de Cuba «nuevas danzas desde el folclore a lo contemporáneo».

Así con esa idea, ha creado el programa «Evolution» en el que participan los bailarines Raúl Reinoso, Sidi Larbi Cherkaoui, Pontus Lidberg y Jorge Crecis. Carlos Acosta también protagoniza dos coreografías.

Reinoso es el encargado de abrir el espectáculo con «Satori», una creación que ilustra el viaje hacia lo interior desde varias escenas abstractas, es una obra con «factura visual», «en el que el bailarín termina con danza gaga, muy folclórico».

Después, Carlos Acosta asume la interpretación de «Mermaid» en la que la danza contemporánea abraza a la clásica. «No hay que obviar la danza clásica, pero sí creo que hay que diversificar la oferta», ha dicho el bailarín, quien considera que «tiene la obligación de aportar y ofrecer cosas más frescas».

En la segunda parte del programa, Acosta vuelve a bailar con la coreografía «Two», de Russel Maliphant.

Con «Paysage, soudain, la nuit», el coreógrafo sueco Pontus Lidberg, inspirado en la música tradicional cubana a través de la rumba y su raíces africanas, celebra la juventud, entre los atardeceres y el amanecer, tomando como punto de partida la partitura del compositor Leo Brouwer con la complicidad de la instalación artística Vientos (2017) de la cubana Elizabet Cerviño.

El programa, que estará los días 22, 23 y 24 de octubre, lo cierra el español Jorge Crecis con «Twelve», una pieza de danza-deporte, una idea de lo que hace la compañía Acosta.

Un amplio abanico que abarca desde «el folclore a los movimientos más conceptuales», señala Carlos Acosta, el primer bailarín negro en interpretar a un Romeo.

Acosta (1973), distinguido con el título de comendador de la Orden del Imperio Británico, compagina su faceta de bailarín y coreógrafo con su trabajo en esta compañía. «Es una satisfacción poder hacer ambas cosas», dice Acosta quien se considera una persona que «no tiene limites para soñar».

Trabaja para alcanzar sus sueños. «Soy padre de tres preciosas hijas y toda mi vida me he preparado para trabajar, soy adicto al trabajo», ha añadido esta leyenda de la danza que de niño soñaba con ser futbolista como contaba en su autobiografía llevada al cine, «Yuli» por Icíar Bollaín.

No pierde la curiosidad, le gusta investigar. «Soy optimista y me gusta vivir ocupado, tratando de aprender y evolucionar», añade el bailarin que con 18 años pasó a formar parte del English National Ballet.

«Esta ventana que muestra la danza cubana cuenta con el apoyo financiero del Ministerio de Cultura de Cuba y la participación de algunos amigos. «Por eso hemos podido conseguir este proyecto», concluye Acosta, quien apuesta por renovar el ballet, «hacerlo más ligero».

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