Día Mundial del Lavado de Manos: La vacuna del jabón
Lavarnos las manos es un acto propio y diario de la vida humana en sí adquirido con la evolución. Es fundamental en la educación temprana que todo niño debe recibir, por eso en Cuba a las seños del círculo, como afectivamente se les dice a las cuidadoras y educadoras, se les recuerda y ve en los grupos de los primeros años de vida enseñar a los pequeños los buenos hábitos de la desinfección de sus manitas con agua y jabón para una buena higiene y salud.
Es aconsejable lavarse las manos al llegar a la casa, antes de cocinar o comer, después de ir al baño y que los niños y adultos jueguen y acaricien a mascotas. Fuera del hogar, también se deben cumplir con estas normas, aunque ciertas labores ameritan más de su refuerzo como es el caso de quienes trabajan en centros de elaboración de alimentos, en laboratorios farmacéuticos, y del mismo modo todo el personal de salud, sea enfermero, técnico o doctor.
De ahí que el agua como producto indispensable para el desarrollo y evolución del hombre sea tan valiosa como para la vida en sí. La necesitamos para vivir porque sin beberla ni nosotros ni ningún organismo sobrevive, los cultivos no engendran y sin ellos escasea o no hay alimentación para consumir por el hombre, pero por encima de todo esto el agua es primordial para la higiene y la conservación de la salud, y derivado de esto el avance y reproducción de las personas a lo largo de los años.
No fue por casualidad que en la antigüedad brotes iniciales de enfermedades terminaron por ser grandes problemas epidemiológicos como lo fue en la Edad Media con la peste negra considerada la pandemia más devastadora de la historia de la humanidad, la cual, a pesar de que la bacteria Yersinia pestis se transportaba a través de las pulgas de roedores enfermos, se aprovechó de la poca exigencia de los hábitos de higiene que predominaban por esa época.
Las pandemias de gripe también azotaron fuertemente y la española, la tercera más fuerte de todas, no fue que hasta la inmunización colectiva o de rebaño dejó de causar tantas muertes a nivel mundial. Se estima que entre 1918 y 1920 más de 40 millones de personas hayan fallecido a causa de ella. La conjugación del hacinamiento con la falta de higiene hizo de esta epidemia un efecto dominó tan perfecto en la misma medida en que la llevó a ser tan mortífera.
A cien años de casi haber salido de aquella pesadilla relatada en tantos libros de historia y novelas, el virus del SARS-CoV-2 vuelve a echar páginas atrás. Sin embargo, medidas preventivas como el distanciamiento físico y social, el uso correcto del nasobuco y en especial el lavado de las manos han hecho que el presente diste afortunadamente del pasado, claro está, también por el desarrollo científico y la conformación de fármacos y vacunas que nos protegen de varias enfermedades.
Este 15 de octubre es celebrado el Día Mundial del Lavado de Manos, de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el correcto lavado de las manos con agua y jabón y no un enjuague rápido previenen enfermedades diarreicas e infecciones respiratorias agudas. Apunta que «estos dos males causan la muerte de 3.5 millones de niños cada año y afecta la salud de millones más, tantos en países en desarrollo como en los industrializados».
Lavarse las manos con agua y jabón es de las formas más fáciles y accesibles que tiene el hombre para protegerse de males comunes que producto de una mala higiene pasan por las cadenas de contagios a afectar a grupos más susceptibles como lo son niños y ancianos. Hoy día hacer esta rutina es acabar con el virus del SARS-CoV-2 y garantizar que tanto uno como la propia familia libre del contagio y de un posible empeoramiento de la salud como de posibles secuelas.