La clave: nasobuco, distanciamiento e higiene
Con esa ropa debemos vestirnos todos los días: nasobuco, distanciamiento e higiene. Mayor percepción de riesgo, vamos a cuidarnos todos
La aparición de la COVID-19 en el planeta detuvo la dinámica en la vida del ser humano. De pronto nos vimos encerrados en casa sin socializar ni siquiera con la familia. Asustados, pero con la esperanza de que iba a pasar y volveríamos a estar sin el molesto nasobuco y dejarían de morir las personas por la terrible pandemia.
Unos vaticinaron y aún lo hacen, el enunciamiento apocalíptico de la Biblia del fin; otros, los más optimistas, aseguraron que terminaría el mal rato. Sin embargo, ante la realidad que enfrentamos, pienso que lo más acertado sería aprender a vivir con el problema y crear estrategias de supervivencia, que empezara con cuidarnos los unos a los otros para evitar el contagio y aprovechar todas las vías de contactos entre nosotros desde el distanciamiento, con la utilización de los adelantos tecnológicos que mantiene lazos en el mundo más allá de políticas, culturas, idiomas y kilómetros.
Sin embargo, a pesar de la ansiedad general porque se esfume la pandemia, las personas no parecen entender el peligro al que se exponen al violar las medidas de higiene, distanciamiento y el aislamiento que demanda la existencia del virus que ha demostrado no tener preferencias con grupos etarios, profesiones, ni jerarquías, y mientras nuestro personal de salud se mueve en el mayor peligro, nuestros científicos hacen proezas investigativas que ya se materializan en la población con los candidatos vacunales.
Un grupo se aventura a estar en la calle a deshora sin nasobuco, en desorden total y molestando incluso a los que tratan de descansar para volver a iniciar las faenas laborales del día a día. Supongo que esos que quizás confunden la noche con la clara jornada, utilicen la soleada mañana para dormir y por ello realizan tales prácticas nocturnas.
Pudiera sugerir un sinfín de acciones, pero son tantas las veces que lo he hecho que sin cansarme porque no podemos ceder un ápice al control que evite la propagación, apelo una vez más a la cordura, al buen juicio y a la comprensión de los indolentes, o a lo mejor, incrédulos porque no lo han tocado de cerca. Solo queremos salvarnos, salvar a nuestras familias. Ya hemos visto morir a personas queridas, enfermar y quedar con graves secuelas a niños, jóvenes, ancianos. Estamos cerca de estar inmunes gracias a la ciencia cubana, pero mientras, solo nos queda usar el nasobuco, distanciarnos, aislarnos y cumplir con las medidas higiénico-sanitarias.
Imagen: tomada de Cubadebate.