Martí en una Colmenita»¦ de Formación Integral
La aventura comenzó con 14 estudiantes y poco a poco fue creciendo en cifras, que permitió a muchos alumnos de la E.F.I encontrar un espacio diferente. Foto: Carlos «Tin» Cremata Malberti
Rocío, una adolescente con serios problemas de conducta, le dice de pronto emocionada a la directora de su Escuela:
– «»¡La profe de Español está dando últimamente unas clases sublimes!».
Cuando la titular le pregunta de dónde sacó esa hermosa palabra, la muchacha le responde:
– «La aprendí en el Taller que nos está dando el muchacho de La Colmenita»¦ «¡Está en los versos sencillos de Martí, que ya nos sabemos de memoria, Profe! « «Yo sé los nombres extraños / de las hierbas y las flores / y de mortales engaños / y de sublimes dolores».
Un instructor recibe esta proposición de otro estudiante (Reinaldo) mientras chapean la hierba, en un trabajo socialmente útil:
– «»¡Deberíamos reunir toda esta hierba y echarla a la lumbre!».
Ante el asombro del instructor, el muchacho recita: «Yo he visto en la noche oscura / llover sobre mi cabeza / los rayos de lumbre pura / de la divina belleza»»¦ «¡La lumbre, Profe»¦ el fuego!»
Estas son las anécdotas que rondan la cotidianidad de una Colmenita muy especial y profundamente Martiana. La Colmenita de la Escuela de Formación Integral «José Martí» de La Habana, que cumplió dos años este 5 de abril, el mismo día en que nació hace cuarenta años la propia escuela.
El adolescente colmenero de solo 15 años Christopher Sánchez, con la ayuda de la dirección de La Colmenita fundó y dirige este singular Taller Creativo en una institución creada para brindar tratamiento educativo diferenciado a adolescentes internos con serios problemas de conducta y dirigido a lograr una adecuada reinserción social. La aventura comenzó con 14 estudiantes y poco a poco fue creciendo en cifras, que permitió a muchos alumnos de la E.F.I encontrar un espacio diferente, siempre apoyados por una de las profesoras más queridas de la escuela « la inefable «Pucha», por las colmeneras Kleyvis y Shakira, directoras de La Colmenita de la P.N.R y por todos aquellos colaboradores que se han sumado en el camino.
Hoy en día, los primeros 14 niños fundadores ya están completamente reinsertados en la sociedad y se ofrecen como monitores para el Taller de Martí. Foto: Carlos «Tin» Cremata Malberti
Más que un proyecto artístico encontraron un lugar donde se conjugan el amor y la entrega, con el estudio y también la diversión. Un aula «sabrosa y útil» como quería Martí.
Los jóvenes comenzaron a utilizar la palabra de Martí en su día a día. Muchos apartaron los miedos y subieron a un escenario a cantar o a bailar por primera vez. Otros se convirtieron en vanguardias de las «Tribus Colmeneras Martianas» y recibieron como premio un pseudónimo de gloria – el de los expedicionarios que desembarcaron junto a Martí y Gómez por Playitas de Cajobabo»¦
Así Kevin comenzó a llamarse Paquito Borrero, Roberto firmaba como César Salas, Rocío se convirtió de pronto en Ángel Guerra, el fornido Adriel en el gigante dominicano Marcos del Rosario, Milagros tuvo el privilegio de ser Máximo Gómez y la vanguardia Patricia, que llegó a dominar más de medio centenar de Versos Sencillos y transformar su disciplina en ejemplar, fue premiada con el pseudónimo de José Martí»¦ y con esos «nombres de guerra» comenzaron a firmar las cartas de agradecimiento que enviaban a La Colmenita.
Un buen día todos los miembros de ese singular Taller fueron invitados a un concierto de La Colmenita Central, en las inmediaciones de la Plaza de la Revolución. Ese día cumplía años Paolo»¦ Cuando se acabó todo y subió a la guagua, no pudo contener la felicidad y dijo con ojos humedecidos: «Este ha sido el mejor cumpleaños de toda mi vida»¦ en la casa nunca fue así».
En otra ocasión, recibieron todos un Premio por los avances en el conocimiento de la vida y obra del Apóstol: compartir una función de La Colmenita de la Policía Nacional Revolucionaria para los damnificados del tornado en La Habana. Cuando terminaron de repartir donaciones y bailar y cantar sobre un improvisado escenario, todos comentaban que no podían haber recibido un Premio mayor.
Hoy en día, los primeros 14 niños fundadores ya están completamente reinsertados en la sociedad y se ofrecen como monitores para el Taller de Martí (cuando lo permitan las condiciones por la COVID 19). Y sus integrantes, todos, no cejan en el empeño Martiano de no dejar pasar un día, sin que hayan hecho una buena acción.
Estas son las anécdotas que rondan la cotidianidad de una Colmenita muy especial y profundamente Martiana. Foto: Carlos «Tin» Cremata Malberti
El día de despedirse finalmente de su escuela, el Reinaldo de esta crónica, le dejó una carta de cariño y agradecimiento a una profesora, con quien había tenido serios encontronazos, que concluyó amoroso: «Alas nacer vi en los hombros/ de las mujeres hermosas/ y salir de los escombros/ volando las mariposas».
Una de nuestras más fieles colaboradoras se nos acerca y muy emocionada nos dice:
«Una Escuela que lleva el honroso nombre de José Martí, ha crecido, ha crecido como un rosal y todos sus niños han comprendido la voz y el legado del apóstol, cuando dijo: «¦Se es bueno porque sí y porque allá adentro se siente como un gusto cuando se ha hecho un bien o se ha dicho algo útil a los demás. Eso es mejor que ser príncipe: ser útil»¦»