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El libro y la lectura, compromiso fidelista inalterable

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Coronavirus (Covid-19); Familia en casa, en Marquez Gonzalez y Estrella

El fomento del libro y la lectura, pasión a la que tanto empeño dedicó el Comandante en Jefe Fidel Castro, constituye un compromiso inalterable del Gobierno, las instituciones culturales cubanas y la vanguardia artística y literaria.

Esa prioridad, y el modo de hacerla efectiva en medio de las circunstancias actuales y de cara al futuro inmediato, marcó la tónica del más reciente encuentro entre el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, el miembro del Secretariado del Partido, Víctor Gaute, directivos del Ministerio de Cultura y destacados creadores, que dio seguimiento a los acuerdos y planteamientos del IX Congreso de la Uneac.

Si la emergencia epidemiológica impidió la realización este año de la Feria Internacional del Libro, y tronchó el programa de la anterior a lo largo del país, los escritores, editores y promotores, convocados por el Instituto Cubano del Libro (ICL), la Uneac, la Asociación Hermanos Saíz y las instituciones de la Cultura se disponen a celebrar, del 26 al 31 de marzo, una jornada por el Día del Libro Cubano, al conmemorarse el aniversario 62 de la fundación de la Imprenta Nacional.

Lo harán mediante presentaciones literarias, conferencias, paneles, entrevistas, documentales y exposiciones, con el acompañamiento del cine, la música y las artes plásticas y escénicas, en su mayoría concebidas para su difusión en espacios virtuales.

Si aún antes de la pandemia disminuyó sensiblemente la impresión de libros y revistas, debido a los onerosos efectos del bloqueo estadounidense contra Cuba, la máxima dirección del país está desarrollando ingentes esfuerzos para poner al día los atrasos de la producción poligráfica y mejorar el equipamiento del sistema de ediciones territoriales creado por Fidel.

Ni la Asociación de Escritores ni el ICL han dejado de ocuparse y, en no pocos casos, hallar soluciones que den respuestas a los acuerdos del IX Congreso. No obstante, quedan tareas pendientes e interrogantes que transitan, desde el estímulo de la creación hasta el imprescindible papel de la crítica en el establecimiento de jerarquías, las cuales deben ser asumidas con inteligencia, integralidad y espíritu innovador.

Urge, según expresó el poeta Miguel Barnet, saber con certeza qué se escribe hoy, qué lee y desea leer el cubano de nuestra época, cuál es la relación de los jóvenes con la lectura, ventilar si hemos sabido contar nuestra historia en las letras. Es preciso, apuntó el narrador Francisco López Sacha, tomar el pulso real al estado actual de la creación literaria, pues se corre el riesgo de la relativización insustancial o la atomización de las perspectivas, tal como ha sucedido en países occidentales con una larga tradición. Es inaplazable recuperar la edición y circulación de revistas emblemáticas y dignificar el papel del traductor literario, a juicio de la poeta Nancy Morejón. La narradora Laidi Fernández de Juan planteó justificados reclamos acerca de la representación y protección de los autores cubanos. El historiador Ernesto Limia insistió en la alianza factual y permanente entre los mejores referentes literarios y el sistema educativo.

Luego de requerir una mayor intensidad en la respuesta a estos y otros problemas abordados, el mandatario se interesó por la colección básica de autores cubanos en fase de implementación, y enfatizó en la necesidad de la promoción de la lectura: «Si logramos que las personas lean más, contribuiríamos a que sean mejores personas, mejores ciudadanos»».

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