Hijo de Pichón, nace pescador
Existe una antigua sentencia popular que asevera: – «Hijo de gato, caza ratón», y en la historia de vida de Jesús Masa Castro la retomo, pero transformada por su origen familiar, ese que me permite asegurar: – «Hijo de Pichón, nace pescador».
Se trata de que Jesús, es hijo del septuagenario pescador José Masa Ruiz, o mejor Pichón, un apodo heredado de generación en generación por los descendientes de la familia Masa de Caibarién, en su mayoría hombres de mar.
Este caibarienense de 45 años de edad, cordial, robusto, curtido por el sol y el salitre, es el patrón de la embarcación Plástico 28, perteneciente a la Flota Langostera de la Villa Blanca.
Pichón, como lo llaman sus compañeros, nació y creció en la Cooperativa Pesquera junto a su padre. Casi adolescente se incorporó al Movimiento de Aprendices de la Pesca, y a los 20 años pasó a formar parte de la tripulación de la Unidad 41, bajo el mando de su padre.
Para Jesús no existe otra profesión, él solo ambiciona pescar, y afirma sentirse libre cuando siente la brisa en altamar, ahora en la zona de captura del crustáceo frente a Cayo Santa María y cercana a Faro Caimán.
En el Plástico 28, lo acompaña una tripulación integrada por un maquinista y tres tripulantes, uno de los cuales también se desempeña como cocinero, y es su hermano menor José.
Para estos pescadores de langosta cada día de faena comienza con el despertar a las 5 de la mañana, y concluye a las 7 de la noche, siempre con la satisfacción del deber cumplido, en especial cuando la marea fue pródiga, en tiempos donde el demandado crustáceo escasea debido al Cambio Climático y el deterioro medioambiental.
Jesús, no te teme al mar, y hasta se siente protegido, aunque, con una sonrisa pícara reconoce lo difícil que resulta pescar langostas, en particular porque te enfrentas en las zabullidas a las mordeduras de los peces león, las barracudas, entre otros peligros, como las tormentas, las descarga eléctricas, los vientos fuertes y otros tantos fenómenos meteorológicos.
Este patrón caibarienense, se sabe protegido por las medidas de primeros auxilios y los medicamentos que llevan a bordo del Plástico 28, el servicio de comunicación con tierra a través de las fonías de las empresas Caimar y Villa Mar, así como la custodía permanente por parte del servicio de guardafronteras, en caso de alguna emergencia en altamar.
A los jóvenes aprendices que llegan hasta Caimar, les inculca el amor a un oficio antiguo, difícil, peligroso, pero gratificante a la vez, porque le permite sustentar a su familia, y en especial se sabe protagonista del desarrollo económico y social de Cuba, de ahí su orgullo de ser pescador.
En sus años sobre una embarcación, siempre el corazón le late bien fuerte cuando desde el mar divisa la orilla de Caibarién, ahí, después de cada pesquería lo espera su esposa Yamila González González, trabajadora de la pesca, y juntos hacen posible la felicidad y unión familiar.
Jesús, como su padre José, habla cada día al mar para agradecerle tantas bondades recibidas sin pedirle nada a cambio. Son estos motivos suficientes para aseverar que: – «Hijo de Pichón, nace pescador».
Fotos: Ernesto Hernández Palencia