El tesoro de Cayo Santa María
Cuentan varias generaciones de caibarienenses que en Cayo Santa María, al noreste de Caibarién decidió arrancharse Pepe el pescador, y así vivió toda su vida, desde las guerras de independencia hasta que falleció. Un día, durante un sueño a Pepe se le aparecieron tres bellas muchachas, que paradas a los pies de su camastro se pusieron a cantar. Cuando terminaron su melodiosa interpretación las jóvenes le dijeron al pobre hombre que le dirían el lugar exacto del cayo donde había un tesoro enterrado. Se trataba de un claro del monte con tres marcas movedizas. El pescador despertó sobresaltado de su pesadilla, e incrédulo al fin se rio y dijo: – Es sólo un sueño, así que hizo caso omiso de la historia y continúo su descanso plácidamente. Entonces sucedió que tres días después del extraño sueño, cuando ya casi anochecía Pepe se percató que le faltaba un ternero de su rebaño, y salió a rastrearlo. Buscó y buscó, hasta que a mitad del monte, en medio del cayuelo escuchó el sonido de un cencerro, así que esperanzado siguió el repiqueteo hasta llegar a una laguna donde encontró tres marcas movedizas, idénticas a las que le habían mostrado las muchachas en su sueño. Sorprendido, asustado y curioso el pescador cavó en el lugar marcado y justo ahí para sorpresa de él halló un antiguo cofre repleto de monedas de oro y otras prendas preciosas. Del uso que el pescador le dio al tesoro, nada se conoce, lo cierto es que nunca regresó a tierra firme y prefirió vivir, para siempre en el paraíso natural que es » Cayo Santa María. Esta es otra leyenda de la Villa Blanca que ha pasado de generación en generación gracias a la imaginación de los caibarienenses y su rica oralidad. Fuente: Investigación de Máximo Luz Ruíz Imagen: Tomada de Internet