El hombre sin cabeza
Cuentan la gente de mar de Caibarién que un pescador estaba tan enfrascado en sus faenas del día cuando, sin percatarse lo sorprendió la noche en el mar.
El hombre miró en derredor y descubrió que se encontraba cerca de un cayuelo, así que encaminó el rumbo de su chapín en esa dirección con el objetivo de pernoctar en el lugar.
Para el pescador fue una noche tormentosa y de mal dormir, tuvo pesadillas, y entre sueños escuchaba una voz que le decía: – «Córrete de lugar».córrete de lugar que estás ocupando mi espacio».
Al amanecer, cansado y soñoliento se dispuso a hacer un poco de café, como es costumbre entre los pescadores. Absorto en la preparación de la estimulante bebida, sintió cuando un hombre se le acercó y le pidió un buche de café.
El pescador estaba agachado ante la improvisada fogata, y solo alcanzaba a ver los pies descalzos de su interlocutor, algo que le era natural porque por ese tiempo en los cayos de Caibarién vivían familias que se dedicaban a la pesca y la fabricación de carbón.
Cuando estuvo listo el café, el pescador lo sirvió en un jarro, y se incorporó para alcanzarlo al visitante, pero quedó petrificado, porque para asombro suyo» ¡El hombre no tenía cabeza!
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