Cultura

Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo: sus aportes a la cultura cubana

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Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, ocupa un puesto relevante entre las figuras más significativas de la historia de Cuba

Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, ocupa un puesto relevante entre las figuras más significativas de la historia de Cuba. El hombre del 10 de octubre, en la memoria colectiva de la nación se ha construido como un símbolo de patriotismo e intransigencia revolucionaria. Ha sido ampliamente divulgada, su trayectoria revolucionaria a favor de la independencia de la Isla, los sacrificios que tuvo que realizar en el cumplimiento de su deber, que demuestran su cabal comprensión del momento histórico, que lo ubicó frente a su país, y frente a la historia.

Esta situación anteriormente descrita, ha invisibilizado la obra cespediana en materia cultural. El investigador Alfredo Mestre Fernández al respecto ha expresado: “La efigie revolucionaria de Céspedes ha opacado las demás cualidades de su personalidad polifacética, […] fue un prosista de puño firme y un poeta que se inspiró en la naturaleza y en la mujer”.

La digna respuesta dada al Caballero de Rodas, quien intentó que Carlos Manuel Céspedes claudicara, ofreciendo perdonar la vida de su primogénito Oscar, a la sazón prisionero de las fuerzas españolas. Le han otorgado la bien merecida condición de “Padre de la Patria”. Creemos que es importante explicar, que, con anterioridad a la caída de los cubanos en el combate anticolonial contra España, ya Céspedes ejercía una especie de paternidad cultural, sobre la antigua región histórica de Bayamo.

 Su quehacer constante a favor de la cultura de su ciudad natal lo convirtieron en un icono en el panorama cultural de su tiempo que trascendió la jurisdicción de Bayamo, irradiando otras regiones del Oriente cubano.

El investigador Rafael Acosta de Arriba ha explicado:

Su personalidad intelectual, sin embargo, fue superior a su producción literaria. Fundador de las Sociedades Filarmónicas de Bayamo y Manzanillo, traductor, cronista de viajes, director de puestas en escena de teatro, actor, organizador de bailes colectivos y de veladas y debates literarios, declamador y organizador de concursos de declamación, unido a su ejercicio sobresaliente de la abogacía, con los más importantes clientes en el valle del Cauto, todo ello hizo de Céspedes una personalidad conspicua, atractiva y sumamente imantadora de fieles y admiradores que más tarde, en el momento preciso, lo siguieron en la hombrada del alzamiento independentista.

Lo anteriormente citado, carece de divulgación y empleo como recurso historiográfico para tratar a la personalidad de Carlos Manuel de Céspedes en el plano docente metodológico en la disciplina de Historia de Cuba. Los estudios que abundan sobre la misma provienen desde otras áreas de las ciencias sociales y humanísticas.

Era frecuente que el Padre de la Patria, en sus escritos hiciera mención a personajes de la historia clásica, a la hora de establecer comparaciones con determinados eventos por los cuales atravesaba la revolución redentora, contra los enemigos políticos dentro de las propias filas independentistas.

No son pocos los investigadores, que se han acogido al criterio del psicoanalista literario Fredo Arias de la Canal, quien conceptualizó las cartas de Carlos Manuel de Céspedes a su esposa Ana de Quesada como un diario (Véase a: Cartas de Carlos Manuel de Céspedes a su esposa Ana. Colectivo de autores. Frente de Afirmación Hispanista, A.C. Mexico,2024)

El entorno natural que circunda a la ciudad que lo vio nacer y convertirse en uno de sus hijos más prodigiosos, acogía a dos de los principales atributos naturales de la nación cubana haciendo del paisaje de la región un páramo maravilloso que no escapó de la inspiración de Céspedes que llevaría a versos sus impresiones de tan elocuente obra de natural. Como hemos dicho con anterioridad en el cuerpo de este trabajo la poesía de Carlos Manuel de Céspedes se inspiraba en la naturaleza y en la mujer.

Al pie del Monte Turquino (fragmentos)

Tú, que a la luz del sol en la alborada

como un punto brillante, resplandeces,

y una estrella clarísima y rosada

en el espacio fija me pareces:

tú eres, sin duda, el monte donde quiso

Dios para Eva hacer el Paraíso.

 Al Cauto (fragmentos)

“Naces, ¡Oh Cauto!, en empinadas lomas.

   Bello, desciendes por el valle ufano;

   Saltas y bulles, juguetón lozano,

   Peinando lirios y regando aromas”.

   Luego de arranque fervoso domas,

    y hondo, lento callado, por el llano

    te vas a hundir en el inmenso océano:

    tu nombre pierdes y sus aguas tomas.

Manuel Anastasio Aguilera un contemporáneo de Carlos Manuel de Céspedes lo describió: “De pequeña estatura, aunque robusto, bien proporcionado, de fuerte constitución y ágil en sus movimientos, bien parecido y de arrogante figura. Se distinguía mucho en el baile y la equitación, y era esgrimista y gimnasta y se le citaba como perito en ajedrez y como el traductor de sus leyes”.

Céspedes fue promotor de la realización de las simultáneas de ajedrez en su ciudad natal, su afición por el juego ciencia lo llevó a traducir del francés al español del libro escrito por el famoso maestro Luis Charles de Labourdonnais “Las leyes del Juego de Ajedrez”, el cual fue publicado en el periódico El Redactor, de Santiago de Cuba, a partir del 4 de octubre de 1855.

Carlos Manuel de Céspedes nunca pudo librarse de esta práctica, que lo acompañó a la manigua redentora, e incluso en los últimos días de su vida. Citemos una de las cartas dirigidas a su esposa fechada el 15 de julio de 1871: “[…] con el primero de confianza que venga un tablero de ajedrez propio para la campaña con sus piezas y el mejor tratado de ese juego que se haya publicado en cualquiera de las lenguas que yo entiendo […]”. Enrique Collazo y Tejeda narra que a su llegada al campamento donde se encontraba el Gobierno de la República en Armas: Encontramos al presidente Céspedes jugando una partida de ajedrez.

Quizás Carlos Manuel de Céspedes nunca sospechó, que de su prosa se diera a conocer a Primera Declaración de Independencia de su patria. Es precisamente el Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba, un canto al noble propósito de constituir una República soberana donde todos los hombres fueran iguales, y se pronuncia por el respeto de las propiedades y de la vida de la ciudadanía pacífica, sin promover el odio hacia los españoles. Podemos decir que en buena medida hubo mucho de la línea del pensamiento cespedista en los principios que José Martí plasmó en el Manifiesto de Montecristi.

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