Termina el año, pero quizás nuestro cuerpo no envejeció exactamente junto con él
Llega a su fin el 2024 y para cada cual es un año más o uno menos, según se mire.
También habrá quien se sienta un año más viejo. Pero, precisamente uno de los importantes descubrimientos científicos de este calendario, según lo considera la revista National Geographic, es el haber desentrañado que no envejecemos de un modo paulatino y lineal, sino en oleadas o ráfagas.
En vez de ser solo un proceso gradual y permanente, un estudio publicado en agosto último por la revista Nature https://www.nature.com/articles/s43587-024-00692-2 reveló que, al menos, se envejece de manera acelerada en dos ráfagas u oleadas: alrededor de los 44 años y luego a los 60.
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Lo constataron científicos de la universidad estadounidense de Stanford, liderados por el genetista y director del Centro de Genómica y Medicina Personalizada de esa universidad, profesor Michael Snyder, quien aseguró que «No estamos cambiando gradualmente con el tiempo. Hay algunos cambios realmente dramáticos». https://www.theguardian.com/science/article/2024/aug/14/scientists-find-…
“Resulta que mediados los 40 años es una época de cambios dramáticos, al igual que a principios de los 60, y eso es cierto sin importar qué clase de moléculas observemos”, enfatizó el experto.
Realizaron un estudio molecular que integraba datos biológicos obtenidos a partir de varias disciplinas como la genómica, transcriptómica y proteómica (perfil multiómico integral) en un grupo de 108 participantes de entre 25 y 75 años y de diversos orígenes étnicos, a quienes dieron seguimiento por un período medio de 1,7 años.
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En muestras de sangre, piel, nariz, boca e intestinos colectadas sistemáticamente en dichos sujetos, analizaron más de 135 000 moléculas y microbios diferentes, incluidos metabolitos, lípidos, proteínas y precursores de proteínas (moléculas de ARN), relacionados con la salud inmunitaria, la función cardiovascular, el metabolismo, la función renal así como con las estructuras muscular y cutánea.
Ello, para determinar cuándo tenían lugar los cambios y alteraciones más frecuentes a nivel molecular y bioquímico. Concluyeron que el 81% de las moléculas estudiadas no cambiaron de manera continua, sino se transformaron significativamente en torno a los 44 y 60 años, respectivamente.
El periódico The Guardian digital describe cómo en el estudio “La primera ola de cambios (en torno a los 44 años) aconteció en moléculas relacionadas con enfermedades cardiovasculares y la capacidad de metabolizar cafeína, alcohol y lípidos; mientras que la segunda ola ( a los 60 años) incluyó a moléculas involucradas en la regulación inmunológica, el metabolismo de carbohidratos y la función renal. Las moléculas relacionadas con el envejecimiento de la piel y los músculos cambiaron en ambos puntos temporales”.
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“El análisis reveló patrones no lineales consistentes en los marcadores moleculares del envejecimiento”, según consigna el resumen de la propia investigación.
Este patrón coincide con la evidencia previa de que el riesgo de muchas enfermedades relacionadas con la edad no aumenta de manera gradual, mientras la posibilidad de padecer Alzheimer y enfermedades cardiovasculares aumenta bruscamente después de los 60 años.
No obstante los varios sesgos que marcan a la investigación citada y que parecen no hacerla concluyente, sus descubrimientos podrían tributar a mejorar ciertas prevenciones como aumentar el ejercicio durante los períodos de pérdida muscular más rápida, según comentario de sus autores.
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«Creo firmemente que deberíamos intentar ajustar nuestro estilo de vida mientras aún estamos sanos», sentenció el profesor Michael Snyder, autor principal del estudio.