Doscientos kilómetros
Desde hace varios meses se ven, en la ciudad de Santa Clara y en las carreteras que conducen a otros municipios de nuestra provincia, en número de uno, dos, tres y a veces incontables ciclistas debidamente vestidos para ese deporte. Para sorpresa de algunos, ellos provienen de diferentes profesiones y labores. Los une el amor a ese pasatiempo.
Como especialista en Cardiología y amante del ciclismo, el pasado mes de julio le pedí a un grupo de sus coequiperos que me acompañaran en un reto personal de 100 kilómetros. Luego, propuse antes de finalizar el año cumplir con una nueva meta: rodar 200 kilómetros; este sería también un desafío para varios participantes.
La rodada exigía, más que la voluntad, la colaboración de muchos. Neslán Arbeláez Hernández, conocido como el Meka (mecánico de bicicletas), transmitió la idea a Pedro Rodríguez Pombrol, comisionado provincial de ciclismo y al Club Escaleras al Cielo (Parapentes Santa Clara, Cuba). De este último grupo, el abogado Jordanny García, convertido también en ciclista, se encargó de gran parte de la organización y logística. Al apoyo de muchos se unieron amigos como la Casa de Maní Bormey.
El grupo final de los que participarían estuvo formado por ciclistas de los municipios de Santa Clara, Ranchuelo, Camajuaní y Caibarién, más un pequeño grupo que vino desde Cienfuegos y pernoctaron la noche antes en nuestra ciudad.
Coordinado todo, solo quedaba proponer el día y se fija la fecha para el 14 de diciembre. Desde el día 12 comenzaron las inclemencias del tiempo, pero hasta el clima estaba a favor de los más de 20 ciclistas que participaron; pues el 14 de diciembre, la lluvia hizo «una pausa» y nos permitió cumplir con el anhelo de los 200 kilómetros.
La ruta tuvo como punto de partida el Parque Vidal, de la ciudad de Santa Clara, para tomar la autopista hacia el kilómetro 259 y continuar el viaje a Taguasco, en Sancti Spíritus. Con una parada técnica, para alimentarse e hidratarse, al recorrer 50 kilómetros continuamos y cuando los ciclo computadores marcaron el kilómetro 100, giramos sobre el lugar para el regreso (pues consideramos que al llegar al parque Vidal, marcarían los 200). Sin embargo, los cálculos fallaron. Los ciclocomputadores marcaron por azar el kilómetro 200 en la Plaza Ernesto Che Guevara. Allí tomamos la foto de la meta cumplida, acompañados de la bandera cubana. Continuamos al sitio de partida para cerrar el reto en el hermoso parque central de esta ciudad.
Y como una familia, porque así lo sentimos, logramos el cometido al demostrar que la voluntad se entrena y tras el entrenamiento está el resultado, y una mejor salud.