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Varela nos continúa enseñando en pensar

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El 20 de noviembre de 1788 llegaba al mundo uno de los pedagogos más brillantes del siglo XVIII Felix Varela. Hombre de ideas claras y de principios morales que en ocasiones parecen insuperables, pero que han de convertirse en guía de una sociedad que día a día se empeña en materializar el añorado mejoramiento humano.

Numerosas facetas marcaron el paso de Felix Varela por las páginas más gloriosas de la historia patria. Solo basta recordar su pensamiento crítico y patriótico, que marcó el punto de partida del independentismo cubano. Pero detrás del patriota había un hombre de fe, sacerdote por vocación, un filósofo con sólidas concepciones humanistas. Pero sobre todo estaba el maestro que veía el futuro de Cuba sobre los hombros de la juventud. Como expresa en su clásica obra Cartas a Elpidio.  

Su pensamiento pedagógico estuvo notablemente influenciado por el iluminista francés Rousseau, autor del Emilio, clásica obra sobre la que otro grande de la pedagogía latinoamericana como lo fue Simón Rodríguez educó al Libertador Simón Bolívar. Con apenas 24 años el Padre Varela es nombrado por el Obispo de Espada, profesor de Física y Ética. Pero no se conformó con el precoz título académico y a partir de este momento en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio, comienza a romper con la esclavizadora escolástica católica, pero sin alejarse de su fe religiosa. 

Cuentan algunos de sus alumnos que, aunque dominaba a la perfección el latín. Idioma utilizado en las clases hasta el momento en el Seminario, este comienza a dictar sus clases en español. Lo que causaba gran revuelo porque rompió con los cánones pedagógicos impuestos. Durante sus conferencias la muchedumbre de estudiantes del Seminario invadía el auditorio por todas partes (puertas, ventanas) para escuchar las cubanísimas conferencias de Varela.

No sólo en el verbo quedó su obra, sino que comienza a enseñar por experimentación, algo impensable en una Cuba atada a la educación escolástica impuesta por el catolicismo español. De ahí que Felix se ganara el merecido epíteto de “El que nos enseñó en pensar”.

De sus aulas salieron los hombres más preparados de la época; basta mencionar a José Antonio Saco. El pensamiento pedagógico de Varela, matizado por su patriotismo y criticismo fue útil para forjar las futuras generaciones que exponían día a día la vida por la independencia de la mayor de las Antillas en diferentes contextos. Sin importar si era un aula o la manigua redentora.

Pero además dio un vuelco a la educación cubana, nutriéndola de los métodos más avanzados de su época. Otros maestros como el propio José Martí se nutrieron de su pensamiento. Útil incluso en los días actuales de Cuba, donde es necesario reconquistar valores y principios éticos que cotidianamente son pisoteados por los círculos de poder hegemónicos.

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