Cuidados y personas cuidadoras, necesidad del presente cubano
Desde el convencimiento de que es necesario invertir en la economía del cuidado y crear sistemas del cuidado y apoyo que sean sólidos, resilientes y sensibles a las cuestiones de género, de edad e inclusivos de la discapacidad, la Asamblea General decidió proclamar el 29 de octubre como Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo.
Realidades y estadísticas sustentan tal proclamación:
-Un total de 249 millones de mujeres y 132 millones de hombres componen la fuerza de trabajo mundial dedicada a la prestación de cuidados.
-Se prevé que hasta el 2030 el número de personas que reciben estos cuidados ascenderá a 2300 millones, cifra que estará engrosada de modo significativo por 100 millones más de personas mayores y por 100 millones más de niñas y niños con edades entre los 6 y los 14 años.
Foto: Fernanda Reyes/Istock
-Las mujeres realizan el 76,2 por ciento de todo el trabajo de cuidados no remunerado, dedicando 3,2 veces más tiempo que los hombres a dichas labores.
-Actualmente, al menos 8 millones de personas mayores en América Latina y el Caribe requieren cuidados a largo plazo, y dado este continuo cambio demográfico, esta cifra podría triplicarse a 23 millones para el 2050.
Aun no llega ese Día Internacional, pero ya se realizan en distintas partes del mundo, incluida Cuba, jornadas para visibilizar los cuidados y a las personas cuidadoras, ubicando a la corresponsabilidad en el centro de las agendas, según subraya la Red Cubana de Estudios sobre Cuidados.
A propósito de esta imprescindible ocupación de cuidar, la coordinadora de dicha Red, la socióloga y profesora universitaria Magela Romero Almodóvar, además de subrayar la necesidad de alcanzar esa corresponsabilidad, recordaba que “Los cuidados no son un problema; son trabajo, una práctica, una relación social. Tienen que ver con la cultura y las conexiones, casi siempre amorosas, que establecemos entre familiares, amistades, vecinos…”
“Lo que sí es un problema- aclara la experta- es la crisis de los cuidados, porque supone un escenario donde hay un desbalance entre la demanda y la oferta de cuidado”.
No por gusto el Sistema Nacional para el Cuidado Integral de la Vida en Cuba, quedó aprobado en esta Isla en diciembre último.
Imagen: MTSS
El Sistema se dirige a menores de cero a 12 años de edad, a los adultos mayores y en situación de discapacidad, a quienes por enfermedad o accidente requieren de cuidados temporales, y a las personas que se dedican a cuidar.
Dentro de sus prioridades, se ubica reconocer el aporte económico y social de la labor de cuidados, que se prevé realizar a través del Código de Trabajo y de la futura Ley de Seguridad Social que se presentará el próximo año en la Asamblea Nacional del Poder Popular, informa el periódico Granma.
Y en septiembre pasado sesionó en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) la reunión mensual de la subcomisión de sistemas de cuidados que tuvo entre sus temas de análisis el proyecto nacional de construcción de residencias protegidas para la tercera edad, propuestas de temas sobre cuidados que deben ser incluidos en los distintos niveles de enseñanza, la creación de estrategias para facilidades de créditos a iniciativas de las formas no estatales que ofrecen servicios de cuidado, así como el plan de acciones de la Red Cubana de Estudios sobre Cuidados para este octubre.
Pero no bastan las normativas, sistemas y estrategias ya creadas o en vías de implementación, el director general de empleo del MTSS, Ariel Fonseca Quesada, comentaba en la última sesión del encuentro internacional Cuidados, desarrollo y justicia social: políticas, enfoques, actores y buenas prácticas, ocurrido en La Habana el pasado junio, que “con solo regular estos procesos y que exista la ley no se garantiza una transformación”.
Foto: Jorge Luis Baños /IPS
Es así porque se requiere un cambio cultural de esencias que tribute a esa verdadera corresponsabilidad al interior de las familias y en la sociedad toda. Lo cual permitiría una justa redistribución de esos cuidados para la vida.
Hoy, esas responsabilidades continúan aún signadas por patrones patriarcales que dejan recaer el mayor peso en las mujeres de casa y falta por fraguar mucho convencimiento y actuar para comprender que el quehacer de los cuidadores es un trabajo, también un derecho y , a la vez, un sostén del bienestar social.
Transformar esas concepciones que hacen recaer fundamentalmente en las mujeres esas labores de cuidado, en detrimento de su tiempo, sus proyectos de vida y con bajo reconocimiento social y económico es de los grandes cambios a los que están abocadas las políticas y la sociedad cubana, fue reiterado durante ese encuentro internacional sobre Cuidados.
Economía y cuidados
El trabajo de cuidados no remunerados es también un aporte económico al PIB, así lo calificaba la coordinadora de la Red Cubana de Estudios sobre Cuidados , y argumentaba interrogando: “Si ahora mismo, por ejemplo, las familias dejan de atender a las personas encamadas o dependientes que cuidan, ¿cuánto le costaría al Estado garantizar el bienestar y la vida de esas personas?”
Reconocer el valor económico de esos cuidados no remunerados en todo lo que implican también aportará una mayor visibilización de quienes lo asumen así como a su mayor reconocimiento.
A esta faceta económica se añade la participación en esas labores de trabajadores no estatales, lo cual, no pocas veces, hace más pronunciadas las diferencias en los ingresos de la población, al punto de que, como refería Romero Almodóvar, mientras existen familias que contratan esos servicios privados, en otros hogares son también personas mayores, y a veces también incapacitadas o con poco validismo, quienes cuidan a un pariente.
Foto: tomada de cuba.cu
Todo esto, atravesado por la difícil situación que vive Cuba, bajo un bloqueo estadounidense arreciado y signada también por distorsiones económicas a lo interno y otras problemáticas de orden interno en las que la emigración conspira de manera decisiva contra el número de jóvenes que podría ayudar o asumir el cuidado de sus mayores o de otros familiares necesitados de atención y que, por lo contrario, suma a la existencia de ancianos que viven solos o de hogares donde sus integrantes todos son adultos mayores.
La ONU subraya en su sitio oficial la necesidad de “reconocer y valorar el trabajo del cuidado remunerado y a los cuidadores como trabajadores esenciales. Se deben adoptar también medidas que combatan los estereotipos de género relacionados con los cuidados y el apoyo, así como los relacionados con la raza, el origen étnico, la edad o el estatus migratorio, para reducir la segregación ocupacional en el trabajo del cuidado”.
Asimismo, en lo referido al trabajo del cuidado y doméstico remunerado, insta a facilitar la transición del trabajo informal al formal y al trabajo decente; a crear empleos de calidad en la economía del cuidado y aumentar la recompensa y representación de los trabajadores domésticos remunerados, incluidos los cuidadores.
Foto: SEMlac Cuba
La ONU es enfática al indicar que “Es igualmente necesario hacer efectivo el derecho de las mujeres al trabajo y los derechos en el trabajo de quienes tengan responsabilidades de cuidados, incluida la igualdad de remuneración por trabajo de igual valor”.
En Cuba, y según informó el ya citado director general de empleo del MTSS, Fonseca Quesada, la gestión institucional del Sistema de Cuidado Integral para la Vida se vincula a la Comisión gubernamental para la atención a la dinámica demográfica, que dirige el primer ministro de la República, está integrada por 17 ministros y jefes de entidades nacionales, y cuenta con la participación de dos comisiones permanentes de la Asamblea Nacional y las asesorías del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana y la Oficina Nacional de Estadísticas e Información.
Foto: Jacob Wackerhausen / iStock
Aunque los cuidados a los que aquí se hace referencia no se limitan a las personas mayores, los desafíos que actualmente marcan la dinámica poblacional cubana con un marcado envejecimiento, hacen de este Sistema Nacional de Cuidados una piedra angular en le ejercicio de los derechos y por el bienestar de cuidados y cuidadores, de la sociedad en su conjunto y sin desigualdades de género, porque de todos ha de ser esta responsabilidad en coherencia con el modelo humanista de desarrollo que Cuba defiende.