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Implementar medidas migratorias es un desafío permanente

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Aunque sean prácticas comunes universales para la migración, las administraciones estadounidenses las entorpecen si las aplica Cuba

Como el significado de la frase es dar un vuelco a la situación, podríamos afirmar que la tortilla mejor virada en asuntos migratorios la dio Cuba en 2012 al actualizar la política en ese tema y adecuarla al momento y a un futuro previsible como el de los últimos años.

Eliminar el 16 de octubre de 2012 la “carta blanca” o permiso de salida vigente desde hacía muchos años, fue un reto vencido, pues abrió las puertas para una mayoría y demostró las posiciones negativas del gobierno de los Estados Unidos.

Hasta ese momento, Cuba tenía el añejado desafío de vencer acusaciones de no permitir viajar libremente debido al Permiso de Salida al Exterior que, como explica Max Lesnik en Viajar sin Pedir Permiso, existía antes de 1959, aunque no era una tarjeta blanca, sino un cuño azul en el pasaporte.

Su derogación en 2012, fue la antesala de una ley de emigración que entró en vigor el 14 de enero del 2013 y como siempre que se aprueba alguna disposición de este tipo, seguramente sus decisores tuvieron que tomar en cuenta implementarla sin que pudiera ser impedida por el adversario.

Esa no fue la única ocasión desafiante para implementar una medida de ese tipo, pues desde 1959 la migración constituyó una herramienta estadounidense para desmontar la realidad cubana que empezaba en los inicios de la sexta década del siglo pasado.

En todas las conversaciones migratorias bilaterales con EE. UU. Cuba ha demostrado disposición de respetar los compromisos y ha expresado la preocupación y mostrado las pruebas de que la política estadounidense estimula la emigración irregular con tratos preferenciales mediante la Ley de ajuste cubano.

También ha denunciado que inducen a la migración mediante penurias socioeconómicas provocadas por el bloqueo económico, comercial y financiero por parte de los Estados Unidos llevado a los extremos desde 2019 y reforzada con la inclusión de Cuba en la lista de estados patrocinadores del terrorismo.

Además, está presente lo que plantea en uno de sus por cuantos la nueva Ley de Migración aprobada el 19 de julio último en el sentido de que para dar continuidad a la actualización iniciada en 2012 hubo que tomar en cuenta las nuevas condiciones creadas por el uso malintencionado del tema migratorio.

En esta ocasión, la Ley busca estar a tono con la situación de que está en desarrollo un nuevo modelo económico y social, contexto en el cual se deben fortalecer y regular los vínculos del Estado cubano con sus más de tres millones (dos millones nacidos en Cuba) radicados en el exterior.

Invariablemente se persigue el propósito de unir a todos los cubanos, facilitar la repatriación y las relaciones de las familias, pero lo que debe ser un objetivo especial de la agresión es que se busca permitir la contribución de los emigrados a la economía nacional, lo cual quizás esté entre los mayores desafíos.

Los retos no son nuevos, pues siempre han formado parte del arsenal agresivo la manipulación política por la parte estadounidense para entorpecer las maneras civilizadas y legales para la emigración, al mismo tiempo que fomenta las vías irregulares.

Por supuesto que Cuba no escapa a las tendencias mundiales de los movimientos humanos desde las zonas más desfavorecidas hacia otras donde se presentan mejores condiciones de vida, ni tampoco está fuera del peligro del tráfico de personas y otros delitos asociados y de los cuales también el país tiene que preservarse.

Aunque no es nuevo, se nota una tendencia creciente a que la migración sea tema de campaña electoral, ya sea para generar preocupaciones y temores o hasta inseguridad, pues ni los cubanos, que son selectivamente privilegiados escapan a la incertidumbre e influencia para votar.

Todas las cartas no están sobre la mesa, pues hay que estar prestos a enfrentar los desafíos que pudieran surgir como consecuencia de otras medidas promovidas durante la disputa electoral para complacer o atraer votantes, aunque el propio sistema migratorio estadounidense se enrarezca.

El reto que enfrenta Cuba no está únicamente en terreno migratorio, pues los ataques en ese escenario repercuten ampliamente como el caso de las difamaciones y denuestos dirigidos a restar el apoyo interno al cual se refería Lester Mallory, sub secretario de Estado en un memorando secreto donde establecía la filosofía del bloqueo.

Hay que estar alertas, pues la combinación de agresiones, incluida la mediática, pueden causar efectos, por lo que el reto es impedir hechos como la Operación Peter que con engaños de que desde Cuba se huye o escapa, provocaron ir hacia la supuesta libertad a 14 048 niños sin acompañantes.

No resulta fácil como nada en este camino lo ha sido, pero en materia migratoria, la vida ha demostrado que se puede virar la tortilla.

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