El jazz es revolución
Terminando el siglo XIX surgió el jazz como género musical. Esto ocurrió en las comunidades afroamericanas de Nueva Orleans, Luisiana, Estados Unidos, donde por muchísimo tiempo la segregación y la discriminación racial fue predominante. Comúnmente era calificado como “música de negros”, cuando en realidad es un mejunje de razas.
El hecho es que el jazz nació como herencia afroamericana y europea. En principio fueron los esclavos con sus cánticos repletos de rituales y tradiciones con alto contenido de improvisación, libertad de creación. Muchas veces es considerado como un idioma musical propio.
Como con todo lo nuevo, lo intentaron mutilar. Muy en sus orígenes molestaba, quizás, porque las mayorías dominantes siempre quieren imponerse y someter, y en este caso significaba rebeldía, unas melodías que no entendían y temían. Por tanto, fue prohibida, y debieron, entonces, adaptarse ante la censura, incorporarle de la música religiosa. Luego se fue expandiendo a otras regiones, y la población blanca se sintió arrastrada por sus encantos.
Proveniente de los ritos africanos, relacionado con las manifestaciones musicales de trabajo y vida cotidiana, y con base en el blues, el llamado espiritual negro, y el ragtime, expertos se refieren a la tradición popular del jazz, por su raíz, pero destacan que posee un lenguaje que puede ser tan complejo como lo tiene la música académica.
Como todo proceso de aceptación, llevó años para que fuera bien visto. No fue hasta, aproximadamente, los años 30 del siglo XX, cuando comenzó a ser un género reconocido para las clases más altas, hasta entonces era pensado como música de negros, pobres y marginales.
Durante todo este tiempo el jazz evolucionó, y aún continúa en movimiento al incorporar modos, y nutrirse de su alrededor al tomar elementos de otros géneros, ya sea de electrónica, hip-hop o funk, hasta la clásica, el rock, el flamenco, y la música latina.
A menudo de forma superficial se le considera simple, y que, de tan improvisado sin partitura obligada, carece de orden y profundidad. Pero al contrario de ese pensamiento infundado, estamos hablando de una música que desborda instinto y talento, se alimenta de la imaginación; es todo intensidad en la interpretación a través de una variedad de instrumentos, aunque, sin embargo, esto tampoco es esquemático, se puede hacer jazz sin tanto conjunto.
Usualmente se utiliza saxofón, trompeta, tuba, trombón, clarinete, contrabajo, batería, piano, y la voz, aunque también violín, órgano y flauta, entre muchos más. El jazz no tiene una forma concreta, no está determinado por un artefacto sino por quién lo maneja, por cómo lo toca, por su capacidad de sacarle música y crear un ambiente.
Su esencia es jugar, experimentar, ser diverso. Es un género innovador, a veces más rápido, visceral y loco, a veces calmado, todo sentimiento, melódico y sensual. El jazz es una expresión cultural que inspira, engatusa, y resalta por sus solos espectaculares con gran despliegue individual.
Posee muchísimos subgéneros que marcaron épocas. Algunos de ellos son el swing, bebop, cool jazz, hard bop, free Jazz, acid jazz, y jazz fusión. También tantísimos son sus exponentes. De la inmensa lista, y según gusto personal, destacamos a Buddy Bolden, Ella Fitzgerald, Dizzy Gillespie, Miles Davis, Louis Armstrong, Charlie Parker, Aretha Franklin, así como a Marcus Miller, Nora Jones, Bebo Valdés, Bobby Carcassés, y Arturo Sandoval.
Lo más interesante que tiene es que resulta difícil caracterizarlo, encasillarlo en un concepto cerrado porque tiene una identidad compleja. Si un asunto es común es que el jazz busca encontrar un sonido propio, distintivo, único con cada interpretación. Se distingue el fraseo libre y variable en su ejecución.
El jazz rompe con todo esquema, es liberación, revolución musical, impredecible; se mimetiza tanto con la actualidad, que resulta espejo de su tiempo al incorporar ritmos de moda de forma magistral con marcada originalidad. Esa es su esencia, lo que le hizo crecer, universalizase, traspasar fronteras para convertirse en un fenómeno mundial.
Nuestro show man, Bobby Carcassés, fundador de un festival tan reconocido internacionalmente como el Jazz Plaza, expresó en una entrevista que publicamos en 2017:
«El movimiento del jazz joven en Cuba se puede ver a través de los logros del Jojazz, en donde se revelan los verdaderos talentos cubanos, paralelos al los talentos que existen en el deporte como Stevenson, Juantorena, Sotomayor, Ana Fidelia, talentos naturales que se dan en Cuba, y así mismo pasa en la música, nada más tenemos que peinar: Bola de Nieve, Rita Montaner, Lecuona, Caturla, Roldán, Benny Moré, en fin…, y así mismo, esos talentos se ven en los instrumentos y en el canto también. Hay cantantes de jazz como Zule Guerra, por ejemplo, que sale de ese movimiento, y César López, Yasek Manzano, Michel Herrera, y te puedo decir que desde todos los países del mundo, toda la gente que viene aquí se queda sorprendida con la calidad de los músicos cubanos, porque el músico cubano se forma en las escuelas de arte nada más que con la música sinfónica, música de concierto y música culta, estudia el jazz y no estudia la música popular cubana, sin embargo, lo domina a la perfección, porque eso viene ya en la sangre y lo siente la gente que nos ve fuera de Cuba».