De Solecito Mañanero a Chapeando, la radio que necesitamos
Desde temprano me llena Haciendo Radio de Radio Rebelde. ¡Qué clase de programa! Propio de una emisora de la Revolución. No vale solo decirlo. Debe lograrse. La calidad es el respeto al pueblo. Y no solo en los alimentos, los fósforos, el transporte, la atención al público… También en la creación intelectual. La comunicación lo es. Trinchera de gran potencia. Y en RR siempre lo intentan. Sin negar sus trasmisiones relacionadas con las lides del músculo o Deportivamente, la academia Memorias u otros programas musicales, Haciendo Radio ocupa sitio importante en su vanguardia. Por lo que dice y de qué manera lo dice. Aunque es perfectible.
Alumbra ese Solecito Mañanero. Jamás confunde lo ñoño con la ternura. Entra en cuestiones muy serias. Sin caer en lo tecoso. Ni en lo increíble. Tampoco en lo intáctico. Respeta a los niños y adolescentes. Los hacen pensar. La muchacha y la madre son creíbles. Como sus textos. Sin dejarse ganar por exquisiteces. Me conducen a los mejor de mi infancia. Me fortifican en mi papel de abuelo. Y ya soy bisabuelo. Dicción correcta en ambas. La cercanía de ldania Martínez Grandales no permitiría fallas de esa índole. ¡Qué voz, qué locutora, qué profesora!
Pero en el mundo no todo es ternura. Los golpes a la bondad pululan. Don Dinero no deja tranquilo ni el amor. Obstaculiza. Mancha ¿Qué esperar de la gringada? País que nació del robo, de la compra, del chantaje, del crimen, de la mentira. Del aprovechamiento de las guerras. Desarrollo que vive del subdesarrollo de los demás. Quema su propia tierra. Y a todas. Vampiro del sudor y la sangre. Con el engaño y la imposición. Las abrazan. Con técnica superior ahora. José Martí observó dichas vilezas. No negó partes servibles. Mas las desnudó. Las laceraciones desgarrándolas. Aun en el pensar de sus fundadores. Desde el sentir y el actuar. Agigantado en lo horrible cuando más era imperio que nación.
Tienen que existir contrapartidas. Las de los seres humanos decentes. Al frente los revolucionarios. En Radio Rebelde las hay cotidianamente. Desde su hermoso surgir. Adaptadas a la etapa actual. Directas o con sutilezas. A partir de la emoción. También del análisis. Bien ligados, magnífico. Allá siempre lo pretenden. En los programas y secciones relacionados con la cultura física o la cultura artística, en los económicos, los científicos, los internacionales, los ideológicos… En los de participación. Se intenta especialmente en el bregar reporteril de los corresponsales. En los especialistas. En los redactores de mesa. Los locutores con tanto de periodistas. No orillo a sonidistas y musicalizadores. Esa familia prefiere las aguas profundas ¡Y cuánta pasión por la historia! Sobresale en todo ello Haciendo Radio.
A fondo pues con la espada de Ramón Fonst. Mucho más dificultoso en la plataforma de la vida. Esa arma, convertida en machete o mocha, se usa en el Chapeando de Haciendo… Para que prevalezca la ternura del Solecito. En defensa de la bondad. Los macheteros Arleen, Bárbara y Reinier lo saben: hay mucho machete por dar todavía. Así lo expresa Elpidio Valdés. Trasmiten las salvajadas de los odiadores en los propios rugidos y alaridos de estos. De engaño invaden la comunicación. Ensucian las redes sociales. Nuestro trío los desmocha con los machetazos de la razón. Lejos de dejarse atrapar por la indignación, el desprecio, el asco que dan los enemigos estén donde estén. De hacerlo nublaría la expresión. Es el sentir con arte dicho.
Urge derribar la mala hierba de los traidores. Y de los cantos desafinados. Por ignorancia. O por oportunismo. Ambas acciones dañan. Pésimo si solo se da lo malo. De espaldas a las raíces. Soslayar el encuentro de alguna luz es erróneo. Siempre las hay. Debemos alimentarla. No podemos dejar de cuidarnos de la extrema izquierda. No pocas veces termina casada con los derechazos más terribles. Puede ser el camino de los demasiados azucarados. Quienes ven y aun dicen que todo está muy bien tampoco andan por buena vía. Aunque lo hagan de corazón. ¿Qué decir de aquellos que lo hacen de mala fe? Para ascender, ganar puntos.
Los hay hasta en deportes. A un equipo, a un atleta los rodean de loas. La masa confía en ellos y en el cantor. Después, fao a las mallas. No se reflexionó. No se comparó realmente con la calidad de los contrarios. Con las marcas o el nivel de la etapa. Y si se es el octavo puesto entre nueve competidores, suele usarse equivocadamente una palabra, en lo gramatical y en el contenido: se hizo un papel discreto. Es indispensable reflejar la verdad: se estuvo mal. Aunque duela. Deben revelarse las causas. No confundir con los motivos. Suele ocurrir en otras esferas. Infamia si hay perversidad en el decir para ganar aplausos y “más allá…”. Sí, hay que dar machete…
Como dijo el poeta Alphonse de Lamartine (1790-1869): “La revolución siempre debe cuidarse de los hombres aduladores: ellos son los verdaderos peligrosos”.
El Che alertó sobre el mencionado personajillo: “…el tremendo guatacón o el vago que se las ingenia, que anda dando vueltas para no hacer una cosa concreta, que es muy fácil saberlo…Cuando se está en una fábrica ustedes saben cuál es el muchacho inteligente, verdaderamente interesado, despierto en todas las cosas, y cuál es el guatacón, cuál es el arribista y cuál es el vago. Eso se sabe en un mes de estar en una fábrica y si no en una fábrica, si la fábrica es muy grande, en un taller”.