Fidel hace 65 años: “La Revolución nada ni nadie podrá vencerla”
El 17 de enero de 1959, Fidel Castro reanuda la Caravana de la Libertad con rumbo a Pinar del Río. Ese día se dirige al pueblo de Artemisa y de Pinar del Río.
Al mediodía llega a la ciudad de Guanajay, lo acompañan los Comandantes Dermidio Escalona (Jefe del Frente Guerrillero de Pinar del Río), Calixto García, Calixto Sánchez y Francisco «Paco» Cabrera.
Arriba más tarde a la ciudad de Artemisa, cuna de muchos de los mártires del 26 de julio de 2953. Pronuncia discurso ante la multitud que lo recibe. Jura ante las madres de los caídos en las acciones del Moncada que la Revolución nunca claudicaría ni olvidaría la entrega de las vidas de sus hijos.
Pasadas las 8 de la noche la Caravana llega a la ciudad de Pinar del Río. Se reúne con dirigentes del Frente Guerrillero. Desde una improvisada tribuna en la Calle Martí, avenida principal de la ciudad, se dirige al numeroso pueblo reunido para explicarle las principales tareas que darían cumplimiento al programa del Moncada y culmina la Caravana de la Libertad.
Para revivir aquel histórico momento Cubadebate y el Sitio Fidel Soldado de las Ideas trae fragmentos de ambos discursos.
Fragmentos del discurso pronunciado en Artemisa, el 17 de enero de 1959
(…) porque este es el pueblo que más hijos ha dado a la Revolución Los primeros mártires de la Revolución Cubana, los primeros combatientes de la Revolución Cubana, los fundadores del Movimiento 26 de Julio salieron de Artemisa.
La nación cubana tiene mucho que agradecerle a esta ciudad. De los 12 combatientes que iniciamos la lucha de nuevo, después de los primeros reveses, tres eran de Artemisa: Ciro Redondo, Julito Díaz y Ramiro Valdés, el Vizcaíno, como lo conocen ustedes aquí Dos de ellos cayeron: Julio Díaz, que murió a mi lado en el combate de El Uvero; y Ciro Redondo, Comandante del Ejército Rebelde, que murió en la batalla de Malverde. La Columna Invasora número ocho lleva su nombre.
(…) ¡Pueblos como este son los que han hecho posible el triunfo de Cuba!
A juzgar por los hombres que ha dado a la causa de la libertad, a juzgar por el entusiasmo de todos los vecinos de este lugar, a juzgar por el espíritu patriótico que aquí vibra en todos los corazones, bien merece llamarse Artemisa el pueblo más revolucionario de Cuba.
La Revolución ha logrado ya su primera etapa: el derrocamiento de la tiranía. Hemos recobrado nuestras libertades públicas, hemos recobrado nuestros derechos, pero eso no es suficiente; queda mucho por hacer. El pueblo espera más de la Revolución, el pueblo espera de la Revolución todo aquello que no ha recibido en 50 años de república.
La Revolución hay que defenderla ahora de otros peligros.
(…) Nunca un pueblo había dado un ejemplo tan alto de civilidad: ningún esbirro fue arrastrado por las calles, ningún esbirro fue torturado como hacían ellos, ningún esbirro fue maltratado. Nosotros le pedimos al pueblo que no los tocara, que habría justicia, y el pueblo creyó en nosotros. No arrastró a nadie, no le tocó un pelo a nadie, porque confiaba en nosotros.
Le dijimos al pueblo que habría justicia, y estamos cumpliendo con nuestra palabra. Hay justicia y tiene que haber justicia para que nunca más haya tiranía, para que nunca más vuelvan a predominar en nuestra sociedad los bárbaros y los criminales; tiene que haber justicia para que no haya venganza, porque si no hay justicia los familiares y los amigos y los compañeros de las víctimas se sentirán con derecho a tomar venganza por sus propias manos.
¿Y ustedes saben por qué hubo tantos criminales? ¿Ustedes saben por qué hubo tantos asesinos? ¿Ustedes saben por qué se cometieron tantos crímenes como nunca antes se habían cometido en Cuba? ¿Ustedes saben por qué se cometieron tantos actos de barbarie como ni siquiera cometieron los españoles? ¿Ustedes saben por qué? ¡Porque nunca hubo justicia en Cuba! Porque aquí nunca se castigó a los asesinos y a los ladrones.
Y el pueblo tuvo que pagar muy caro, porque hay 20 000 asesinados; porque no hay pueblo de Cuba donde no haya una docena, una veintena de viudas, donde no haya un centenar de huérfanos, donde no se aparezcan las mujeres vestidas de negro llorando y pidiendo justicia. Porque se le parte el corazón a uno de ver esas lágrimas y de ver esos llantos; porque se le parte el corazón a uno cuando llega un familiar para decir que su hijo fue detenido hace tres meses, hace cuatro meses, hace siete meses, y que no volvió a saber de él; porque se le parte el corazón a uno cuando ve esas fotografías de cadáveres, cuando ve esos instrumentos de tortura; se tiene que llenar de indignación cuando conoce las historias de las atrocidades y de las torturas que esos sádicos, esos bárbaros y esos criminales cometían todas las noches.
Nadie tiene derecho a inmiscuirse en los problemas de Cuba, ningún extranjero tiene que venir a decirnos aquí lo que tenemos que hacer, porque nadie vino aquí a luchar por nosotros, porque nadie vino aquí a ayudarnos a conquistar la libertad, porque ellos no vinieron aquí a arrebatarles las armas homicidas a los asesinos, que fuimos nosotros, el pueblo de Cuba, con su sangre y su sacrificio.
(…) Para que el mundo entero conozca la voluntad del pueblo de Cuba, hemos convocado a una concentración gigantesca en el parque frente al Palacio Presidencial, el próximo miércoles a las 2:00 de la tarde.
Yo le voy a pedir al pueblo de Artemisa, a los trabajadores, a las instituciones cívicas, a los comerciantes y a los industriales que, puestos todos de acuerdo, paralicen ese día las actividades, que por un día no se va a perjudicar la economía del país, y todos los ómnibus, todos los camiones y todos los automóviles partan ese día hacia La Habana para que Artemisa entera esté presente allá. No importa que tengamos que pasar uno o dos días de hambre o que tengamos que caminar a pie o lo que sea.
No se trata de defender solo la justicia, que es un derecho nuestro. Se trata de defender la soberanía del país, se trata de demostrar que nosotros tenemos derecho a gobernarnos y que nadie tiene que trazarnos pautas desde afuera (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”).
Para defender no solo la justicia, sino para defender también la soberanía del país, el próximo miércoles se reunirán frente a Palacio un millón de cubanos, ¡un millón de cubanos! Yo había dicho que medio millón, pero el pueblo empezó a decir que no, que un millón (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Más de un millón!”).
Aquí mismo, ¿cuántas personas hay reunidas? (DEL PUBLICO LE DICEN: “¡Todo el pueblo!”) Es incontable. Creo que está todo Artemisa aquí reunido.
Cuando un pueblo está decidido como está el pueblo de Cuba a defender sus derechos, su justicia y su soberanía; cuando un pueblo entero se pone de pie como se ha puesto el pueblo cubano, y está unido y está firme; cuando un pueblo entero como el pueblo cubano está dispuesto a soportar todos los sacrificios, y ha visto morir a muchos jóvenes, y cuando toda una juventud y toda una nación está dispuesta a morir si es necesario en defensa de sus derechos… Porque aquí el que ha visto morir a tanto hombre valioso no le importa la vida, porque la vida sin derechos no se puede vivir, la vida sin libertad no se puede vivir (DEL PUBLICO LE DICEN: “¡Sin patria pero sin amo!”). Porque hay que vivir, como acaba de decir un compañero: sin patria pero sin amo, o con patria pero sin amo. Quiere decir que si vamos a tener un amo preferimos no tener vida.
(…) Hoy simplemente he pasado por aquí y me he detenido para rendir un tributo a los héroes de Artemisa, para rendir tributo a los hijos de este pueblo que cayeron gloriosamente por la libertad de nuestra patria y para pedirle al pueblo de Artemisa que esté presente en La Habana el próximo miércoles a las 2:00 de la tarde. Allí nos volveremos a ver, y nos volveremos a ver aquí, y nos volveremos a ver muchas veces si el destino lo permite.
(…) Yo sé que cuando un pueblo está unido como este y tiene fe y tiene hombres que no lo van a traicionar, es un pueblo invencible; y que a la Revolución nada ni nadie podrá vencerla, porque para vencer la Revolución, para aplastar la Revolución hay que matar a 6 millones de cubanos.
(…) Porque por primera vez hay una revolución de verdad en Cuba, por primera vez nuestro pueblo es soberano, nuestro pueblo manda; porque nosotros no recibimos órdenes del extranjero, a nosotros no se nos puede venir con recaditos ni con órdenes.
Sabemos que representamos la dignidad de nuestro pueblo, sabemos que representamos la dignidad de nuestro pueblo y sabremos representarla dignamente.
Y no obedecemos más órdenes que las órdenes del pueblo, y como el pueblo quiere que los asesinos sean castigados, castigaremos a los asesinos.
Así que muchas gracias.
(…) Porque tengo fe en el pueblo cubano sé que la Revolución seguirá adelante, sé que la soberanía del país será respetada y sé que Cuba llegará a ser uno de los pueblos más prósperos, más justos y más felices del mundo.
(VERSIÓN TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER MINISTRO)
Fragmentos del discurso en su visita a la Ciudad de Pinar del Río, el 17 de enero de 1959
En el día de hoy no me sentía precisamente en las mejores condiciones de salud para salir de recorrido; no me había querido acompañar en la capital de la república la misma salud que me acompañó en los picos de la Sierra Maestra. Quizás era de los días en que más había sentido los efectos del trabajo y del malestar físico; pero, sin embargo, no quise, por ningún concepto, suspender este viaje y dejar esperándome al pueblo de Pinar del Río.
Cuando en días recientes se empezó a discutir en la prensa internacional la cuestión de los fusilamientos de los esbirros, le dije a un grupo numeroso de periodistas: “Si ustedes quieren saber cómo piensa el pueblo, vengan conmigo a Pinar del Río, donde será la próxima concentración multitudinaria, y en presencia de ustedes le voy a preguntar al pueblo qué es lo que quiere” (EXCLAMACIONES DE: “¡Paredón!”). Porque nosotros no estamos haciendo otra cosa —y desde hace siete años no hacemos otra cosa— que interpretar los sentimientos del pueblo cubano.
(…) Quizás una de las injusticias más grandes que se quiera cometer contra un pueblo, quizás una de las canalladas más grandes que se quiera cometer contra una nación, quizás una de las calumnias más repugnantes que jamás se haya lanzado contra una congregación humana, contra una idea justa, contra una causa honrada, es la que en estos instantes se trata de lanzar en el mundo contra el pueblo, contra la nación y contra la Revolución Cubana.
Repugna, verdaderamente, que en los instantes en que más feliz ha sido este pueblo, en los instantes en que quizás no haya en el mundo otro pueblo más feliz que el pueblo cubano, demostrado en la alegría desbordante de cientos y cientos, más que cientos de miles, millones de ciudadanos, en los instantes en que una nación, cuyos sedimentos se iniciaron hace siglos, y es por primera vez enteramente libre y culmina en triunfo verdadero por primera vez sus esfuerzos para un destino mejor, en esos instantes, los más grandiosos de nuestra patria, los más extraordinarios de nuestro pueblo, cuando ha dado esta nación un ejemplo que ha conmovido al mundo, un ejemplo que no tiene paralelo en la historia de América y quizás en la historia del mundo, sin que con ello exagere, porque se había dado por sentado de que en los tiempos modernos un ejército armado de aviones, de tanques y de todos los equipos modernos de guerra, era absolutamente imposible derrotarlo con una insurrección del pueblo; se daba por imposible que un pueblo desarmado pudiese vencer al ejército en esas condiciones.
(EXCLAMACIONES DEL PUEBLO). No soy yo, ¡fue el pueblo! (APLAUSOS), porque, ¿de dónde salieron los combatientes de la Revolución? (EXCLAMACIONES: “¡Del pueblo!”) ¿De dónde salieron los recursos de la Revolución? (EXCLAMACIONES: “¡Del pueblo!”) ¿De dónde salió la ropa, la medicina y la comida de la Revolución? (EXCLAMACIONES: “¡Del pueblo!”) ¿De dónde venía la información? (EXCLAMACIONES: “¡Del pueblo!”) Entonces, ¿quién hizo la Revolución? (EXCLAMACIONES DE: “¡El pueblo!”) ¡El pueblo fue el que hizo la Revolución! Y yo estoy seguro de que esa lucha tan difícil no se hubiera podido llevar adelante sin un pueblo tan formidable y tan virtuoso como el pueblo cubano, y el único mérito que podemos tener nosotros es haberlo comprendido así, y haber tenido fe en el pueblo (APLAUSOS).
¡Si no hubiera sido yo hubiera sido otro! (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¡En el sesenta y ocho no estaba yo y hubo revolución; en el noventa y cinco no estaba yo y hubo revolución; en el treinta no estaba yo y hubo revolución, y en otras fechas!
Bueno, yo les voy a decir. También fue la más fácil, porque nos favorecían determinadas circunstancias… no fácil en el orden militar; en el orden militar quizás era la más difícil, porque en la época, por ejemplo, de la independencia, no aparecían los aviones cada cinco minutos explorando, descubriéndolo todo. Era imposible casi marchar la tropa por ningún claro sin exponerse a que descubriera los movimientos la aviación; no teníamos antiaéreas.
En el orden militar estábamos en desventaja, pero en el orden histórico quizás teníamos la ventaja excepcional de poseer, como poseemos ya, una nación madura, una nación y un pueblo que ha evolucionado extraordinariamente, que no existía en el año 68 ni existía en el 95, ni existía en el 30, indiscutiblemente. Nos han favorecido una serie de circunstancias. Así que no vamos a discutir eso. El problema es que hemos llegado hasta aquí, ¿no? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”); bueno, ¡pues vamos a seguir adelante! (APLAUSOS.) Hemos llegado hasta aquí, ¿verdad?, hemos hecho algo. Pues vamos a defenderlo, vamos a defender lo que hemos hecho y vamos a seguir adelante, ¡eso es lo que importa! Después discutiremos quién es el que tiene más mérito o menos merito. Yo sigo creyendo en el pueblo, ¡en este pueblo!
La Revolución Cubana, al hacer añicos el aparato militar de la tiranía, al desarmar el ejército completo y al poner en fuga a todos los generales juntos, ha puesto el dedo en la llaga de la América Latina, y ha despertado una esperanza extraordinaria.
Yo quiero hablarles de los méritos que tiene esta Revolución, sencillamente, para que ustedes vean y comprendan mejor qué artera, qué miserable y qué injusta es la campaña que se ha desatado contra la Revolución Cubana.
Esta Revolución ha hecho cosas y ha tenido facetas que no las ha tenido ninguna revolución en el mundo, y se lo voy a demostrar. Primero: por primera vez en la historia de las revoluciones se da el caso de que a través de toda una guerra civil, que dura dos años, un mes y… Creo que se acabó, no llegó al mes… y 29 días. Si contamos que empezó el 30 de noviembre en Santiago de Cuba, duró dos años y un mes. Una revolución que dura ese tiempo, en que uno de los ejércitos no hizo más que asesinar prisioneros, torturar detenidos, masacrar indefensos campesinos, bombardear caseríos, ciudades, pueblos y cometer todo género de atrocidades; el Ejercito Revolucionario, a pesar de los motivos que tenía para estar indignado, a pesar de que con todo el derecho hubiera podido aplicar la misma política que ellos aplicaban, en represalia, porque incluso en la Guerra de Independencia los mambises adoptaron la línea de que si los españoles fusilaban a los prisioneros, ellos también los fusilaban, y tenían todo su derecho a hacerlo.
Sin embargo, se ha dado el caso, por primera vez en la historia universal, de que un ejército haya llevado la guerra —desde el principio hasta el fin— sin haber asesinado a un solo prisionero, sin haber dejado abandonado en el campo de batalla a un solo soldado enemigo, sin haber golpeado a un solo confidente, ni a un solo detenido, ni a un solo prisionero. Podemos decir más: sin haber insultado siquiera, es decir, sin haber maltratado de palabra a uno solo de los enemigos que cayeron en nuestras manos.
No existe en la historia universal un caso semejante, no ha existido nunca, con todo el mérito para los revolucionarios de que el enemigo aplicó una política de guerra feroz y despiadada desde el principio. Ese hecho no tiene antecedentes en la historia universal ni en la historia de las guerras.
(…) Cuando ese pueblo, que dio pruebas tan altas de civilidad, de madurez, de sentido del orden y de la justicia; ese pueblo que confió en nosotros y no arrastró un solo esbirro, porque le dijimos: “No lo toques, porque habrá justicia”, y siempre dijimos al pueblo que no queríamos un solo hombre arrastrado por las calles, que nadie tenía que arrastrar a nadie, porque tenía que ser conducido ante los tribunales, juzgado y sancionado; que habría justicia, le ofrecimos al pueblo, y el pueblo confió en nosotros, y no tocó a un solo esbirro.
Que habría justicia, le dijimos al pueblo, para que el día de mañana no hubiera venganza, porque cuando no hay justicia hay venganza, porque los amigos y los compañeros de las víctimas se sienten con derecho a castigar después con su propia mano a los asesinos, si la sociedad no los castiga. Le ofrecimos al pueblo justicia, porque era lo que el pueblo quería antes que nada. Y cuando empezamos a aplicar la justicia, de acuerdo con la ley vigente, implantada por el Ejército Rebelde desde que comenzó la guerra, cuando fueron a ser sometidos y empezaron a ser sancionados y ejecutadas las sanciones de los criminales de guerra, se inicia sorpresivamente una campaña de difamación contra la Revolución y contra el pueblo de Cuba, que repito aquí: es una de las campañas más bajas y más canallescas que se haya hecho jamás contra una sociedad humana (APLAUSOS).
¿Por qué? Porque quieren teñir de sangre al pueblo de Cuba en el extranjero, quieren pintarnos como una horda incivilizada, quieren pintarnos como unos criminales. Y en un mundo tan acostumbrado al crimen que ha visto cometer en todas partes, en un mundo acostumbrado a todos los excesos de los tiranos y los dictadores, no es difícil empezar a sembrar la confusión y la sospecha, no es difícil calumniar, porque la mentalidad de los pueblos está acostumbrada a ver esos actos de barbarie.
Y a nosotros, que estamos haciendo las cosas distinto de lo que se ha hecho en ningún lugar del mundo, que estamos actuando con un sentido de estricta y pura justicia, con una línea que no puede ser más recta, con una conducta y una honradez que no pueden ser más diáfanas, se nos quiere presentar ante la opinión pública mundial como unos criminales y como un pueblo de salvajes.
¡Una campaña desatada repentinamente! ¿Por qué, y por quiénes, y con qué objeto? Me hablan algunos amigos, de la prensa norteamericana, porque es verdad que muchos periodistas norteamericanos han escrito a favor de la Revolución, y me dicen que son cosas que, desde luego, obedecen a determinadas actitudes por parte de algunos periódicos y algunos congresistas. Pero lo cierto es que la campaña desatada es de grandes proporciones, y lo cierto es también que el pueblo de Cuba tiene que defenderse, sencillamente, y lo cierto es también que el pueblo tiene que estar alerta.
(…) La verdad es que la campaña ha sido de grandes proporciones y tiene que obedecer a determinados intereses. Partió, en primer lugar, de las agencias de cables internacionales, y yo puedo dar cuenta de la mala fe con que han procedido las agencias de cables internacionales, y lo han hecho, desde luego, al amparo de la libertad que nosotros hemos conquistado, al amparo de los derechos que nosotros hemos implantado en nuestra patria. Han hablado, han atacado, han calumniado y han llevado adelante su campaña miserable y cobarde, impunemente, porque nadie ni se ha metido con ellos, ni se les ha amenazado, ni se les ha mandado un papelito, ni se les ha puesto un policía delante, ni nada. Se les ha dejado enteramente libres, que hagan lo que quieran y como quieran, porque nosotros también sabemos lo que vamos a hacer, por supuesto. Que nos acusen como quieran…
Nosotros no vamos a usar la fuerza. Ellos están usando la intriga; nosotros vamos a usar la opinión pública, y vamos a decir la verdad. Tal vez lo que quieran es que lleguemos alIí, mandemos un tanque, destruyamos las agencias… Eso es lo que quieren, para entonces decirnos que somos unos dictadores y que somos unos violadores de la ley, y que estamos traicionando la Revolución. Y en eso no vamos a caer, en esas provocaciones no vamos a caer, porque nosotros sabemos lo que hacemos. Nosotros sabemos defendernos con otras armas que son más poderosas: las armas de la opinión pública nacional e internacional y las armas de la razón. Ellos quieren, sí, desde luego, y ellos lo saben. Pero, ¿qué se pretende? Antes que nada: restarnos la opinión pública internacional, aislarnos. ¿Con qué intereses están relacionados? Pues algún día lo sabremos.
(…) Pero yo a lo que no le veo justificación alguna es a la campaña que han lanzado contra nosotros, pues todo el mundo sabe, todo el que haya vivido en Cuba sabe la verdad de lo que ha pasado en Cuba. Entonces, las agencias internacionales, determinadas publicaciones de Estados Unidos y determinados congresistas americanos… No ha dicho el gobierno de Estados Unidos la última palabra, pero a cada rata habla de que si no va a intervenir, o si va a dejar de intervenir. Y yo considero insultante cada vez que se habla de si se interviene o no. Porque nosotros, cuando hay problemas en Estados Unidos y cuando hay problemas por las cuestiones de la segregación racial en el sur de Estados Unidos, no hacemos una declaración diciendo que no vamos a intervenir; porque ya se sabe que no tenemos ningún derecho a intervenir, y por lo tanto no tenemos que declararlo. El que se esta declarando a cada rato implica algo así como que: bueno, declaramos hoy que no intervenimos, como declaramos mañana que intervenimos. Y no hay una declaración tajante y terminante, y los antecedentes no son como para tranquilizar a nadie, y por lo tanto nosotros consideramos insultante cada vez que se habla de que no se interviene, como una merced respecto a la soberanía de nuestro pueblo.
Pero es indiscutible que sí, que ahora declaran que no intervienen, pero como la campaña siga, como confundan a la opinión pública de Estados Unidos los que están detrás de esta maniobra, los que están persiguiendo Dios sabe qué propósitos contra nuestra Revolución, cuando ya tengan engañada y confundida a la opinión pública, entonces dan nuevos pasos, porque ya tienen engañada a la opinión pública de su propio país y se sienten con respaldo para tomar pasos posteriores. Y ahí es donde vamos nosotros. Por eso tenemos que salirle a tiempo al paso a la campaña, a tiempo, para evitar males mayores.
Y es evidente que las agencias de cables internacionales, controladas por dos o tres compañías, publican en el extranjero lo que les da la gana, y a los pueblos de América del Sur y Estados Unidos les llega lo que ellos les mandan: una forma de censura a través del monopolio de la noticia. Una censura monopolística de la noticia, de donde resulta que el prestigio de las naciones, la seguridad de las naciones y el destino de los pueblos queda a merced del monopolio de dos o tres agencias internacionales de noticias, que escriben y cuentan lo que les da la gana.
(…) Así que los hechos perpetrados son suficientes para que no se olviden jamás. Y yo decía que aquí, en esos siete años, no hubo madre, no hubo hermana, no hubo padres, no hubo hijo que viviera tranquilo. No había ciudadano que pudiera pasar por la calle sin el temor de que en cualquier esquina lo asesinaran, lo golpearan. Es que la mera presencia de las perseguidoras, con los esbirros dentro, era una tortura, ¡era una tortura!, porque miraban a los ciudadanos con cara de quien le perdona la vida y todos los días le perdonaban la vida a uno. Casi era preferible morir, y por eso han muerto tantos cubanos, a soportar todo aquello.
Por eso aquí todo el mundo estuvo dispuesto a hacer los sacrificios que fueran necesarios, los hombres y mujeres de todas las clases sociales. Y todo el mundo se llenó de valor, porque cuando se trata de una situación como esa, no hay cobardes, los cobardes desaparecen; cuando el pueblo está viendo constantemente un ejemplo de heroísmo, y un ejemplo de valor, se llena también de valor y se acabaron los cobardes.
Pero hemos vivido siete años que no los podremos olvidar jamás. ¿Y qué es lo que quiere el pueblo? Que eso jamás vuelva a ocurrir en nuestra patria; que ni esta generación ni nuestros hijos, ni nuestros nietos, ni las generaciones venideras, tengan que pasar por el horror que ha tenido que pasar la nación cubana en estos siete años. Y como no quiere que se repita, por eso quiere que se castigue a los asesinos.
¿Saben ustedes por qué hubo tanto crimen? Estoy seguro de que muchas veces ustedes decían: ¿Pero será posible que se trate de seres humanos los que realizan estas cosas? ¿Pero será posible que hayan nacido en Cuba los hombres que hacen estas cosas, que se jactaban de sus crímenes?
Yo quiero que ustedes sepan que hemos encontrado en los archivos de los jefes de policía fotografías de cadáveres torturados; fotografías que se exhibían en las fiestas y en las bacanales de los asesinos. Porque disfrutaban del espectáculo de los destrozos que les hacían a los hombres en las cámaras de tortura, y luego, allá en medio del ron y del alcohol exhibían con placer sádico el producto de sus crímenes. Y así hemos podido obtener fotografías que no se pueden publicar, porque son impublicables.
Y muchas veces nosotros nos preguntamos: ¿Pero cómo es posible que haya seres humanos que puedan hacer eso, que sean tan despiadados?; cuando el hombre, generoso y noble, se duele hasta de ver un ave, un animalito, un perro que le destroce una pata un automóvil en la calle. Eso hace compadecer a cualquiera; y se siente piedad por el animal.
(VERSIÓN TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER MINISTRO)