¡Quemada, antes que ser esclava!
A escasos tres meses de iniciada la guerra redentora, y frente a la presión de las tropas de la Metrópoli, que amenazaban con apoderarse de la ciudad, sus habitantes decidieron quemarla el 12 de enero de 1869, antes que rendirla a los opresores
Bayamo ha estado marcada siempre por el símbolo de la rebeldía, desde los levantamientos de aborígenes y de esclavos, hasta el inicio de la guerra por la independencia de Cuba, y la decisión de sus moradores de reducirla a cenizas, hace 155 años, antes de que cayera en poder del ocupante colonialista español. ¡Quemada, antes que ser esclava! Fue un hecho histórico conmovedor de la Guerra de los Diez Años
A escasos tres meses de iniciada la guerra redentora, y frente a la presión de las tropas de la Metrópoli, que amenazaban con apoderarse de la ciudad, sus habitantes decidieron quemarla el 12 de enero de 1869, antes que rendirla a los opresores.
Ese hecho demuestra el amor de las mujeres y los hombres por su Bayamo, al extremo de preferir perder sus hogares y pertenencias bajo la tea revolucionaria.
En el siglo XIX, en Bayamo y en la zona de Manzanillo, se fraguó e inició, el 10 de octubre de 1868, la guerra por la independencia de Cuba, con el protagonismo de figuras como Carlos Manuel de Céspedes, Francisco Vicente Aguilera, Perucho Figueredo y muchos otros patriotas.
Bayamo fue la primera capital de la República en Armas, y así se lo declaró el 20 de octubre de ese mismo año, el mismo día en que se cantó, por primera vez en público, el himno de Perucho Figueredo.
Una vez que Céspedes diseñó y enarboló la primera bandera cubana en el ingenio La Demajagua, las patriotas Eulalia y Candelaria Figueredo Vázquez, hijas de Perucho, cosieron un pabellón en el ingenio azucarero Las Magas, y Candelaria lo paseó por las calles de Bayamo, recibiendo por ello el título de Abanderada de Bayamo.
Una vez liberada Bayamo por el naciente ejército mambí, Carlos Manuel de Céspedes pidió a la joven Felicia Marcé Castellano confeccionar otra bandera, con el propósito de ser utilizada en la ceremonia de la bendición del pabellón patrio, en la Iglesia Parroquial, el 8 de noviembre de 1868.
Durante tres meses Bayamo fue el centro de la Revolución, por lo que el Gobierno español envió varias columnas españolas para reconquistarla. El 19 de octubre se libraron combates en el arroyo Babatuaba, y luego en el puente del río Hicotea, contra el batallón de San Quintín, que mandaba el coronel Juan López del Campillo; y el 25 de octubre se peleó en Pino de Baire contra el batallón hispano que dirigía el coronel Demetrio Quirós Weyler. En estos dos enfrentamientos los patriotas salieron vencedores.
De nuevo el Gobierno español organizó una fuerte agrupación contra Bayamo, la que llegó a Las Tunas, el 1ro. de enero de 1869, procedente del puerto de Nuevitas, en Camagüey.
La poderosa división colonialista la mandaba el general Blas de Villate, conde de Valmaseda. El 7 de enero ya avanzaba sobre Bayamo, a través de la cuenca del río Salado, 30 kilómetros al oeste de Bayamo, donde salieron a su encuentro las fuerzas mambisas del general Donato Mármol.
Sucesivamente, se libraron los combates de El Saladillo, La Caridad, Cauto del Paso y Cauto Embarcadero. Después de cinco días de enfrentamientos bélicos, la división española logró cruzar el río Cauto por Cauto Embarcadero, defendido por unos cien hombres, a cargo del general mambí Modesto Díaz.
Luego del incendio de Bayamo, solo ruinas encontraron los españoles al entrar a la ciudad. Mucho tiempo pasó antes de que se reconstruyera, y cuando se hizo, a finales del siglo XIX y principios del XX, se emplearon los códigos arquitectónicos que se imponían entonces, dejando a un lado los toques coloniales y sepultando los restos incinerados de la ciudad. Por eso no existe en Bayamo esa arquitectura colonial que muchos visitantes esperan ver. No obstante, sí quedan vestigios en la actual catedral y otros inmuebles.
El Bayamo siempre rebelde también hizo gala de su tradición en la epopeya revolucionaria contra la dictadura de Fulgencio Batista, y el 26 de julio de 1953, el líder del Ejército Rebelde, Fidel Castro Ruz, ordenó los ataques de los cuarteles militares de Santiago de Cuba y de Bayamo, los dos más significativos de la región oriental.
Iniciaba así la última guerra de liberación nacional y, posteriormente, muchos de los hijos de Bayamo ascendieron a la Sierra Maestra, continuando la tradición de quienes lideraron, en el siglo XIX, el primer estallido nacional independentista.