Santa Clara, la batalla del Che
Al valorar esta hazaña, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz expresó: «Che era un maestro de la guerra, Che era un artista de la lucha guerrillera; lo demostró en su fulminante campaña en Las Villas, y lo demostró, sobre todo, en su audaz ataque a la ciudad de Santa Clara
Los avances sucesivos del Frente de Las Villas y del Frente Norte, liderados por los comandantes Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, respectivamente, permitieron poner en la mira a la ciudad de Santa Clara, importante enclave estratégico del país que, de caer, podría definir la suerte del tirano Fulgencio Batista.
La liberación de la mayor parte de los pueblos de la antigua provincia de Las Villas hizo reflexionar al guerrillero acerca de la necesidad de intensificar las acciones rebeldes, tal como había orientado Fidel desde la Sierra Maestra: «Creo que estamos al borde de un colapso. Si factores ajenos a la nación intervienen, quizá se mantenga algo. De todas maneras, las fuerzas populares son tan grandes, que el colapso es inevitable. Estimo que el factor intervencionista en este momento no debe producirse, por el amplio espíritu revolucionario de todo el pueblo cubano».
Esas convicciones fueron las que determinaron la posición del Che de arreciar la ofensiva y tomar la importante urbe, para no dar oportunidad de recuperación al enemigo ni tiempo al imperio para preparar y desatar una intervención.
UN ARTISTA DE LA LUCHA GUERRILLERA
A finales de diciembre, la ciudad de Santa Clara se encontraba cercada. No había acceso a ella por la Carretera Central, por estar cortada la vía debido a la voladura del puente de Falcón; mientras que la línea central del ferrocarril estaba fuera de servicio, por el derribo del puente de Calabazas, lo que impedía el tránsito ferroviario.
Tampoco por el Circuito Sur las tropas batistianas podían recibir refuerzos, debido a que ciudades como Sancti Spíritus y Trinidad habían sido liberadas, lo que imposibilitaba el acceso por la vía de Cienfuegos, situación similar al Circuito Norte, ubicado en territorio liberado por Camilo.
Fue así como el jefe de la Columna No. 8 Ciro Redondo, una vez ocupada Placetas, decidió marchar sobre la referida urbe, para lo cual, el 28 de diciembre de 1958, estableció su campamento militar en la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas.
Al unísono, a la importante plaza llegarían desde la carretera a Manicaragua fuerzas del Directorio Revolucionario, las que sumaban algo más de 300 hombres bien armados, a los cuales, de manera paulatina, se fueron incorporando otros guerrilleros.
Conocedoras de la intención del Comandante Guevara, las huestes batistianas decidieron defender la ciudad por posiciones, tomando los principales edificios, entre ellos, el cuartel 31, la estación de Policía, la audiencia, la cárcel, el Gran Hotel y el Gobierno provincial, además de contar con un convoy blindado, en el que viajaban unos 350 soldados y armamento para cerca de 500 hombres.
En esas condiciones comenzó la Batalla de Santa Clara el 28 de diciembre de 1958. Durante cinco días las fuerzas revolucionarias, con el apoyo del pueblo santaclareño, combatieron a un enemigo varias veces superior, que tenía sobre las armas a más de 3 000 soldados y varios equipos blindados, además de contar con el apoyo de la aviación.
Al amanecer de ese día, luego de recibir las órdenes del Che, los jefes de pelotones partieron junto a sus hombres hacia la ciudad, por ambos lados de la carretera a Camajuaní, produciéndose el primer encuentro con las tropas de la tiranía, ocasión en la que caen abatidos Israel Santos Santos, Aníbal Arceo Fonseca y Miguel Diosdado Pérez Pimentel, los primeros mártires de la batalla.
Esa misma mañana comenzó el combate para desalojar a los soldados de la tiranía de la Loma del Capiro, sitio que había sido ocupado por efectivos del tren blindado, lo cual les daba una posición ventajosa. Esa noche, el Che recorrió con una escolta la vía férrea, ubicando el lugar exacto donde podría obstruirse, con el propósito de descarrilar el tren, acción concretada más tarde con un buldócer manejado por el capitán Roberto Ruiz.
El 29 de diciembre, con el concurso de la población, las vías amanecieron llenas de barricadas.
En esa jornada, obligado por el avance de las fuerzas rebeldes hacia el interior de la ciudad, el Comandante Guevara decidió acercar la comandancia. El lugar escogido fue el edificio en el que se encontraban las oficinas del Distrito Tres de Obras Públicas, actual sede del Comité Provincial del Partido.
Ante el avance de los invasores, los ataques aéreos de la tiranía se concentraron sobre la ciudad, los cuales no pudieron impedir el descarrilamiento, ataque y rendición del tren blindado, un coloso que estaba integrado por miembros del cuerpo de Ingeniería del Ejército de Batista, y compuesto por dos locomotoras, 22 vagones, y un coche motor explorador, además de cerca de 400 efectivos con armamento en variedad y cantidad, acción que estuvo a cargo del entonces capitán Ramón Pardo Guerra.
También ese día resultó ocupado, aproximadamente a las 6:30 de la tarde, el Cuartel del Servicio de Vigilancia de Carretera, conocido como Cuartel de los Caballitos, por hombres al mando del comandante Gustavo Machín.
Una jornada después, se combatía en toda Santa Clara, y cayó en manos rebeldes el Gobierno Provincial, tomado por la fuerza que comandaba el teniente Alberto Fernández Montes de Oca. Ese mismo día, el pelotón al mando del capitán Rogelio Acevedo logró la rendición de la Cárcel Provincial y del Palacio de Justicia.
El 30 de diciembre se rinden el Cuartel de los Caballitos, y un día después cae el Escuadrón 31, la Cárcel y la Estación de Policía, donde se encontraban cerca de 1 300 hombres atrincherados, con dos tanques y dos tanquetas. En el asalto a esta última posición enemiga muere el Capitán Roberto Rodríguez (El Vaquerito), jefe del Pelotón Suicida, una vida apagada minutos antes del amanecer del triunfo.
En las acciones desarrolladas, brilló como pocas veces la capacidad organizativa del Che, quien daba ideas de cómo enfrentar los tanques, atravesando carros, camiones y guaguas en las calles y empleando botellas de gasolina encendidas. Asimismo, ordenó atravesar casas rompiendo las paredes con mandarria, cuando no podía avanzar por las calles, además de organizar la cacería de los francotiradores enemigos en el combate.
Ante la feroz resistencia, las fuerzas batistianas, que continuaban combatiendo en la Audiencia y en el Gran Hotel se rindieron en la mañana del día 1ro. de enero. También las que estaban acantonadas en el aeropuerto, aunque no habían sido atacadas. Solo quedaba por liberar el Regimiento Leoncio Vidal, que contaba con una tropa de unos 2 000 hombres, desmoralizados tras la partida, con rumbo indefinido, de su jefe, el coronel Casillas Lumpuy, luego atrapado cerca de Santo Domingo.
Aislado y asediado por los rebeldes, rearmados con el cuantioso arsenal ocupado en el tren blindado, al Regimiento no le quedó otro recurso que capitular. A las 12:00 horas, los soldados enemigos entregaron la instalación, desenlace con el cual concluía la batalla de Santa Clara, que fue la culminación lógica de la victoriosa campaña insurgente en esta parte del país, dirigida por Camilo y el Che.
Con la toma de esa ciudad se obtenía el control político, administrativo y militar de la provincia de Las Villas, a partir de lo cual todos los traslados de tropas hacia Oriente tendrían que hacerse por vía aérea, para lo cual haría falta una considerable cantidad de aviones, de los cuales el régimen no disponía.
Al valorar esta hazaña, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz expresó: «Che era un maestro de la guerra, Che era un artista de la lucha guerrillera (…) lo demostró en su fulminante campaña en Las Villas; y lo demostró, sobre todo, en su audaz ataque a la ciudad de Santa Clara, penetrando con una columna de apenas 300 hombres en una ciudad defendida por tanques, artillería y miles de soldados de infantería».