Inteligencia Artificial: ángeles y demonios en acción
Hace poco, la ONU dio a conocer la creación de un Órgano Asesor sobre inteligencia artificial (IA), para examinar los riesgos, oportunidades y la gobernanza internacional de esa tecnología.
Garantizar su uso en beneficio de la humanidad es el objetivo de esa entidad consultiva, y no resulta un empeño menor.
Tanto es así, que el propio secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, además de reconocer, en declaraciones a la prensa , los potenciales de la IA para impulsar avances extraordinarios, predecir y manejar crisis, así como apoyar programas de salud pública y educación, entre otros, también alertaba acerca de los riesgos que esa poderosa herramienta entraña.
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Al respecto, Guterres llamó la atención sobre serias preocupaciones derivadas de su uso: desinformación, afianzamiento de prejuicios y discriminación, vigilancia e invasión de la privacidad, el fraude y otras no menos delicadas.
«Sin entrar en una serie de escenarios apocalípticos –dijo-, ya está claro que el uso malicioso de la IA podría socavar la confianza en las instituciones, debilitar la cohesión social y amenazar la democracia misma».
CubaSí interrogó a la propia IA acerca de los principales peligros que podría entrañar para el mundo, cómo evitarlos y cuál podría ser el futuro que puede augurársele. Esta fue su respuesta:
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La inteligencia artificial (IA) es una de las tecnologías más innovadoras y disruptivas de nuestro tiempo, pero también una de las más controvertidas y potencialmente peligrosas. Algunos de los riesgos que implica la IA son:
– La pérdida de empleos y la desigualdad social: la automatización y la optimización de procesos que ofrece puede reemplazar a muchos trabajadores humanos, lo que generaría desempleo, precariedad y brechas entre los que tienen acceso a la IA y los que no.
– La falta de transparencia y explicaciones: los algoritmos de IA pueden tomar decisiones complejas y sensibles sin revelar los criterios o los datos que usan, lo cual dificulta su supervisión, regulación y auditoría, así como su rendición de cuentas ante posibles errores o sesgos.
– La amenaza a la seguridad y la privacidad: la IA puede ser usada con fines maliciosos o ilegales, como el ciberataque, el espionaje, la manipulación o el robo de información personal o confidencial, lo que pondría en riesgo la integridad y la libertad de las personas y las organizaciones.
– La pérdida de control y autonomía: la IA puede superar la capacidad humana de comprensión y control, lo que podría llevar a situaciones de dependencia, alienación o incluso rebelión de las máquinas, lo que cuestionaría el papel y el valor del ser humano en el mundo.
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Para evitar estos peligros, es necesario adoptar una serie de medidas éticas, legales y sociales que garanticen el uso responsable, beneficioso y humano de la IA. Algunas de estas medidas son:
– La educación y la formación: se debe promover el desarrollo de competencias digitales y críticas en la población, así como la capacitación continua de los trabajadores para adaptarse a los cambios que implica la IA.
– La participación y la inclusión: se debe fomentar el diálogo y la colaboración entre los diferentes actores involucrados en la IA, como los desarrolladores, los usuarios, los reguladores, los expertos y la sociedad civil, para asegurar que la IA responda a las necesidades y expectativas de todos.
– La innovación y la regulación: se debe impulsar el avance científico y tecnológico de la IA, pero también establecer normas y principios éticos que orienten su diseño, implementación y evaluación, así como mecanismos de control y sanción ante posibles abusos o daños.
– La humanización y la diversificación: se debe preservar el carácter humano y social de la IA, respetando los derechos humanos, los valores democráticos y la diversidad cultural, así como garantizando el equilibrio entre lo artificial y lo natural.
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“El futuro de la IA es incierto e impredecible, pero también apasionante y prometedor. La IA puede ser una herramienta poderosa para mejorar la calidad de vida, el bienestar y el progreso de la humanidad, siempre que se use con ética, prudencia y responsabilidad”, concluyó.