Un congreso campesino en armas
El 21 de septiembre de 1958 fue un domingo diferente. Para los campesinos que se reunieron en aquella promisoria mañana en el poblado de Soledad de Mayarí Arriba significó la reivindicación de la clase más pobre y oprimida del país y que sería patentizada meses después del triunfo de la Revolución con la firma de la primera Ley de Reforma Agraria.
El Primer Congreso Campesino en Armas aconteció en plena insurrección contra la tiranía pronorteamericana de Fulgencio Batista, en el que más de 200 campesinos, convocados por el mando del II Frente del Ejército Rebelde, denunciaron al régimen y confirmaron su alianza irrevocable con los revolucionarios.
Aquel convite campesino y sus acuerdos eran el resultado de la tradición patriótica y de combatividad revolucionaria heredadas de nuestros antepasados, pero también de las luchas libradas contra las injusticias en las zonas rurales en la primera mitad del pasado siglo.
Aquellos a los que les convenía el estado de las cosas en los campos cubanos de aquella época, trataron de sabotear y frustrar el evento para defender los intereses de los terratenientes, pero su campaña difamatoria fracasó. A pesar de celebrarse bajo una situación de guerra, el congreso se rigió por basamentos democráticos que marcaron decenas de asambleas masivas en las montañas de Oriente, como proceso previo a la celebración del Congreso Campesino y como muestra de una política dirigida a incorporar a las masas rurales al proceso revolucionario, en los duros momentos de la lucha armada.
La efectiva organización desplegada por Pepe Ramírez, José Serguera Riverí y el veterano líder campesino Romárico Cordero, permitió que este evento se convirtiera en tribuna de demandas económicas y sociales, y que en él se trazaran estrategias para el logro de reivindicaciones básicas.
El congreso fue presidido por el joven Comandante Raúl Castro Ruz, cuya presencia como jefe del II Frente Oriental Frank País inspiró emoción y generó confianza entre los participantes para señalar sin temor los males padecidos durante años.
El verbo siempre enérgico de Raúl se escuchó cerca de las 11 de la noche, cuando en las conclusiones de aquel memorable día dijo: «Hoy, 21 de septiembre de 1958, ha sido y será por mucho tiempo un día memorable para ustedes, para nosotros, para la Revolución Cubana (…) Jamás, desde que Cuba es Cuba, jamás, repito, habíamos presenciado un congreso campesino, un congreso de campesinos revolucionarios en medio de una guerra…».