En Cuba tolerancia cero y una batalla preventiva por excelencia contra las drogas
La producción, el tráfico y el consumo de cocaína en sus máximos niveles en todos los tiempos; la adicción a la marihuana y sus efectos nocivos en la salud, multiplicados con las políticas de legalización en varios países; la invasión global de las drogas sintéticas y las deficiencias en la disponibilidad de tratamiento para las adicciones son algunas de las amenazas planetarias a la seguridad internacional, regional y nacional, cuando se celebra, este 26 de junio, el Día Internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas.
En su Resolución 42/112, el 7 de diciembre de 1987, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió celebrar esa fecha para mostrar su determinación en reforzar la actuación y la cooperación para alcanzar el objetivo de una sociedad internacional libre del consumo de drogas.
El cruel impacto del fenómeno lo revelan los millones de muertos por sobredosis y otras secuelas en la salud durante los últimos años, así como las crisis sanitarias decretadas en varios países ricos y la proliferación de mafias y organizaciones criminales en todos los puntos cardinales, que se entremezclan con tráficos de armas, personas, órganos y lavado de dinero.
Este negocio genera más de 500 000 millones de dólares anuales en ganancias a costa del dolor, la inestabilidad y la esclavitud de más de 284 millones de personas adictas en el mundo, con edades entre 15 y 64 años.
De esa cifra, 11,2 millones de personas se inyectan drogas y alrededor de la mitad vive con hepatitis c; 1,4 millones con vih y 1,2 millones, con ambos.
La tragedia interna de EE. UU. la reconoció hace escasos días el Departamento de Estado, al confirmar que
110 000 personas murieron en su país en 2022 por consumo de drogas, la inmensa mayoría por opioides sintéticos, que causaron «un sufrimiento inconmensurable» a miles de familias.
Pero expertos calculan que han muerto más de 1 200 000 personas en EE. UU. a causa de Fentanilo y otras sustancias. «Se trata de una cifra acumulada, pero que hemos visto crecer en tiempo real», se informó en un evento efectuado este año en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se pronosticó que «para 2030, si no se hace algo, habrá dos millones de muertos; la cifra se va a duplicar» en la superpotencia.
La directora ejecutiva de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), la Sra. Ghada Waly, declaró que «las cifras de producción e incautación de muchas drogas ilícitas están alcanzando niveles récords, incluso cuando las emergencias globales están aumentando las vulnerabilidades. Al mismo tiempo, las percepciones erróneas sobre la magnitud del problema y los riesgos relacionados están privando a las personas de los servicios de atención y tratamiento, y conduciendo a la juventud hacia comportamientos peligrosos».
Debemos destinar los recursos y la atención necesarios para hacer frente a todos los aspectos del problema mundial de las drogas, incluida la prestación de asistencia basada en la evidencia a todas las personas que la necesitan, y debemos mejorar la base de conocimientos sobre la relación de las drogas ilícitas con otros retos urgentes, como los conflictos y la degradación del ambiente, apunta el último informe de la UNODC.
El Informe destaca, además, la importancia de movilizar a la comunidad internacional, los gobiernos, la sociedad civil y a todas las contrapartes para que adopten medidas urgentes de protección, entre ellas reforzar la prevención y el tratamiento del consumo de drogas y afrontar la oferta de drogas ilícitas.
Respecto a los primeros indicadores y efectos de la legalización del cannabis o marihuana, se comprueba mundialmente un incremento sin precedentes del consumo y de personas con trastornos siquiátricos, de los suicidios y las hospitalizaciones.
Es apenas una parte visible del fenómeno que se extiende a todas las latitudes y entramados de la vida de la humanidad.
Un editorial publicado por el periódico Granma el pasado 14 de junio citó el Informe sobre las tendencias de la delincuencia a escala mundial-Interpol 2022, el cual afirma que «los delitos transnacionales y las redes delictivas evolucionan a un ritmo sin precedentes en todo el mundo, con manifestaciones descontroladas en muchos de ellos», y entre las cinco amenazas principales señala el tráfico ilícito de drogas.
Añadía el editorial que «ningún país escapa al impacto del delito transnacional, pero los registros de Cuba –pese a la difícil situación en que se enfrentan como consecuencia del bloqueo y la política hostil de ee. uu. que nos priva de los recursos necesarios para ello– son significativamente inferiores en todos los ámbitos».
Como han reiterado las autoridades cubanas, múltiples son las amenazas y los desafíos que afronta el país para hacer frente a las tendencias mundiales y a las realidades internas. La voluntad política del Estado cubano y su pueblo de enfrentar el tráfico ilícito de drogas y el uso indebido de esas sustancias se defiende a todas horas en las fronteras, en la profundidad del territorio nacional y en la amplia colaboración internacional, bilateral y en foros multilaterales.
La política de tolerancia cero de Cuba tiene una expresión abarcadora en su sustento multifactorial, una batalla preventiva por excelencia, en la cual la educación, la cultura, la salud y la familia tienen un papel principal, pero con un sistema de enfrentamiento integrador y popular, nacido en la Sierra Maestra, cuando nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz comenzó a convertir en realidad el Programa del Moncada, que previó erradicar los males y vicios engendrados por el capitalismo y la neocolonia de EE. UU. y sus mafias.