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Los sueños tras los juguetes de madera

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Los más variados surtidos de juguetes y mobiliario de madera producidos por W Boix hacen las delicias de los niños en tierra santiaguera. Autor: Cortesía de W Boix

Santiago de Cuba. — Encontrar alternativas para el entretenimiento de sus hijos, Sofía y Lucas, en plena pandemia, cuando distanciarse era imprescindible y en el taller de casa escaseaba la materia prima para trabajos de mayor porte, les dio la idea.

Desde hace poco más de un año, William Boix Meriño, un carpintero con alma de artista, y Norma María Torres Pérez,  contadora y máster en Administración de empresas enamorada del mundo industrial, viven  tras el sueño de multiplicar el goce de sus hijos desde la pequeña empresa W Boix, la tercera mipyme aprobada en esta oriental provincia.

Concebida para el diseño, confección y comercialización de juguetes didácticos de madera para niños en la primera infancia, la pequeña fábrica de juguetes manufacturados asume la creatividad y el esfuerzo como signos vitales.

«Estuvimos entre las primeras en la provincia, dice William, pero eso también jugó en nuestra contra, porque tuvimos que abrir el camino para conseguir que empezaran a vernos como una entidad con personalidad jurídica en igualdad de condiciones. Hemos tenido el apoyo de las estructuras creadas para encaminar los nuevos actores, pero la mentalidad de los empresarios estatales era un poco reacia y hasta de desconfianza».

Minimundos que se expanden

Desde diciembre de 2021 hasta la actualidad, constancia y voluntad para buscar alternativas y tejer alianzas, y la conciencia clara de su responsabilidad social, han forjado el camino de W Boix.

Lo que comenzó en el patio de la casa familiar es hoy una factoría en expansión, con una veintena de trabajadores, jóvenes en su mayoría, enamorados del anhelo de crecer en ofertas y expandirse a nuevos mercados para que los niños puedan soñar desde un juguete de madera.

Un minizoo, una casita de muñecas o coloridas figuras para armar; el tren, el avión, el carro de bomberos y el mobiliario ideal para el estudio o el juego, se han puesto de moda, llenan los vacíos del deprimido mercado de los juguetes y los niños lo agradecen.

Cuando hoy se habla de los nuevos actores económicos en Santiago de Cuba, se elogia su habilidad para fomentar vínculos con empresas estatales y otros emprendimientos, generar empleos, contribuir al progreso personal de sus socios y trabajadores y aportar a la economía local.

William Boix, líder del proyecto, advierte en cambio que el camino no ha sido fácil. «Lo primero que tuvimos que hacer fue enamorar a los posibles proveedores de las materias primas; conquistar a ese directivo al frente de una empresa que funciona y que no tiene por qué hacer negocios contigo, y a los trabajadores.

«Echar a andar ese engranaje fue un proceso que duró meses, pero saltamos obstáculos y logramos que la Empresa cubana del Mueble (Madesa) se sintiera parte de nuestro proyecto. Hoy, sin comprometer sus procesos, nos abastecen con la recortería que necesitamos, y juntos estamos creando producciones cooperadas y generando ingresos.

«Igual nos pasó con Tiendas Caribe. Con ellos estuvimos casi un año negociando. En estos momentos abastecemos jugueterías en Santiago con gran demanda y alegría para sus trabajadores; y estamos realizando contrataciones en Guantánamo y Holguín. Tenemos pedidos hasta de Pinar del Río, pues al ser proveedores de la cadena a nivel nacional podemos llegar a todo el país.

«También nos hemos encadenado con Sammy Colors, otra de las primeras mipymes santiagueras, que nos fabrica las pinturas acrílicas solubles en agua de alta calidad, especial para los juguetes. Son nuestros hermanos, y están muy comprometidas con el proyecto.

«Lo conseguido nos ha ratificado que el camino de la economía circular que escogimos es el correcto. Desde el principio concebimos la empresa pensando en eso: materias primas
nacionales, con proveedores del patio y producciones  para el mercado interno. Materializar esas ideas, junto al amor que ponemos en lo que hacemos y el sistema contable que tiene que ir detrás, han sido vitales para avanzar».

Amor con ruedas y colores

Extender el comercio de sus juguetes a otras provincias orientales y desde el este cubano alcanzar el deprimido mercado nacional, es anhelo alto del colectivo de W Boix. La perseverancia en el trabajo y la calidad de sus producciones les han abierto puertas, que hoy, sin embargo, se ven limitadas por la falta de un espacio de trabajo acorde con tales pretensiones.

«Tenemos casi todas las condiciones para satisfacer la demanda nacional, explica William; estamos creciendo en infraestructura, en equipamiento; todos los días nos levantamos con ideas nuevas; tenemos la materia prima… pero el taller del patio se nos quedó chiquito».

Más que un espacio, aclara Norma, precisan un arrendador consecuente con los fines de sus producciones, ofertas que no encarezcan tanto el producto; pues lo contrario elevaría el precio de los juguetes, algo que cuidan mucho.

Y es que, más allá de sus éxitos económicos, la pequeña empresa W Boix destaca en el panorama de las mipymes santiagueras por su huella de sensibilidad. Al distinguirle con uno de los premios de la primera Competencia de Jóvenes Emprendedores Camaquito, la ONG Camaquito Cuba les ponía como ejemplo de que rentabilidad económica y responsabilidad social pueden combinarse.

«W Boix ha estado todo este año recortando su margen comercial para que los juguetes se mantengan a un precio lo más accesible posible, explica Norma María. Cuando nos hemos visto en la disyuntiva de subir precios o bajar el margen comercial, hemos optado por lo segundo».

Orgullosos de multiplicar la alegría de los infantes, los líderes de W Boix sustentan su prosperidad económica con incrementos productivos, más que con precios: «mientras más produces, más vendes, y por pequeño que sea el margen comercial, siempre vas a tener ganancias», recalca Norma.

Un área de juegos móvil y gratuita; las donaciones a círculos infantiles y hogares de niños sin amparo familiar; un proyecto con la Universidad de Oriente para desarrollar juguetes dirigidos a niños con necesidades educativas especiales, la idea de llevar sus creaciones junto a avanzadas artísticas por los municipios, les distinguen.

Por eso lamentan no haber podido concretar alianzas con el ministerio de Educación, al que siempre vieron como el principal cliente. «Aunque los hemos visitado y les hemos dado varias opciones, no hemos logrado concertar ningún acuerdo».

Nuclear un equipo de trabajo que junta graduados de politécnico, y jóvenes carpinteros empíricos, muchos antes desvinculados, deseosos de aprender a hacer juguetes de madera, es otro logro que desata el ímpetu de W Boix.

Ya sueñan con insertar el taller en un proyecto de desarrollo local para crear una escuela, y hablan de asumir el adiestramiento de grupos de estudiantes y fomentar la vocación por la carpintería entre alumnos de Secundaria.

Y es que W Boix es mucho más que ese entorno de confort, creatividad, salario fijo y utilidades que agradecen sus trabajadores. Alejandro Martínez Revilla, de 25 años, no se imagina en otra parte. Llegó recién graduado como Técnico en Instalación Hidráulica y hoy encuentra aquí una oportunidad, no solo para progresar económicamente. «Es un trabajo bonito, creativo… así me integro a la sociedad».

En el horizonte

La historia de W Boix es la de ese sector privado que, en alianza con el sector estatal, se impone cada día a las limitaciones, y desde su pedacito empuja la economía nacional.

Son jóvenes dispuestos a aportar en cuyo horizonte nunca falta un empeño. El más reciente es el proyecto Sonrisas Guardería Infantil, que impulsan junto al emprendimiento Arte Patio Santiago, y el que ya asumen como el laboratorio de sus creaciones, hechas con la máxima de Juega y aprende.

Para William Boix y Norma María Torres, desarrollar su propia empresa tiene de estrés y regocijo. «Norma y yo disfrutamos la presión de tener trabajo, que es lo mejor que hay. Ella se rompe la cabeza con los números, yo a veces me tensiono con diseñar un juguete y encaminarlo, pero la satisfacción de ver a los pequeños jugando compensa cualquier agotamiento».

Conseguir el impacto que el país necesita de los nuevos actores económicos, enfatizan, implica quejarse menos, enfocarse en cómo salir adelante, trazarse un camino y avanzar. La huella de W Boix lo refrenda.

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