Cultura

Ada Elba Pérez desde su inventario de sueños

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La poeta Ada Elba Pérez continúa vibrando en sus poemas y canciones. Amiga de las mariposas nocturnas, del genial Mozart y la auténtica trova cubana; desde su corazón isla-amor- legó al mundo una obra inolvidable. Cuentan que tenía una caja mágica con brillantes rayitos de sol, el temblor de un lirio y, como mayor tesoro, el sonido del mar. Pintó todo el azul del cielo y, hasta el silencio.

Nacida en 1961, en Jarahueca, Sancti Spíritus, desde niña se asomó curiosa a los libros y tuvo de regalo su primera guitarra. Muy pequeña creaba inspiradas cuartetas. Fue un temprano anuncio de que sería artista. Estudió Artes Plásticas en la Escuela Provincial de Arte Olga Alonso, de Santa Clara. A La Habana llegó con el ímpetu de la juventud. Al graduarse en la especialidad de escultura en la Escuela Nacional de Arte, ENA, ejerció como profesora en la Isla de la Juventud. Tuvo alumnos muy destacados y, entre ellos, al pintor Kcho.

Identificada en la obra de Alejo Carpentier hizo un busto del escritor, la primera escultura que en el mundo se dedicaba al autor de El siglo de las luces.  

Por esa época participaría en el taller literario, en el cine debate, colaboró con el periódico Victoria y la revista Mangle rojo. Además como trovadora tocó en una peña con un grupo musical de aires latinoamericanos.

Sus amistades se referían con asombro a la prodigiosa memoria de Ada, decían que su ojo era fotográfico. Poseía facilidad para aprender los distintos ritmos y hacia muy bien el rasgueado de guitarra. Muy contenta a su regreso de Venezuela, mostraba con orgullo sus adelantos en instrumentos como el cuatro y el charango.

Se adentró en la poesía como una gran aventura cuyos límites desbordó. Su poesía tiene un acento, una voz, la de la muchacha que siempre defendió su verdad. En su poema Manuela, expresa:

El sol ha desnudado lo hondo de la casa
como una terca gota en el olvido.
No dejaste una brizna para asirte,
ni una esquiva hebra errante.
ni una pequeña marca de tu tos.
Solo flores y hojas
han estado de turno en esa huella
bajo las mismas primaveras que le apagan
lentamente tu nombre
a un viejo jarrón gris.

El primer volumen de poemas que publicó fue Identidad. Ganó el galardón de Poesía Luis Rogelio Nogueras por la obra Apremios. Han sido publicados sus poemarios La cara en el cristal, que ganó el Premio Abril y Fin del pájaro sur. Apareció en el cuaderno Cuatro muchachas violadas por los ángeles. Su gusto por la ficción se aprecia en los cuentos que escribió y la novela que dejó inédita.

Muy aplaudidos resultaron sus recitales de poesía en el Ateneo de Caracas, Venezuela, y en el Museo de Arte de Maracay. En México, asistió como ponente a las jornadas de homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz, por quien sentía una entrañable admiración. Muy entusiasta llenó de alegría a los niños en la VIII Fiesta Nacional de Teatro de la Comunidad. Con una delegación de artistas jóvenes viajó a Francia, donde dio a conocer su obra.

Recibió numerosos elogios por su guajira Siembra sembrador con el que ganó el Premio Abril de Música en 1990. Siempre inspirada creó para los pequeños bonitas canciones. En su mapa musical están muchas de ellas junto a Liuba María Hevia, quien compartió vida y presupuestos estéticos. De gran disfrute es la titulada Estela, granito de canela:

Estela granito de canela
que no quiere, que no quiere
caer en la cazuela.
    
Se escapó por la ventana
con comino, con laurel,
con orégano y su amigo pimentón.

Estela es un granito de canela
que no quiere, que no quiere
caer en la cazuela.

El violín está tocando
con su orquesta La Sazón
porque así nos alimenta el corazón.

Estela es un granito de canela
que no quiere, que no quiere
caer en la cazuela.

En los momentos en el que desplegaba con más intensidad su trabajo de promotora cultural en la Casa de Cultura de Plaza la notable intelectual falleció en un accidente de tránsito el 14 de julio de 1992.

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