Cuba: Inflación y desamor en el mismo asiento del cachumbambé
El alza de los precios no necesariamente va de la mano de un alza del desamor, de una caída de los afectos; pero, dolorosamente, hoy abundan los casos en que suben juntos en el mismo asiento del cachumbambé.
Así lo constaté, una vez más, en la mañana de ayer cuando pregunté en la cola para la venta de artículos de aseo quién era el último.
El señor que estaba al final de la cola me explicaba con mucha amabilidad y hasta sonrisa que esa fila era solo para los consumidores de determinada bodega, y que los otros debían ir a la otra tiendecita.
En el instante en que me iba a aclarar cuál era ese otro lugar, dónde estaba, la mujer que estaba cerca de él lo interrumpió casi con violencia:
-¡No le explique nada a más nadie!
Así, sin ton ni son, sin motivo alguno; porque él, sencillamente, estaba ahí parado esperando su turno y nada perdía ayudando a quien le preguntara.
No olvido el decir violento de la mujer, sus ojos. Solo atiné a decirle:
-Señora…
-¡No estoy hablando con usted! -me replicó con igual acidez.
Y sí, no hablaba conmigo, pero su conducta golpeó durísimo en mi almita cubana.