Médicos, no guerras
Sesenta años se cumple de una de las primeras de experiencias en materia de internacionalismo sanitario de la Revolución cubana. En mayo de 1963 partió hacia Argelia la primera brigada de médicos cubanos en misión internacionalista. Iniciaba así un programa de colaboración médica que se mantiene hasta hoy, con más de medio centenar de brigadas y más de 22 mil colaboradores en 57 países del mundo.
Cuba no ofrece lo que le sobra. Cuba comparte lo que tiene. De hecho, después del triunfo de la Revolución permanecieron en el país apenas tres mil profesionales de la salud… y así incluso el gobierno revolucionario decidió emprender esta obra de solidaridad, consciente de la necesidad mayor de otros.
No pocos acusaban a Cuba de exportar revoluciones (como si no fueran los pueblos los que se rebelaran contra sus explotadores), pero la guerra mayor que ha librado Cuba en el exterior ha sido contra las enfermedades y la ignorancia.
Y a pesar de los intentos de los adversarios de la Revolución de desprestigiar y desacreditar con mentiras y distorsiones esta labor de décadas, pueblos y gobiernos han reconocido su favorable impacto, particularmente notable en cada emergencia sanitaria que se ha enfrentado.
Las cifras son elocuentes: más de ocho millones de vidas salvadas. No todas las potencias mundiales pueden presentar estas credenciales.
Este es el «ejército» que envía Cuba al mundo: un ejército de batas blancas. Y sus principios trascienden el interés monetario.
Y lo demuestra las misiones en países en guerra o devastados por fuertes huracanes, terremotos y brotes de Ébola, cólera y la Covid-19.
La labor del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve, una iniciativa del Comandante en Jefe Fidel Castro, ha sido emblemática.
Y es, en definitiva, orgullo de una nación que asume al internacionalismo como valor inherente de su Revolución.