Limerencia
Ahora que poco a poco las redes y la vida cotidiana se preparan para abrumarnos por el día de San Valentín —tan próximo ya— y cada rincón se va llenando de flores y corazones rojos y ofertas estrafalarias de todo tipo para celebrar el amor, encuentro esta palabra afín y hablaremos de ella hoy.
Limerencia, de manera sintetizada, se refiere al estado mental involuntario, propio de la atracción romántica que puede sentir una persona hacia otra. Hasta ahí parece bonito, pero si profundizamos, para la psicología tiene que ver con obsesión. Así lo definen expertos y aseguran que ni es saludable ni es amor o lujuria porque se trata de ser correspondido de una manera cerrada, sin control.
Se parece al amor, claro. Se confunde con esa etapa en la que somos insensatos y evaluamos como positivos todos los atributos del objeto de nuestra atención, pero normalmente esa fase no perdura tanto y poco a poco conocemos lo que nos parecen defectos, y sucede que, o los aceptamos y aprendemos a amarlos, o pasamos de ellos. Sin embargo, para la limerencia no acaba así como así porque idealiza y todo lo ve extremadamente ideal.
Es clave el término obsesión para este concepto, y es lo que nos indica que no están bien esos pensamientos, esas evaluaciones irracionales o el anhelo sostenido de reciprocidad. Si lo romantizamos la limerencia es responsable del éxtasis, de la ansiedad y el deseo apasionado. Pero deja de ser lindo cuando el individuo siente que no es mutuo y la fantasía se convierte en desconsuelo enfermizo.
¿Cómo diferenciar enamoramiento de limerencia? Según leí, la discrepancia radica en que la atracción no tiene que ser sexual. La persona puede alimentar ese tipo de fanatismo poco a poco hasta llegar a sentirse eufórico, y basar su autoestima en esos logros que puede obtener o no de quien pretende, y que nada le importe más en la vida que eso. Es calificado como un trastorno obsesivo-compulsivo, con importancia de análisis para la psiquiatría.
Mientras tanto, tiene pensamientos intrusivos y persistentes, con alta dosis de incertidumbre. Y, además, tiene connotación física porque puede experimentar nerviosismo, palpitaciones, temblores, sudoración, pupilas dilatadas, rubor, inapetencia, debilidad y ansiedad, incluso miedo de solo pensar en el otro o tenerlo cerca y no cumplir lo que considere sus expectativas.
Suele ser unilateral y sucede a un nivel desequilibrado que, con desesperación, le hace medir desde su apariencia y proyección. Aspectos fundamentales son el anonimato porque intenta esconder sus sentimientos, y que por lo general tiene final infeliz con sufrimiento o apatía.
Una diferencia importante del amor es que solo le interesa que la otra persona le corresponda sentimentalmente, pero no le preocupa su bienestar y tampoco procura cumplir sus ilusiones ni un acercamiento íntimo. Todo se queda en la mente y esto es anacrónico para los enamorados que necesitan concretar.
Limerencia es un extranjerismo adaptado que se usa en idioma español desde hace pocos años, por eso es aún poco manejado. Es común la utilización del adjetivo limerente para calificar al sujeto o al comportamiento. De acuerdo con diversas fuentes, se deriva del inglés “limerence”, creado por la psicóloga Dorothy Tennov a finales de la década de los años 70 del siglo pasado, luego de estudiar y no encontrar palabra para resumir este concepto.