Los Van Van, la permanente identidad
En la llamada Isla de la Música, alcanzar tan grande reconocimiento representa todo un fenómeno musical
4 de diciembre, y se cumplen 55 años de la fundación de Los Van Van por Juan Formell. Conmemorar esta fecha es un suceso cuya trascendencia encierra particular emotividad.
Estamos celebrando el nacimiento de una entrañable agrupación musical. Es el resultado de un añejado sabor, típico de ese tumbao tan aclamado del songo de Juan, el que funciona como una marca de agua para la música bailable cubana, y que, por lo tanto, nos pertenece por derecho propio.
En la llamada Isla de la Música, alcanzar semejante nivel de reconocimiento y durante tanto tiempo representa todo un fenómeno musical.
Cuando, pausadamente, recorremos los múltiples pasajes de esta trayectoria, sentimos estar en el límite de lo increíble al contar con una multitud de canciones que en las diferentes etapas han contribuido a preservar la jerarquía de la orquesta a través de los años.
Si para la historia corresponde a Pedrito Calvo el mérito de haberse adueñado del sello de Los Van Van en buena parte de estas temporadas, con los clásicos de Sandunguera o El negro no tiene ná, para el genio de Formell no había casualidad, pues previó la futura evolución del estilo de la orquesta.
Para lograrlo, llegó a imaginarse la idea de que la agrupación debía de estar alienada como una imponente novena de pelota por medio de la adquisición de cantantes que harían crecer todavía más el prestigio de la orquesta.
Ahí están ¡Qué sorpresa!; Después de todo; Anda, ven y muévete; y El aparecido, auténticos hits en las voces de Mayito Rivera, Yeni Valdés, Abdel Rasalps y Mandy Cantero, sin contar al cuarto bate del equipo, Robertón Hernández, con jonrones como La cabeza mala y Ven, ven, ven.
Pero, por supuesto, el éxito alcanzado por Juan Formell como director radica en su capacidad para equilibrar el papel integrador de cada uno de sus músicos en función del resultado en conjunto.
Esto permite, como en pocos casos, que la música de Los Van Van se pueda disfrutar lo mismo durante la escucha de sus discos que en una fiesta o en sus memorables conciertos.
Es la conceptualización de una elegancia reflejada en la calidad de cada propuesta musical, esa que nos deja cautivados por la complejidad creativa de un entorno sonoro cuya cubanía está implícita como huella de identidad permanente.
El aspecto más significativo del legado de Los Van Van en estos 55 años es el que va dirigido a los jóvenes. Nos referimos a que reciban el proverbial arraigo de esta música en todo el pueblo, y no solamente en un sector de este, como una consecuencia lógica del alto grado de profesionalidad que aparece imbricado con soplos del aliento popular; pero sin caer en chabacanerías ni vulgaridades, y mucho menos en fórmulas facilistas que nadie las recuerde.
Si para cualquier músico, figurar en la selecta nómina de miembros de la orquesta representa todo un honor, este se multiplica, infinitamente, al saberse que es el pueblo de Cuba el que se siente honrado de contar con Los Van Van, el tren de la Música Cubana, entre sus entidades patrimoniales de excelencia.