Humanidad de bata blanca
El reconocimiento y el honor se imponen ante quienes, de manera altruista, ejercen a diario la tarea de curar y salvar vidas. Ser médico es más que un simple título, supone una vocación arraigada, que es profesión y sacerdocio.
Justo en Cuba, donde actualmente son numerosos los desafíos que enfrenta la Salud Pública, la labor de los galenos adquiere una dimensión transformadora.
Desde los hospitales, los policlínicos o el consultorio del médico de la familia en nuestra Isla, hasta las zonas rurales de América Latina o regiones en conflicto de África, los profesionales de las batas blancas demuestran la humanidad implicada y multiplicada.
Un ejemplo emblemático es la Brigada Henry Reeve, contingente médico fundado en el año 2005, que se ha desplegado en más de 40 países, afrontando epidemias como el ébola, desastres naturales como el terremoto en Haití, o la más reciente pandemia de la covid-19.
También se destaca la Escuela Latinoamericana de Medicina, en la cual se han formado, durante 25 años, unos 31 180 médicos de 122 países, con representación de todas las regiones del mundo. Allí, confesó Watan Jamil Alabed, médico palestino egresado de esa escuela, «si hay algo que se practica es el internacionalismo».
Celebrar un año más el Día de la Medicina Latinoamericana es, por tanto, un acto de reconocimiento y gratitud. Es, además, recordar que detrás de cada diagnóstico y de cada tratamiento, hay personas que muestran su humanidad en la forma más noble y pura.