Aliuska, la primera mujer liniera eléctrica en Cuba
Bajo el casco resalta un cabello rubio que parece resistirse al Sol de Cuba. En el rostro destacan las cejas, finísimas y delineadas sobre unos ojos pequeños, pero capaces de encenderse en un momento, con una palabra, como si fueran también movidos por la electricidad.
Ella está agotada. Se nota en los surcos de la cara, en la tensión de sus manos, en las manchas oscuras que el sudor deja en la ropa de trabajo.
Usa unos guantes gordísimos que ocultan la fineza de los dedos. En los pies lleva unas botas especiales, de la cintura cuelgan herramientas y arneses, pero ella apenas descansa. Se llama Aliuska Lores y llegó a Mayabeque apenas 24 horas después de que el huracán Rafael dejara serios daños en la infraestructura eléctrica del territorio.
Ser la primera mujer liniera en Cuba y enfrentar, también por primera vez en su vida, la recuperación tras un ciclón, no le deja apenas tiempo para el sosiego.
A la Empresa Eléctrica entró como trabajadora de una de las oficinas comerciales de Santa Clara, pero su ilusión era otra, un sueño demorado durante cuatro años frente a las incomprensiones y el machismo. Sin embargo, un día se llenó de valor y solicitó su matrícula en el curso como liniera. Unos meses después demostró que hay pasiones incontenibles.
“Siempre me ha gustado esta carrera, y estoy donde me necesite el país”, dice al borde de una carretera por donde no se detiene el movimiento de camiones repletos de postes eléctricos, rollos de cables, aislantes. Del otro lado de la vía está la destrucción que los eléctricos de Villa Clara se empeñan en eliminar.
Su brigada llegó a Mayabeque y la primera imagen los sobrecogió. Cientos de metros de tendido eléctrico en el suelo, una ruta de postes caídos, la tristeza, la oscuridad. Se acomodaron lo mejor que pudieron y enseguida emprendieron el trabajo. Como ellos, otros muchos grupos del país recorrían las zonas más dañadas para comenzar a recuperar lo perdido.
“A pesar de ser más pequeña, mujer, me considero una más en esta gran familia. Este es un trabajo donde debes tener los cinco sentidos puesto en lo que haces, porque es peligroso, de fuerza y mucha técnica. Ser liniera lleva sacrificio, tiempo y concentración, pero no es difícil. Menos estar sin hacer nada, yo lo disfruto todo”, asegura.
Aliuska no miente. Lo mismo se le puede ver en lo alto de un poste que en la base cargando cables. Está igual en el camión organizando herramientas que armando en tierra las piezas del nuevo poste antes de su izaje definitivo. Cada mástil levantado y fijado al terreno es una batalla ganada.
“Aquí no importa si hay Sol, llovizna, o si nos coge la noche. Este trabajo necesita eso, sobre todo ahora que estamos hablando de un huracán. Hay personas que nos critican, por la difícil situación que tiene el Sistema Eléctrico Nacional ahora mismo, pero la mayoría agradece lo que hacemos”, apunta.
Con tres hijos en Santa Clara y un esposo que la acompaña como integrante de la brigada de linieros en el occidente cubano, esta mujer sabe muy bien de otros esfuerzos para hacer verdad un sueño. Pero también conoce de impulsos. Uno de ellos, por ejemplo, es ver cómo la más pequeña de sus hijas aspira a seguir sus pasos.
“Yo ya la estoy apoyando”, dice Aliuska con una risa pícara, como quien intenta esconder un orgullo que le sale a flor de piel.
“En esta misión he dejado un pedazo de mi corazón en Villa Clara, pero a la hora de trabajar tienes que guardarlo en la mochila para hacerlo todo perfecto”, confiesa.
Aun sin fecha para el regreso, Aliuska Lores no escatima sudores y risas. Cuando uno ama lo que hace lo define con muchísimas palabras, pero también con gestos salvadores. Y entre unas y otros, ella descubre una esencia fundamental para el presente y el futuro de Cuba: la solidaridad.
“La solidaridad abarca muchísimas cosas. Ahora es darse cuenta de que todos somos una sola familia, incluyendo los trabajadores eléctricos, y compartimos el Sol, el trabajo y el sacrificio. La solidaridad es llevar a toda Cuba el trabajo que hacemos y estar juntos en las buenas y en las malas para salir