Ataque bolsonarista en Brasilia contra el Supremo Tribunal Federal fue un acto de odio
Un hombre cargado con explosivos murió el miércoles último al tratar de ingresar en el Supremo Tribunal Federal, en la Plaza de los Tres Poderes de Brasilia, frente a la estatua de la Justicia, en un ataque fallido contra la institución, menos de dos años después de una asonada contra el presidente Luiz Inácio Lula da Silva en el mismo lugar.
“Primero estalló un auto. Después, un hombre se aproximó al tribunal, intentó entrar, no lo logró y ocurrió la explosión en la puerta”, afirmó la gobernadora en funciones de Brasilia, Celina Leao. La información preliminar es que fue un “suicidio”, agregó Leao. El incidente tuvo lugar en la Plaza de los Tres Poderes de Brasilia, donde se encuentran los principales edificios gubernamentales del país.
Al respecto el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, repudió el ataque y manifestó la solidaridad con el gobierno y pueblo de Brasil “ante esta expresión de odio y de violencia”.
El ataque cometido el miércoles 13 por la noche en las inmediaciones de la Corte Suprema (STF) tuvo como fuente de estímulo, según el ministro Alexandre de Moraes, la polarización política instalada en el país en los últimos años y el “equipo de odio” creado durante el gobierno de Jair Bolsonaro.
El atentado fallido en Brasilia expone la polarización del país y revive el debate por el asalto del bolsonarismo. La Corte Suprema y la Policía Federal señalaron que el ataque del militante del partido ultraderechista de Jair Bolsonaro contra el edificio del tribunal respondía a la actuación de “grupos extremistas activos”.
Francisco Wandeley, el hombre bomba, fue en 2020 candidato a concejal por el Partido Liberal (PL) del expresidente Jair Bolsonaro, y no consiguió ser electo. En las redes sociales había publicado amenazas explícitas a jueces del STF y otros políticos de Brasilia. Según su exesposa, Wanderley pretendía matar al juez Alexandre de Moraes, responsable por investigaciones que salpican al núcleo político de Bolsonaro.
Lo que pasó el miércoles no es un hecho aislado del contexto, sino que comenzó con el famoso gabinete de odio, que destilaba discursos de odio contra las instituciones, el Poder Judicial y, especialmente, el Supremo Tribunal Federal. Contra los ministros de la Corte Suprema y los familiares de cada uno de ellos. Esto estaba creciendo, hasta el ataque bolsonarista del 8 de enero de 2023.
El “equipo de odio” citado por Moraes es el nombre que se le da al núcleo de los ayudantes y asesores de Bolsonaro que, según las investigaciones de la Policía Federal, tendrían el objetivo de difundir noticias falsas y ataques a opositores durante la administración del expresidente.
Moraes agregó que el ataque fue una demostración de que la pacificación del país sólo será posible desde la rendición de cuentas de todos los criminales y que, por lo tanto, no hay posibilidad de una amnistía. El ministro Gilmar Mendes, del Tribunal Supremo, atribuyó el suceso a la ideología de odio promovida por Jair Bolsonaro y sus partidarios. “Es otro ataque a las instituciones democráticas”, dijo Mendes en una sesión de la Corte.
El magistrado añadió que “lo que pasó la noche del miércoles no es un hecho aislado, desafortunadamente”, tras señalar que “la ideología espeluznante que llevó al intento de golpe no surgió de repente” y subrayó que “el discurso de odio y la desinformación fueron estimulados en el gobierno anterior”, en referencia a Jair Bolsonaro.
El analista Jeferson Miola afirmó que el fiscal general de la República Paulo Gonet debe ser acusado por el retraso en las investigaciones que involucran a Bolsonaro en varios delitos, el más grave de ellos el intento de abolir el Estado de Derecho. Pero esto no ocurrió por elección de Gonet, quien pospuso su pronunciamiento sobre las investigaciones de la Policía Federal hasta después de la elección.
Este retraso de la Fiscalía –“Gonet actuó en el tiempo de la política y no en el tiempo de la justicia”- ha dejado al país aún más expuesto a los riesgos de violencia política y prácticas terroristas promovidas por el bolsonarismo radicalizado. Esta postura indulgente con los ataques permanentes llevados a cabo por el extremismo contra la democracia y las instituciones marca la trayectoria del Fiscal General, añadió Miola.
En septiembre pasado Gonet no autorizó a la Policía Federal a llevar a cabo la detención de blogueros de Bolsonaro y del senador Marcos do Val por amenazas hechas a los funcionarios que investigaban a Bolsonaro y sus seguidores civiles y militares, dejando a la democracia brasileña equilibrándose peligrosamente al borde del abismo fascista.
(Con información del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico)