Cuando falta decir cuándo
No solo el día, el mes y el año, también puede ser imprescindible la hora
Una colega matancera, Aurora, me envió a través de las redes sociales la fotocopia digital de un retrato en soporte tradicional de papel que me hicieron al cumplir 15 años de edad en 1967.
Al verla y recordar que se perdió en 1968, sabía que era mi imagen, y mi reacción fue pretender investigar por qué ella la tenía, pero otros que hasta me conocían de esa época pasada, tuvieron otras inquietudes como las de descubrir la identidad del jovenzuelo.
En fin, cada uno tuvo un interés diferente, pero cuando dije el año de la foto, sin develar que era yo, los pensamientos tomaron otro rumbo: Debe ser un viejo, puede tener 60 años, a lo mejor ya ha pasado de los 70…
Pues según transcurrían las horas a partir del recién pasado viernes 18 de octubre de 2024, recordaba constantemente la aparición de aquella foto, pues si alguna duda hubiera tenido antes, las noticias sobre la desintegración del sistema electroenergético nacional confirmaban la importancia de saber el cuándo de cada hecho.
No se trataba de una simple foto que al no saber la fecha en que fue tomada, generaba una inquietud, y al conocerla, provocaba otros, sino de un suceso que cambió radicalmente la vida de todos porque se dislocaron las rutinas diarias.
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Cualquier detalle sobre conexión, desconexión o interconexión, de microsistemas, islas o sistemas independientes además de necesaria para tomar decisiones de cómo actuar o a qué consecuencias atenerse, era un bálsamo para el estado anímico, o un detonante para estallar los nervios.
Pues entre mis vecinos alguien citó su fuente de información para decir que el SEN se había desconectado después de haberse integrado varias horas, otro dijo que ya se había restablecido, y llegó la más enterada del barrio y aseguró que se había vuelto a desconectar y dio todos los detalles.
Que hable el periodista, fue el reclamo unánime, pero pedí que me dejaran hacer preguntas en vez de ofrecer información. A todos les pregunté dónde se enteraron y seguidamente la hora en que leyeron, escucharon o vieron lo que cada uno daba como noticia.
Todos habían acudido a fuentes confiables, pero en la medida en que iban diciendo la hora en que recibieron la información, la risa se apoderó del grupo, pues nadie se había equivocado, pero les había faltado precisar el momento del hecho que contaban.
Serios todos, exigieron que el periodista dijera lo que estaba ocurriendo, y en tono de broma, pero con intenciones más que serias, me exigieron que dijera no solo qué estaba pasando, sino el momento exacto al que me refería.
No hicieron caso de mis alegatos de que estaban cometiendo intrusismo profesional porque me estaban haciendo preguntas que son las herramientas del periodista y no de los receptores de los mensajes.
Dije el cuándo, el qué y el por qué el sistema electroenergético nacional (el quién) se había vuelto a desconectar y lugar donde había ocurrido la falla (el dónde), pero amenazaron con no dejarme ir si no decía cómo lo arreglarían.
Pedí permiso para hablar cerca de la escalera para subir a mi casa, y desde allí expliqué: En vez de volver a hacer microsistemas dentro de tres islas que se interconectarían hasta rehacer el sistema nacional, se harán sistemas independientes que tendrán sus fuentes de generación dentro de sus respectivas zonas.
Textualmente, este fue el reclamo: Te falta el cuándo que dijiste que es muy importante. ¿Cuándo lo terminarán de arreglar?, pero saludé, me fui a toda velocidad, y posteriormente llamé telefónicamente a cada uno para informarles:
Fue a las 2:44 p.m. de este martes 22 de octubre del año 2025 que se restableció el sistema electroenergético nacional después del apagón de cuatro días que si no el más largo, ha sido el más popular de todos.
Como siempre hay un chistoso, me agradeció y dijo: Sí, tú como periodista dices lo que pasa, pero habernos informado que sería a las 2 y 44 de la tarde le tocaba a los adivinos.