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“Mercaderes del desorden” también en la leche

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Lo dije entonces, cuando casi se duplicó a partir del 1 de marzo el precio de compra de la leche, «ese no es el problema de fondo», y hoy estamos peor. Debiera servirle de experiencia a los tecnócratas que ni dedican tiempo a escuchar y meditar y quieren resolverlo todo con dinero. Si el Estado decidiera pagar el litro a cien pesos, los “mercaderes del desorden” lo pagarían más caro y en efectivo.

Lo cierto es que hoy no falta el pasto en los potreros y apenas se acopian en Villa Clara unos 60 mil litros diarios, cuando en esta misma fecha del año anterior se entregaban a la industria 150 mil. No es solo que se hayan dejado de entregar más de 10 millones de litros en lo que va de año, sino que la deuda crece por día y por primera vez en la historia en el mes de octubre no se puede satisfacer toda la demanda de las dietas.

Y todo esto ocurre aunque está legislado que, incluso la leche de sobrecumplimiento, no tiene otro destino que la entrega al Estado para que llegue a los destinos priorizados. 

Si profundizamos, aparecen disímiles causas: la primera que viene a los labios de todo el mundo es la bancarización. Y yo plantearía el problema desde otro enfoque. Si hubieran llegado las tarjetas magnéticas a cada productor con la misma velocidad que la recibieron nuestros viejitos jubilados, a quienes nadie les preguntó ni siquiera si tenían celulares, no se le debiera un peso a ningún productor. Estaría el dinero en su tarjeta, aunque estuvieran sufriendo las mismas vicisitudes que sufrimos todos cuando nos exigen efectivo por lo que necesitamos adquirir.

No es ético justificar el desvío de la leche o sus derivados para lograr efectivo, mientras se pone en riesgo el alimento destinado a niños y enfermos. Yo no sé cuánto tiempo habrá que seguir escuchando que los grupos municipales de leche no funcionan y por tanto no destraban muchos problemas que podrían tener solución inmediata. Y el sistema empresarial de la agricultura ni siquiera se entera muchas veces de las incidencias. 

No digo que no se analice al productor que violando lo legislado desvía su leche en busca de mayores ganancias, pero no con menos rigor hay que tratar a todos los demás responsables de la vergonzosa situación actual que presenta el acopio de ese alimento sagrado.

Si se entregan apenas 60 mil litros diarios hoy en Villa Clara con pasto en los potreros, puedo imaginar lo que va a ocurrir en la ya próxima sequía. Y tanta culpa tiene el que desvía la leche como el que no exige lo que le toca.

Jesús Álvarez López

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