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Oído en la calle, el pueblo plantea

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No tengo una cédula electoral que constituya una mercancía codiciada por sargentos políticos, no tengo que cambiar soluciones a problemas por votos. Tengo un delegado, un vecino igual que yo, que no tiene millones, que trabaja, que choca a diario con los mismos problemas de todos y que, además, rinde cuenta de su gestión ante quienes depositamos nuestra confianza en su capacidad.  

Por eso el proceso de rendición de cuenta es una de las esencias del sistema político cubano, de nuestra democracia participativa y lo que constituye, si se hace bien, una de las formas más efectivas de participación popular en el Gobierno. Y así deben interiorizarlo las instituciones que responden al pueblo, y quienes solamente administran los recursos que son de todos.

Por eso había que desarrollarlo, contrario a lo que alguien pudiera pensar sobre el contexto en que se desarrollará. Sí, porque en medio de apagones, de escaseces, de inflación real e inducida, de altos precios, de indisciplinas sociales, de problemas con la transportación; es cuando más hay que escuchar al pueblo, sensibilizarse con sus problemas y escuchar también posibles soluciones. Una de las grandezas del poder popular ha sido siempre su capacidad de construcción colectiva, y a esa no se puede renunciar por difíciles que sean las circunstancias.     

Tanto es así que, luego de posponerse la rendición de cuenta, entre el 15 de octubre y el 31 de diciembre de 2023, en intercambio directo con más de dos millones de electores se recopilaron 86 755 planteamientos, de los cuales el 74,9 % pudo solucionarse. Son dos datos que evidencian la necesidad de ese vínculo directo con los electores, con la gente que tiene problemas y confía en plantearlos.

Pero esa confianza del pueblo en las instituciones se fortalece en la medida en que se le dé respuesta, que puede ser la solución o simplemente una explicación. Esa es la única manera de mantener la credibilidad de un proceso que necesita de la participación de los electores, pues sin ellos pierde su esencia.

En Camagüey, por ejemplo, durante el último mes se han solucionado más de 700 planteamientos de la población, y se aspira a llegar a los 1 200, pero me pregunto si había que esperar a que se convocara a los delegados a rendirles cuenta a sus electores para que se volteara la cabeza hacia temas que están allí desde hace tiempo. ¿Por qué esas mismas alternativas que se buscaron ahora, con limitaciones de recursos y todo, no se buscaron antes?

La rendición de cuenta no es una reunión más, para la que se hace un informe y la gente te vuelve a decir lo mismo que te dijo hace dos años. No se puede ir a defender una esencia del sistema político cubano con justificaciones. El escenario real es difícil, cada día se pone más difícil, y eso los vecinos lo saben y lo entienden, lo que nunca entenderá este pueblo es que su problema no se resuelva por dejadez, falta de control y de exigencia, por insensibilidades.

Ahora también hay que incorporar, propositivamente, a la búsqueda de soluciones en el barrio, a esos nuevos actores de la economía, ya sean privados o estatales, que bien pudieran aportar a mejorar la vida en la comunidad que se desenvuelven y también exigirles, como mismo se hace con una empresa estatal, que cumpla con lo establecido y se respete al soberano que en Cuba es y será el pueblo.

Son tiempos de defender esencias, de que cada cual desempeñe su rol, de consolidar desde el barrio y la comunidad nuestra democracia participativa y protagónica, que no lo será solamente porque la constitución lo declare, esa participación hay que construirla y respetarla entre todos.

Defendiendo el poder popular estaremos defendiendo la Revolución en sí misma, que eliminó de la vida de los cubanos la política que negociaba con las necesidades de la gente. Llenémosles, entonces, las agendas a nuestros delegados, a ese vecino que nos representa, de planteamientos concretos y también, por qué no, de soluciones encontradas entre todos. 

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