Soliloquio
El término de hoy no es tan rebuscado, tampoco está en desuso, pero suena bonito. Llamó mi atención mientras leía un artículo sobre psicología y crianza infantil, así que hablaremos de él, de sus distintos significados, su empleo en varias áreas del conocimiento.
¿Qué es soliloquio? De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, es un sustantivo masculino que se refiere a cuando una persona reflexiona en voz alta, para sí misma, mientras está sola, pero no es que hable por hablar, a lo loco —digamos— sino cuando expone sus pensamientos, sentimientos y emociones. Proviene del latín “soliloquium”, formado a partir de “solus”, solo, y “loqui”, hablar.
Para la actuación es un recurso importante porque podemos entender las interioridades del personaje de teatro, por ejemplo. El soliloquio en un dramatizado descubre la subjetividad, nos permite conocer personalidad e intimidades. En este sentido es un concepto que comúnmente se confunde con “monólogo”, que es un ejercicio más propio de géneros narrativos que pueden tener lugar delante de otros, aunque no intervengan.
También es un término psicológico. Soliloquio puede estar relacionado con determinado comportamiento psicótico en esquizofrénicos, o que estén debutando con alguna enfermedad mental asociada. Es fácil de identificar porque deja al descubierto una conducta que no es normal, que llama la atención y puede, incluso, asustar. En estos casos es preocupante.
Es decir, cuando un individuo procede de manera no natural, hablando solo, con voz, generalmente, elevada y amenazante. Se considera patología cuando, además de conversar consigo mismo se percibe que alucina, que está perturbado, se culpa y sufre, y que esto sucede con frecuencia.
Sin embargo, para la psicología soliloquio no siempre será negativo, y a veces tendrá ventajas porque favorece la introspección, autoescucharnos, conocer nuestros pensamientos más profundos. Asimismo, puede ser bueno para la concentración y la memoria, y ser importante para el desarrollo cognitivo de los niños.
Sí, porque esta actuación es usual en la infancia. Podemos verlo en forma de juego con amigos imaginarios, lo cual estimula la imaginación, el vocabulario, la comunicación, desarrolla la creatividad y el pensamiento. No es un hecho aislado, y cuando veamos niños que hablan solos no deberíamos reaccionar con alarma, sino de manera natural, nunca coaccionarlo. Lo mejor es dejarlo fluir.