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Mochilas a la espalda andan los sueños

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La alarma del reloj suena temprano, cuesta un poco levantarse, después de semanas en las que el sueño se estira hasta mucho después de asomado el sol. Pero esta mañana tiene una magia especial, una emoción que aligera y desplaza el abrazo de las sábanas para dar paso a otro, mucho más cálido y gratificante, uno que envuelve a toda Cuba: el primer día de clases.

Ocupadas han estado las familias entre libros y uniformes, el ajetreo en las escuelas ha comenzado también mucho antes, porque nada puede empañar este reencuentro, esta jornada de júbilo y de emociones compartidas, de nuevas experiencias a la vuelta de meses de entrega.

Mucho esfuerzo hay detrás de los pupitres listos, de las aulas abiertas, de las escuelas que esperan. Todo es reflejo del desvelo de un país por el futuro de sus hijos, de la determinación por hacer más rectos los caminos al conocimiento, los valores y la ética, que son también los caminos de la cultura y de la libertad plenas.

Mochilas a la espalda andan los sueños, algunos todavía de la mano de los padres, otros, ya con pasos más seguros subiendo escaleras del Alma Mater. Tienen la oportunidad de crecer, de forjar con cada esfuerzo los anhelos más profundos, porque la Patria vela por eso, porque en la educación radica un principio irrenunciable de nuestra obra.

Septiembre nos recuerda siempre el valor de todo aquello que tenemos, de la reivindicación que un día aconteció para quienes, de otra forma, jamás hubieran accedido a ese cimero derecho que es la educación.

El de hoy es un día hermoso, uno que enorgullece y llena el corazón, porque alegría genera alegría, y mientras caminamos por las calles y nos envuelve el ajetreo, entendemos que hay cosas que deben, que tienen que ser preservadas; cosas que merecen cualquier sacrificio, porque proveen después del gozo más inmenso, el que solo emana del bien común, de aquello que se construye cuando se juntan todas las manos.

Cada inicio de curso es una fiesta, no por celebración expresamente dispuesta para ese día, sino porque los motivos que en esta apertura mueven un país, son más que suficientes para declararlo día festivo.

La primera fecha de este nuevo periodo lectivo ya está escrita en la pizarra. Tras ella, vendrán otras, y cada día será, a la vez, un logro y un reto. No hay obra más exigente y minuciosa que educar, porque solo la paciencia y el amor infinito hacen el milagro de enrumbar el carácter, de moldear a la mujer y al hombre nuevos. Hoy las escuelas son Cuba. Hoy Cuba, toda, es una escuela.

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