Redes sociales: ¿causantes de la transculturación en Cuba?
Aunque el auge de las redes sociales digitales ha tributado al proceso de transculturación en el entorno social cubano, no es la única causa de tal fenómeno
“La madre del decoro, la savia de la libertad, el mantenimiento de la República y el remedio de sus males es la propagación de la cultura”, con tales palabras el insigne patriota José Martí se enfrentó en el siglo XIX a la pérdida de los valores de la idiosincrasia, un problema que aún permanece vigente en el contexto cubano.
En la actualidad, no son pocas las conductas extranjerizantes que se disfrazan de contenidos banales en el internet. La proliferación de las modas norteamericanas y el festejo de Halloween constituyenmuestras fehacientes de la influencia de las redes sociales sobre los patrones de consumo artístico.
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Respecto al tema, algunos autores catalogan a las tecnologías como principales “portadoras” de la industria hegemónica del entretenimiento. Aunque, sin duda, juegan un papel preponderante en la imposición de preferencias; ¿podemos analizarlas como la causa fundamental del proceso de transculturación? Para comprender el fenómeno es preciso analizar sus diversas aristas.
Desde el 2018, la apertura del servicio de datos móviles en Cuba representó un cambio en los límites culturales del pueblo. Con la conectividad, miles de personas pudieron acceder a nuevos campos educacionales, conocer otros estilos de vida y sumarse a las tendencias lúdicas del mercado internacional.
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En el proceso, la falta de aprendizaje tecnológico, la escasez de productos comunicacionales autóctonos y la llegada tardía a las redes ocasionó que algunos usuarios comenzaran a olvidar rasgos de su herencia idiosincrática. Mientras los contenidos nacionales aún se posicionan en las plataformas, los elementos foráneos amenazan con desarraigar aspectos de nuestra cultura.
Sin embargo, no se puede culpar el internet de un problema asentado en el entorno cubano durante siglos. De acuerdo con las opiniones del reconocido antropólogo Fernando Ortiz, la transculturación constituye un fenómeno gradual e intrínseco en los intercambios desiguales entre civilizaciones. Por lo tanto, depende de la confluencia de diversos factores sociológicos.
En los últimos años la sobresaturación de series, películas y música norteamericanas en los espacios televisivos ha creado un público consumidor de esta cultura. Lo proveniente del país extranjero se ha convertido en un paradigma del desarrollo, el valor estético, los recursos gráficos y las tendencias actuales.
Ligado a ello crecen las representaciones negativas en torno a los contenidos de procedencia nacional por ser considerados “poco modernos” y de bajo presupuesto. No es de extrañar que, a pesar de los esfuerzos del Ministerio de Cultura, en un sondeo realizado para este comentario a 150 personas de la Habana, el 75 por ciento de los encuestados prefiriera el cine estadounidense antes que las películas cubanas.
Intelectuales como Abel Prieto aseguran que otro factor influyente en el arraigo de las tradiciones extranjeras es la poca promoción de espacios audiovisuales atractivos. Aunque en Cuba abundan las propuestas de entretenimiento, en ocasiones estas se encuentran alejadas del interés de los consumidores, no poseen la frecuencia necesaria o resultan “densas” y aburridas para el público joven.
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En consecuencia, se genera un vacío cultural que puede ser rellenado de forma fácil por contenidos foráneos provenientes de internet. Sin embargo, limitar el espacio de las redes sociales no constituye una solución, pues bien empleadas, las tecnologías pueden convertirse en herramientas para promover la cultura y los valores patrióticos.
El mundo seguirá avanzando, depende las tradiciones nacionales adaptarse o perecer ante la rápida influencia del entorno digital. Tal vez asumir posturas críticas ante los cambios tecnológicos y realizar productos comunicativos interesantes sea la clave para mantener la esencia de la idiosincrasia.