Ser joven en este siglo XXI
Marianita se quedó mirando al horizonte, como si escarbara entre sus 84 almanaques colgados entre nubes, y luego de un silencio más largo que lo esperado respondió a la reportera con la entonación de quien entrega toda una revelación:
-Ya ni me acuerdo de qué cosa es ser joven, qué te voy a decir mi’ja.
Uno de sus nietos, el que llaman en el barrio El Bichi, sí que no hizo esperar por su respuesta:
-¡Ay tía, descárgame, pero no me quemes! Ando contra el tiempo.
De todas formas, a la pregunta de qué es ser joven en este siglo XXI no puede responderse con una oración y, probablemente, tampoco con un voluminoso ensayo.
Mucho menos el motivo de una efeméride, como este Día Internacional de la Juventud que hoy se celebra, podría conseguir una aproximación satisfactoria a ese tema. Pero valdría el intento si al menos sirve para que cada quien reflexione acerca de la juventud que le ha tocado y con la que hoy convive, cualquiera sea la edad que ahora tenga.
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La Inteligencia Artificial Generativa fue algo menos parca que los otros dos interrogados, pero tan abarcadora que resultó muy imprecisa:
-En un mundo en constante cambio, ser joven hoy significa navegar por un mar de desafíos y oportunidades sin precedentes. La juventud actual se encuentra en la encrucijada de la tecnología, la globalización y la conciencia social, moldeando su identidad y su futuro de maneras únicas.
Es imposible de hablar de una sola juventud y de una única manera de ser joven. Porque no se llevan igual los diecipico o los veintipico –se considera joven entre los 15 y 24 años, según criterio de Naciones Unidas- en Noruega que en Palestina, en EE.UU. que en Simbabwe, Sudáfrica, Haití o Cuba.
Cada realidad familiar, comunitaria, nacional o regional va condicionando la manera de ser joven, aun cuando los vientos globalizadores desdibujan singularidades.
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Son esos mismos vientos los que hacen resonar y multiplican en muy diferentes latitudes aquello de que “La tecnología ha transformado la vida de los jóvenes” y de que “la juventud actual está preparada para liderar el mundo hacia un mañana mejor”.
Suena muy bien a vuelo de pájaro, pero tiene trampa. Es real que muchos jóvenes alrededor del mundo, según indica el Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa) , están transformando la realidad social y económica de sus países, pero no son pocos aquellos también jóvenes que en este mismo instante están enfrentados a la pobreza, la desigualdad, a violaciones a sus derechos humanos, que les imposibilitan liderar nada y ni siquiera alcanzar vidas sanas y productivas, como señala la misma fuente.
Actualmente, en el mundo hay cerca de 1.200 millones de jóvenes, con edades entre 15 y 24 años, que representan aproximadamente el 16% de la población mundial .
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En América Latina y el Caribe suman más de 140 millones aquellos que tienen de 15 a 29 años, cerca de la cuarta parte de la población total de esta región. Pero pueden ser reveladoras las siguientes estadísticas aportadas por Unfpa:
– Un 39% de las y los jóvenes de 15 a 29 años se encuentra en la pobreza y casi un 10% en la indigencia. La pobreza juvenil en el área rural es de más del 46%, duplicando la de la zona urbana que es del 25%.
– Un tercio de quienes cuentan entre 15 y 29 años en América Latina y El Caribe no asiste a ningún establecimiento educativo.
– Los problemas de salud mental y emocional de las juventudes están entre los grandes desafíos para su inclusión en la sociedad. Aunque escasean datos al respecto, si se considera el suicidio como máxima expresión de trastornos de salud mental, este es la tercera causa de mortalidad adolescente y juvenil en la Región, donde las tasas de suicidio son superiores entre jóvenes de 15 a 29 años comparadas con las de la población adulta.
-También el abuso de sustancias nocivas, el consumo de alcohol y drogas, así como la salud sexual y reproductiva se anotan entre los principales problemas sanitarios de ese grupo etario.
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–De acuerdo con Unicef, en América Latina y el Caribe diariamente 30 adolescentes y jóvenes se infectan por primera vez con VIH.
– La tasa de muchachas embarazadas (15 a 19 años) en la región sólo es superada por África y resulta mucho mayor que el promedio mundial. El 20% de los partos correspondió a menores de 20 años.
– Las tasas de homicidios en jóvenes de 15 a 24 años alcanza un promedio de 31-33 por cada 100,000 habitantes.
–Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tasa de desempleo juvenil en Latinoamérica y el Caribe es preocupante alcanza un promedio del 14.4%, más del doble de la tasa general del 6.5%.
Los clics juveniles
A pesar de notorias desigualdades a nivel mundial, los jóvenes están a la vanguardia en la adopción de nuevas tecnologías y forman el mayor grupo demográfico de usuarios y desarrolladores que aprovechan el poder transformador de esas tecnologías para hacer frente a los desafíos globales, ratifica la ONU.
Es por ello que el lema para este Día Internacional de la Juventud 2024 es «De los clics al progreso: Vías digitales de la juventud para el desarrollo sostenible».
Foto: tomada de social.desa.un.org
Y es que la transformación digital que tiene lugar en el orbe constituye una de las seis transiciones determinantes para alcanzar los objetivos para el desarrollo sostenible fijados por la ONU para 2030, cuando estiman que la cantidad de jóvenes habrá aumentado en un 7%, llegando casi a 1.300 millones.
Ya desde hace dos años, tres cuartas partes de las personas de entre 15 y 24 años utilizaban Internet, tasa superior a la de otros grupos de edad. No obstante, persisten las disparidades, sobre todo en países pobres y particularmente entre las mujeres jóvenes.
La brecha digital es, sin dudas, otra forma de desigualdad. En muchas regiones, los jóvenes no tienen acceso a internet o a dispositivos tecnológicos, lo que limita sus oportunidades educativas y laborales.
Foto: FAO
No obstante, “Aunque es urgente mejorar la inclusión digital, los jóvenes son los auténticos ‘nativos digitales’, que utilizan la tecnología para generar cambios y crear soluciones”.
Como tendencia, las juventudes que hoy pueblan el planeta cuentan con niveles educacionales más altos que sus progenitores y están familiarizadas con las nuevas tecnologías de producción, comunicación, manejo y procesamiento de información, cuyo conocimiento y uso ya son estratégicos para el desarrollo de las naciones.
Sucede que también la educación ya no se circunscribe al aula convencional, los recursos en línea, la formación a distancia, es una alternativa que los jóvenes han asumido, pero viene acompañada en ocasiones por una incertidumbre en el ámbito laboral que les exige ser aun más flexibles a la par que se redefinen conceptos como carrera universitaria o formación profesional.
Más flexibles y resilientes, pero también más intolerantes ante las injusticias y las desigualdades económicas. Así lo evidencia el compromiso juvenil con los problemas sociales y ambientales, y su respeto por la diversidad y la inclusión.
Jóvenes exigen una acción climática urgente antes de la Cumbre de la Juventud sobre el Clima de la ONU. Foto: DAES
En este orden, la conectividad y las redes sociales en especial son el espacio de comunicación por excelencia para los jóvenes y una forma más de participar en movimientos sociales.
Aun cuando no puede obviarse que la moneda del acceso a internet tiene otra cara particularmente nociva para los muchachos: ciberacoso, violación de la privacidad, exposición a contenido inapropiado; y también ansiedades y depresiones a causa de la presión de las redes sociales y la constante conexión.
Temas como género, sexualidad, raza, cambio climático y otros, se ubican en la diana del discurso juvenil, que lleva la marca indeleble de la pandemia de COVID-19 y la crisis climática, por la cual promueven un futuro más equitativo y seguro.
Foto: tomada de iesalc.unesco.org
La identidad, la libertad, la responsabilidad y la búsqueda de sentido son preocupaciones que acompañan a las juventudes en este mundo sobresaturado de información y expectativas sociales, donde enfrentan el desafío de una construcción del yo que no está libre de angustias que en no pocos casos se añaden a aquellas derivadas de la propia lucha por la sobrevivencia.
Salvaguardar los derechos de las juventudes e invertir en su futuro es esencial, entre otras razones porque una juventud saludable, educada, empleada en trabajos decentes y comprometida con su nación y con el planeta tiene la capacidad para romper el ciclo de la pobreza, propiciar ese presente y porvenir que ellos merecen y también sus hijos por llegar, para que las futuras Marianitas y sus nietos ofrezcan respuestas diferentes a las que dan inicio a este texto.