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El abrazo de Cuba a sus campeones

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Como Leonor a Mijaín, anoche, al pie de la escalerilla del avión; así, como una madre a los hijos que regresan de un largo viaje, abrazó la Patria a sus campeones, a la vuelta de ese trayecto de tres años que fue este peculiar ciclo olímpico, coronado en París.

Así como se acomodaron en el pecho y en un beso de su madre los 130 kilogramos del único hombre campeón en cinco Olimpiadas consecutivas, también cupieron en el regazo de su pueblo los atletas que hicieron vibrar el corazón henchido de la nación.

Aunque la alfombra roja tendida para ellos estaba dispuesta en un lugar cercano, autoridades de esta isla del Caribe se fueron con la madre del más grande campeón, Mijaín López, a ofrecerles el abrazo de bienvenida al pie de la aeronave, porque cuando se vuelve con tanta gloria, no se espera a lo lejos, se va al encuentro de los vencedores.

Con Leonor estuvo allí el Presidente Díaz-Canel; el titular del Parlamento, Esteban Lazo; Morales Ojeda, secretario de Organización del Partido, y otros altos dirigentes; los primeros entre miles de cubanos que, en varios tramos del recorrido, desde el aeropuerto hasta la plaza habanera La Piragua, se dieron una noche a la vera de la calle para esperar a sus deportistas, para saludarlos, para decirles: gracias.

Que así sería ya era una certeza: «El pueblo cubano los recibe con los brazos abiertos. Ustedes compitieron con dignidad y con apego a los valores del deporte cubano, inspirados en Fidel», adelantó Jorge Luis Perdomo Di-Lella, vice primer ministro, al hablarles en el acto oficial de bienvenida.

Y aunque algunos terminen aquí, nunca será el final cuando un hito significa el inicio para otros. Lo dijo Mijaín a Granma, anoche: «Hice lo que me tocaba, ahora es el tiempo de otros, para que asuman su protagonismo».

Habrá campeones nuevos, y hay quienes lo seguirán siendo, que continúan, como el titular Erislandy Álvarez: «Ya vendrán más logros míos, porque mi boxeo sigue creciendo».

Aunque eternos inconformes –porque serlo es condición revolucionaria de quienes quieren ser cada vez mejores, y aspiran a más en todo, como el espíritu atlético–, Cuba hizo una fiesta anoche, y celebró a sus campeones… y a Fidel. 

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