La escultura de la Sirena, un monumento a la oralidad marinera
Cuentan que los pescadores que realizaban sus la- bores en la zona de la Canal de los Barcos, en la bahía de Buenavista, escuchaban bellos cantos que salían de lo más profundo del mar. Era la Sirena de la canal de los barcos, una de las leyendas marineras más cono- cidas en Caibarién, un pueblo costero ubicado en la costa norte de la central provincia de Villa Clara, en Cuba.
La fantástica historia que tiene como protagonista a este personaje mitológico universal fue la inspiración de los artistas de las artes plásticas Raúl Tabío y Du- vier González Rodríguez para conformar la escultura que, con más de dos metros de altura, le da la bienve- nida a los bañistas cuando llegan a la playa Mar Azul, ubicada en el norteño municipio de la región central.
Tabío, natural de Caibarién, egresado de la Escuela de Artes Plásticas San Alejandro y del Instituto Superior de Arte (ISA), ambos en La Habana, asegura quien tuvo la oportunidad de conocer el proyecto del escultor caibarienense Florencio Gelabert, para hacer una escultura a la Sirena de la canal de los barcos, por la popularidad de esta narración oral.
Y con dolor, el joven artista recuerda que Gelarbert no lo- gró ese proyecto, por el fallecimiento del también autor de la escultura del gran cangrejo que recibe a quienes visitan a este poblado, conocido como la Villa Blanca.
Fue entonces, en el año 2004, cuando se realizó una impor- tante remodelación del balneario local, que los artistas de las artes plásticas Raúl Tabío y Duvier González Rodríguez realizaron varios murales y pinturas a relieve con motiva- ción marinera, para ambientar el complejo Mar Azul.
Fue en ese momento cuando los dos jóvenes artistas cai- barienenses presentaron su proyecto para la escultura de la Sirena de la canal de los barcos, construcción conmemo- rativa que inmortaliza la leyenda marinera, que se atesora como parte del patrimonio inmaterial de Caibarién.
Cerca de quince días utilizaron los escultores en la creación de la obra: confeccionaron los moldes necesarios y se apo- yaron en la técnica del ferocemente -con el uso de cemento, acero y piedra. Así se logró la deseada escultura que, ade- más de su valor estético, artístico y ambiental, constituye un homenaje a Florencio Gelabert.
Cuando usted llega a la popular playa, ubicada en la costa norte del centro de Cuba, de seguro detendrá su marcha para reparar en la bella fi gura femenina de casi dos metros de altura, con el torso desnudo y senos bien formados, que descansa sobre un montículo de rocas sobre las que cae una gran cola palmeada, como las que se describe de estos seres mitológicos, mitad mujer y mitad pez.
En Cuba el primer reporte de este personaje mitológico lo encontramos en el Diario de navegación de Cristóbal Co- lón, cuando en su periplo por las costas del oriente cubano observó los manatíes, a los cuales confundió con sirenas.
En Caibarién las sirenas son protagonistas de varias leyen- das que conforman el rico patrimonio oral marinero, ellas, junto a los caballos que trotan sobre las azules aguas de la cayería, una gran Guasa, que vive bajo la sombra del Bu- que San Pascual, tintoreras y mantas rayas gigantes, ade- más de las increíbles narraciones de piratas con sus tesoros y barcos fantasmas, se convierten en un fascinante capítulo de la identidad marinera de este pueblo.
En la memoria oral de los caibarienenses se atesoran distintas variantes de la leyenda de la Sirena de la canal de los barcos; en todos los casos tienen como elemento común los bellos cantos que entonaban para atraer a los pescadores, y siempre se cuenta que del pescador que se atrevía a tirarse al agua, atraído por la belleza física de estos seres y las encantadoras y amorosas melodías, nunca más se conocía su paradero.
Los pescadores que dicen haberlas visto coinciden en la belleza femenina de estos seres, que prefi eren salir a la fl or de agua en las noches de luna llena, mostrando siempre sus bien formados y atractivos senos.
En cuanto al color de la piel de la Sirena de la canal de los barcos no existe unidad de criterio, varios aseguran que es una bella mulata, solo comparable con una obra escul- tórica, otros las ven más oscuras, no faltan quienes dicen que son indias y a esta descripción se unen quienes asegu- ran que la sirena es rubia, de una larga caballera que brilla cuando le da la luz de la luna, como fi nos hilos dorados.
Otra aparición de este ser mitológico en el territorio lo cuenta el desaparecido escritor caibarienense Rogelio Menéndez Gallo, quien narra la leyenda de la Sirena de Texico en el libro: El Poseidón Cubano. Mitos, leyendas e historias de pescadores en la región central de Cuba, de los escritores Alejandro Batista López y Edelmis Anoceto Vega, publicado por ediciones Mecenas de Cienfuegos en el 2020.
Por lo que no tengo duda que las sirenas, esos seres mito- lógicos mitad pez y mitad mujer, aún habitan en la oralidad marinera en Caibarién. Y los artistas Raúl Tabío y Duvier Gonzales inmortalizaron su bella fi gura femenina en la es- cultura que te saluda en la Playa Mar Azul.
Texto e imágenes: publicados originalmente en la revista electrónica El bohío.